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Iglesia de St Martins en Wharram Percy.
Wharram Percy, la aldea medieval que detenía a los resucitados

Wharram Percy, la aldea medieval que detenía a los resucitados

Los científicos consideran que la práctica de decapitar y quemar los cadáveres indica una inusual práctica para evitar el regreso a la vida

Javier Bragado

Lunes, 10 de abril 2017, 00:49

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La aldea medieval de Wharram Percy siempre ha suscitado interés entre los expertos. En la villa organizada en torno a una diócesis y abandonada durante los siglos XIV y XV, los hallazgos arqueológicos y pruebas científicas hacían dudar que fuera por la peste negra, la más popular de las teorías en poblaciones vecinas. A todas las incógnitas se ha sumado una nueva con el análisis de los restos del que hoy es un gran yacimiento protegido por ser de declarado de interés nacional en 1979. «Es un lugar de una importancia excepcional, no sólo por el excelente estado de conservación de sus restos, sino también por la profundidad y amplitud de los estudios que han pasado a interpretar el sitio tan completamente como sea posible usando las técnicas actuales.

Según un estudio publicado en Journal of Archaeological Science Reports, se comprobó que algunos de los cadáveres hallados tenían los huesos rotos post mortem. Además, también se corroboró que los cuerpos habían sido decapitados cuando ya eran cadáveres en un lugar de «una importancia excepcional, no sólo por el excelente estado de conservación de sus restos», según Historic England (organización pública encargada de la preservación y divulgación del legado histórico británico). La fiabilidad de los exámenes es alta porque pocos yacimientos han proporcionado un corpus tan grande de datos y la mayor parte de Wharram Percy permanece intacta para el muestro y las comprobaciones.

La importancia del hallazgo se debe a que se trata de algo nada común en Reino Unido: el análisis de isótopos de estroncio de los dientes reveló que los fallecidos eran lugareños y que la práctica no correspondería a castigos a posibles invasores. «Esto nos sorprendió ya que al principio nos preguntamos si el unusual tratamiento a los cuerpos podría relacionarse con que (los muertos) fueran de más lejos», explicó Alistair Pike, profesor de Ciencias Arqueológicas de la Universidad de Southampton y director de la excavación. Otra posibilidad que se barajó en una segunda fase fue que se tratara de canibalismo, pero las marcas con armas blancas se concentraron en las cabezas y en los cuellos de los cuerpos. «Los patrones de marcas de roturas y cortes en los huesos no corresponden con la eliminación de la carne para comer», remarcó el investigador a Seek.

Con todos los condicionantes presentados Historic England considera que la teoría más aceptable sería que los hombres medievales de Wharram Percy decapitaban y quemaban los cadáveres por la creencia de que los muertos podían levantarse de de sus tumbas. La práctica del desmembramiento y de la incineración en piras era un método descrito por la literatura de su tiempo como efectivo para evitar a los renacidos. La creencia en los resucitados fue generalizada en el norte y el oeste de Europa. «Por lo general, eran malévolos, propagaban enfermedades y agredían físicamente a los vivos», recordaron en su estudio los investigadores.

«La idea de que los huesos de Wharram Percy sean restos quemados y desmembrados para detener a quienes irían caminando sobre sus tumbas parece adecuarse como la mejor prueba. Si tenemos razón, esta es la primera prueba arqueológica que tenemos de esta práctica. Nos muestra el lado oscuro de las creencias medivales y nos suministra un recuerdo gráfico de lo diferente que era la visión medieval del mundo respecto a nosotros», sentenció Simon Mays, director del equipo de Biología de los esquelos humanos en Historic England.

Las conclusiones de los arqueólogos se basan en los análisis de los 137 huesos desenterrados en la antigua villa del norte de Inglaterra. Según los indicios, ninguno de los diez hombres de entre 2 y 50 años a los que pertenecieron los restos consiguió resucitar. Ya fuera por las prácticas rituales o por la habitual ley natural.

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