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El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov. EFE
Rusia sigue rechazando el despliegue de cascos azules en el este de Ucrania para solucionar el conflicto

Rusia sigue rechazando el despliegue de cascos azules en el este de Ucrania para solucionar el conflicto

Se trataría de reconducir la situación bajo control estricto de Naciones Unidas, cuya salida ha sido rechazada desde el minuto uno por los rebeldes y por el Kremlin

Rafael M. Mañueco

Corresponsal. Moscú

Jueves, 17 de enero 2019, 10:37

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En su tradicional rueda de prensa anual a los corresponsales de los medios de comunicación extranjeros, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, habló ayer de acuerdos de desarme fallidos, de la retirada de la fuerzas estadounidenses del norte de Siria, alertó de cualquier intento de injerencia en los asuntos internos de Venezuela y aseguró que Rusia no se alegrará si se consuma el 'brexit'. El conflicto en Ucrania fue también evocado por Lavrov y lo que dijo no augura una pronta solución al problema.

Desde hace más de un año, Alemania, Francia y Ucrania, países que junto con Rusia forman el llamado 'Cuarteto de Normandía', proponen el despliegue de cascos azules en las regiones separatistas de Donetsk y Lugansk a fin de poner fin a las hostilidades y posibilitar la solución política plasmada en los Acuerdos de Minsk de febrero de 2015. A esta iniciativa se incorporó Estados Unidos, que nombró en julio de 2017 a Kurt Volker su emisario especial para las conversaciones de paz para el este de Ucrania.

En su comparecencia de ayer ante la prensa, Lavrov resumió así la postura de Washington, París y Berlín en relación con Ucrania: «nuestros colegas occidentales proponen unas normas ideadas por el enviado de EE UU, Kurt Volker, que no contemplan un diálogo directo entre Kiev y las milicias -separatistas- de Donetsk y Lugansk como establecen los Acuerdos de Minsk».

Según sus palabras, Occidente «sugiere desplegar un contingente de la ONU de 30.000 efectivos equipado con material pesado y todo tipo de armamentos para tomar el control de todo el perímetro de Donbass».«Después se procedería a disolver las milicias, la policía y la administración local en Donetsk y Lugansk desplegando en su lugar administradores y policías de la ONU que se encargarían de resolver todo allí».

Pero, a juicio de Lavrov, «de acuerdo con tales normas, no habría que celebrar elecciones y, en lugar de un consenso, de un compromiso entre Donbass y Kiev, se trata de imponer una decisión unilateral». «Confiar en que algo así puede llegar a materializarse es completamente irreal», sostiene el jefe de la Diplomacia rusa. Su solución, reiterada por Moscú de forma constante, pasa por que «nuestros colegas alemanes y franceses, que dentro del Cuarteto de Normandía se pronunciaron por la aplicación de los Acuerdos de Minsk , y todos los demás miembros de la Comunidad Internacional, incluyendo a EE UU, lograran el comienzo de «conversaciones directas» entre las autoridades ucranianas y los rebeldes separatistas de Donetsk y Lugansk.

La cuestión de las «conversaciones directas» entre Kiev y los cabecillas de la sublevación en la dos provincias el este de Ucrania es lo que impide que lo pactado en Minsk se implemente y lleve a la creación de dos regiones autónomas dentro de Ucrania y a la devolución al Gobierno ucraniano del control de la frontera con Rusia en el tramo que ahora está en manos de los rebeldes y por el que entran armas y hombres enviados por Moscú.

En Kiev interpretan que tienen que hablar con los representantes de Donetsk y Lugansk, pero tras unas elecciones libres, democráticas y celebradas en los dos enclaves según la legislación ucraniana. Rusia es la única que entiende que el diálogo debe tener lugar ahora con los líderes del levantamiento separatista y sin esperar a ningún tipo de comicios, que tendrían lugar después, una vez se hubiese alcanzado un acuerdo entre las partes.

La propuesta de desplegar cascos azules, y eso no lo tocó ayer Lavrov, contempla elecciones una vez pacificada la zona, en donde, según datos de la ONU, desde abril de 2014 han muerto ya 10.000 personas. Se trataría de reconducir la situación bajo control estricto de Naciones Unidas, pero está salida ha sido rechazada desde el minuto uno por los rebeldes y por el Kremlin.

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