Estudiantes de la UGR desentierran yacimientos y fosas de la Guerra Civil
Universitarios del grado y del máster en Arqueología realizan las prácticas en el campus de Cartuja, único en Andalucía para realizar estos trabajos
Manuela coge la mira, un instrumento para medir. David se aproxima al visor para tomar las medidas exactas: 3,25 es la cifra que da. ... Pero Leire da unos pasos para asegurarse de que es así. Al final, el número que se apunta es 3,21. Después realizaron la misma operación unos pasos más a la derecha en el alfar romano del campus de Cartuja. Daniela es la que sujeta en este caso. Todo debe hacerse con exquisita precisión. Estos estudiantes de cuarto de Arqueología de la Universidad de Granada (UGR) están aprendiendo metodología arqueológica.
Hay tabletas de última generación. Bolígrafos y carpetas, algún archivador y libretas. También hay palas, azadas, piquetas, metros y cintas, que se extienden por un terreno histórico, que ahora está más protegido que hace pocos años cuando los vándalos lo asaltaban, de vez en cuando. Este laboratorio de los universitarios de Arqueología es uno de los más especiales: el alfar romano, un complejo alfarero de época altoimperial, fechado en los siglos I y II d.C.
Manuela Thevenet, que vino de Alicante a Granada hace cuatro años, se emociona con solo explicar lo que siente al realizar las excavaciones. «Es una euforia increíble», recordaba que sintió cuando descubrieron una aguja y un dado. «Te enseño la foto, la tengo en el móvil», se apresura a decir. Cuando lo tuvo en su mano era «increíble». No se arrepiente de haber elegido Arqueología por encima de conservación y tampoco de venir a Granada. Desentierran el pasado para entenderlo y para comprender el presente.
En laboratorio
Esa aguja, que se supone es para el pelo, y ese dado, que tiene sus números y todo, al igual que las cerámicas que están sacando, serán analizados en el laboratorio. Todos los años encuentran algo, en ocasiones mucho.
Manuela, al igual que Antonio L. Vélez está haciendo el prácticum. Antonio va con su libreta en la mano para no perder detalle. Vino a Granada en febrero para hacer prácticas porque le habían hablado muy bien. «Vine para aprender a excavar. Aquí he visto cosas que no había visto nunca antes. Nunca en mi vida», mostraba admirado. A Vélez le interesa la arqueología del siglo XVIII y s. XIX, bioarqueología y se dedicará a ese análisis de restos humanos, pero esta incursión arqueológica le está aportando mucho.
Las primeras excavaciones arqueológicas en el alfar romano, que está frente a la Facultad de Teología y cerca de la Facultad de Ciencias de la Educación, fueron desarrolladas en 1964 y 1965 por el padre Sotomayor. Después llegaron los trabajos de los estudiantes del máster en Arqueología y del grado (en este caso esta es la séptima campaña). Begoña Serrano es la directora de la excavación. Su relación con el alfar romano se remonta a 2014, cuando estuvo como estudiante. Ahora es profesora de Didáctica de Educación Social.
«Todos los años encontramos algo», explicaba sobre el terreno. A su lado Eva Alarcón, coordinadora del grado en Arqueología, y Javier Martínez, codirector de la excavación, apuntaban que las campañas todos los años son «una sorpresa». A veces más sencillas y a veces más complejas. Han encontrado, por ejemplo, cerámica ática, que saben que no es del alfar y tendrán que estudiar de dónde procede.
Lo que recuperan en el yacimiento después les puede llevar más de un año en el laboratorio para estudiarlo y registrarlo debidamente. Eso lo están aprendiendo muy bien esto estudiantes. Durante un mes los futuros arqueólogos –en este grupo una quincena– están por la mañana en la excavación y por la tarde en el laboratorio. Este es solo el principio.
Diez hornos
En el alfar romano están interviniendo en diferentes sectores. Hay diez hornos. Cada uno con sus características y peculiaridades, algunos con las parrillas o los espacios de cocción. A ellos se suman los vertederos, o sea, los basureros donde iban las cerámicas defectuosas. Javier Martínez y Begoña Serrano guían a estos universitarios. Además, en el alfar este equipo desarrolla una importante labor de divulgación científica con la visita de grupos de diferentes colegios.
El campus de Cartuja ofrece a los estudiantes de Arqueología un espacio único. No hay universidad en Andalucía y, casi se podría decir que en España, que ponga a disposición de sus estudiantes yacimientos arqueológicos en su propio campus. Este grupo que trabaja en el alfar romano está a escasos metros de la Facultad de Filosofía y Letras. Más cerca está aún el yacimiento medievo-moderno del monasterio de Cartuja.
Miguel Busto, profesor y director de esta excavación, detalla que la primera intervención fue en 2018. Están estudiando el claustro mayor, desaparecido (siglo XVI-XIX). Han destapado un reloj solar, que funciona perfectamente, y los estudiantes se mostraban entusiasmados mostrando los restos. Además, de los muros perimetrales y las bóvedas, que creen que están relacionadas con las bodegas del monasterio, que aún permanece.
Laura Baeza, estudiante de cuarto que ya ha excavado en diferentes yacimientos, metro en mano, toma medidas al igual que sus compañeros. A esta joven de Alcaudete (Jaén) lo de la Arqueología le viene de pequeña. Cuando veía documentales, en el regazo de su padre, ya pensaba que quería aprender Historia. Esta etapa medieval le gusta, pero le interesa más la bioarqueología. Quiere estudiar el máster en antropología forense.
El menos conocido
Los universitarios revolotean en este yacimiento, menos conocido en el campus de Cartuja, en donde perfeccionan la metodología y el dibujo arqueológico, con pasión. Al igual que lo hacen en las fosas de Víznar de la Guerra Civil; en un yacimiento de Benamaurel de época medieval; Piedra del Cardado en Bailén, edad el Cobre; y otro yacimiento de Pinos Puente, de época romana. Incide Eva Alarcón en la importancia de que los estudiantes puedan hacer sus prácticas en excavaciones de diferentes épocas históricas. Participan unos sesenta estudiantes en total.
Las posibilidades que ofrece Granada son inmensas así como la vecina Jaén. La colina roja, la tercera de Granada, es una caja de sorpresas. Aún queda mucho por descubrir. Estos trabajos enseñan a los estudiantes metodología y son un ejemplo para que la sociedad conozca la riqueza arqueológica de Granada. Sin olvidar que hay que cuidarla y conservarla como es debido.
El prácticum en el grado en Arqueología lo han hecho del nueve de mayo al siete de junio. Un mes de clase diferente en el que aprenden y 'cuidan' de la Historia de Granada. Lo hacen codo con codo, en algunos yacimientos y fosas, con otras disciplinas.
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