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El duque de Edimburgo, un Dios en el Pacífico

El duque de Edimburgo, un Dios en el Pacífico

Una tribu de Vanuatu considera al príncipe Felipe como su máxima deidad

Álvaro Soto

Jueves, 4 de mayo 2017, 11:41

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El hombre que va siempre un paso por detrás de Isabel II dejará de participar en actos públicos de la Casa Real a partir del próximo otoño, según ha anunciado el Palacio de Buckingham. A sus 95 años, está acostumbrado a ser una nota en el margen de la historia (el protocolo distingue muy bien las atribuciones de la reina respecto a las del príncipe). El príncipe Felipe nunca será rey de Inglaterra, pero entre los habitantes de Vanuatu, un pequeño país compuesto por 83 islas en el Pacífico Sur, es Dios. Dios, en mayúscula. De acuerdo a las creencias de los Yaohnanen, un hijo de un espíritu de la montaña de la isla, descendiente de una deidad de piel pálida, viajó a una tierra lejana para casarse con una mujer rica y poderosa. La única mujer exótica que conocían en la tribu era la reina de Inglaterra, a la que veían en las fotografías que les mostraban los funcionarios coloniales ingleses. Por tanto, si el marido de la mujer poderosa es el hijo del espíritu de la montaña entonces estamos hablando del príncipe Felipe. Encantado con este 'cargo', el príncipe no quiso dar un disgusto a los aborígenes (un gesto que algunos critican por racista), y así será, para siempre, el Dios de los Yaohnanen.

En este sentido cabe destacar una de las anécdotas del duque de Edimburgo durante un viaje a un centro indígena de Queensland. Allí conoció a los Djabugay y a los Yirrganydji. "¿Pero esto de qué va? ¿Todavía se tiran ustedes lanzas unos a otros?". O la felicitación a los ingleses que recorrieron Papua Nueva Guinea: "Enhorabuena. Han conseguido no ser comidos". Pero ni a los Yaohnanen ni a los británicos les importa demasiado el humor cáustico, o la mala educación, o incluso la xenofobia, según se mire, del duque de Edimburgo. Todos ellos le guardarán, para siempre, un huequecito en sus corazones.

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