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Identifican la zona cerebral implicada en el rechazo de los sabores tóxicos

Identifican la zona cerebral implicada en el rechazo de los sabores tóxicos

Los resultados del estudio, hecho con ratas, pueden ser de ayuda en el tratamiento de enfermedades como la anorexia, la obesidad o la diabetes

EFE

GRANADA

Martes, 19 de diciembre 2017, 14:43

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Investigadores del área de Psicobiología de la Universidad de Granada, junto a la Universidad Autónoma de Baja California, han detectado la zona del cerebro que modula el rechazo hacia nuevos sabores que se asocian a malestar gastrointestinal o síntomas de envenenamiento.

Los resultados del estudio, hecho con ratas, pueden ser de ayuda en el tratamiento de enfermedades como la anorexia, la obesidad o la diabetes, y en alteraciones alimentarias que suelen aparecer tras el tratamiento quimioterapéutico.

Según ha informado hoy la Fundación Descubre, el rechazo de aquellos alimentos que el cerebro asocia con toxicidad gástrica y envenenamiento es característico de lo que los expertos denominan aprendizaje aversivo gustativo.

Aunque sus consecuencias en la conducta alimentaria están bien descritas, se desconoce la totalidad de conexiones cerebrales que intervienen en cada fase de la adquisición del rechazo del sabor y, particularmente, en la formación de la memoria gustativa y su asociación con trastornos gástricos.

A partir de estudios previos en los que se sugerían la participación de la amígdala en la aversión al sabor, los investigadores centraron sus observaciones en esta pequeña estructura situada en la región límbica de ambos hemisferios del cerebro que interviene en el aprendizaje, la memoria y en el procesamiento de las emociones.

La capacidad para reconocer un determinado sabor potencialmente tóxico y así poder rechazarlo y evitar el envenenamiento está presente tanto en vertebrados como en invertebrados.

En humanos, no sólo supone un aprendizaje crítico para la supervivencia sino que también puede formar parte de los mecanismos que desencadenan diversos trastornos alimentarios.

Los investigadores han identificado la zona amigdalina que interviene principalmente en el proceso de aprendizaje y memoria de sabores asociados a efectos tóxicos.

El aprendizaje aversivo gustativo es un modelo muy utilizado en experimentación animal para profundizar en cómo se aprende y se recuerda.

Consiste en exponer al animal a un sabor novedoso no tóxico y, minutos después, inducir una alteración gastrointestinal mediante la inyección de una sustancia dañina, de manera que el animal aprende la asociación entre el sabor y el malestar gástrico.

La aversión al sabor que se aprende conlleva no sólo rechazo y evitación, sino también la pérdida de apetito.

En el estudio los expertos lesionaron de forma intencionada los tres núcleos principales de la amígdala para comprobar qué región exacta actúa en la adquisición de aversión al sabor.

A través de este método, han localizado el área concreta que modula la magnitud de la aversión al sabor, denominada grupo basolateral.

La amígdala forma parte del sistema límbico, una región cerebral relacionada con las emociones y el aprendizaje que interviene en el procesamiento emocional negativo, como el miedo o el asco.

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