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Psicología de élite en el campus de CartujaInés Gallastegui
Granada
Martes, 22 de abril 2025, 00:12
La visita de la reina Letizia el día 1 de abril trajo al primer plano de la actualidad un centro de la Universidad de Granada ... con un nombre algo enigmático, ubicado en una esquina del campus de Cartuja. No es una facultad, ni una escuela ni una residencia de estudiantes, y si se les pregunta por el misterioso edificio a los cientos de estudiantes que pasan por allí a diario muchos se encogen de hombros. Y sin embargo, no es cualquier cosa: el Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento (Cimcyc) es un instituto de la Universidad de Granada en el que trabajan 150 profesionales, con 32 laboratorios y un equipamiento científico que lo convierte en único en su especie. Fue construido en 2013 con fondos europeos y el año pasado recibió el reconocimiento de la Agencia Estatal de Investigación como Unidad de Excelencia María de Maeztu, lo que, además de señalarlo como un centro a la vanguardia de la ciencia a nivel nacional e internacional, implica una financiación extraordinaria durante cuatro años que se suma a los fondos que reciben de la Universidad y de los proyectos que consiguen sus investigadores.
La directora del centro, María Ruz, explica que el origen del centro tiene que ver con que los profesionales que fundaron la Facultad de Psicología en los años setenta se habían formado en buena medida en universidades anglosajonas donde esta disciplina tenía un fuerte carácter científico y experimental. De hecho, en la facultad de Filosofía y Letras, donde empezaron antes de tener su propio edificio, ya convertían cuartos de baño en laboratorios.
Hoy en día, asegura Ruz, el centro cuenta con un equipamiento tecnológico de última generación que no tiene ningún instituto de investigación universitario de España y que permite desarrollar ciencia básica y aplicada al más alto nivel a los 150 investigadores asociados, entre los que se encuentran la mayoría de los profesores de la Facultad de Psicología de la UGR, pero también investigadores llegados de instituciones académicas de todo el mundo. Además, colaboran con muchas otras instituciones, desde hospitales hasta colegios y otros centros universitarios, como las facultades de Educación o Traductores, la Escuela de Ingeniería Informática o los institutos de Estudios de Género y de la Paz y los Conflictos.
Entre los equipos de los que dispone para conocer mejor el cerebro humano se encuentran una resonancia magnética de 3 teslas –una máquina muy cara de la que habitualmente solo disponen los hospitales–, un aparato de estimulación magnética transcraneal, un electroencefalograma infantil, un rastreador ocular portátil para analizar el movimiento de los ojos o un equipo iMotions, que permite registrar datos biométricos relacionados con la presentación de estímulos.
«También hacemos mucha investigación sobre comportamiento que no requiere de máquinas», puntualiza Ruz. Así, entre las líneas que investigan los 25 grupos presentes en el Cimcyc se encuentran las de funciones cognitivas básicas, desarrollo, diferencias individuales, ergonomía, estudios de género, Psicología de las desigualdades sociales, Psicología clínica y de la salud, Neuropsicología clínica, métodos de evaluación conductual y neuroimagen e inteligencia artificial.
Esas líneas abarcan investigaciones sobre la intensidad del orgasmo en la masturbación o en torno a los efectos del estrés de las mujeres gestantes, estudios sobre cómo percibimos a las personas en desventaja social y acerca de las decisiones que tomamos cuando conducimos un vehículo.
«Tenemos mucha investigación básica, pero también otra con multitud de aplicaciones para mejorar la sociedad. La gente suele relacionar la Psicología con la clínica, con la terapia, pero es una disciplina multifacética», subraya la catedrática.
En ese sentido, uno de sus empeños es dar a conocer su trabajo a la sociedad y defender el rigor científico de sus investigaciones. «Ahora hay 'neurocosas' por todas partes, neurocoaching, neuromeditación, cascos que prometen aumentar el rendimiento deportivo o académico y tienen el mismo efecto que ponerte un colador en la cabeza... Es importante que la gente valore la importancia de hacer ciencia», subraya María Ruz.
Para muchos de sus estudios, los científicos necesitan voluntarios, motivo por el que el Cimcyc dispone de una plataforma en la que cualquier persona puede apuntarse para colaborar. A los participantes en los estudios se les compensa con pequeñas cantidades de dinero por los gastos de transporte, sorteos o puntos en algunas asignaturas si son estudiantes. Los experimentos pueden ser presenciales u online. Sin embargo, esa participación ciudadana en ocasiones da lugar a malentendidos. «De vez en cuando nos llaman personas con problemas clínicos muy serios, como depresiones severas, apnea del sueño grave o anomalías de neurodesarrollo, que esperan que nosotros les podamos ayudar con diagnósticos o intervenciones sanitarias –explica María Ruz–. A veces nos cuesta que entiendan que nosotros investigamos para que esas terapias estén disponibles, lo hacemos pasito a pasito, pero no somos un centro sanitario».
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