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Un manifestante ucraniano sostiene una pancarta donde compara a Putin con Hitler. AFP
Putin y Zelenski se reúnen este lunes en París para hablar del conflicto en el este de Ucrania

Putin y Zelenski se reúnen este lunes en París para hablar del conflicto en el este de Ucrania

Es el primer cara a cara de los mandatarios, que para muchos es ya un avance independientemente de los resultados que arroje la cumbre

rafael m. mañueco

Moscú

Domingo, 8 de diciembre 2019, 20:37

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Después de casi cinco años desde que se celebró la última reunión a alto nivel del llamado Cuarteto de Normandía (Alemania, Francia, Rusia y Ucrania), los líderes de estos cuatro países, Angela Merkel, Emmanuel Macron, Vladímir Putin y Volodímir Zelenski, respectivamente, vuelven a encontrarse para hablar del conflicto en Donbass, región del este de Ucrania. Entonces fue en Minsk, el 11 y 12 de febrero de 2015, cuando se firmaron los acuerdos de Paz, ahora en París.

En estos cuatro años y diez meses transcurridos desde la cumbre de Minsk no se ha avanzado prácticamente nada hacia la paz o muy poco. Los únicos progresos palpables se han producido en las últimas semanas: un intercambio de prisioneros incompleto en septiembre y luego en noviembre la devolución a Ucrania de los tres buques apresados por fuerzas rusas el 25 de noviembre de 2018 en el estrecho de Kercch y un tímido repliegue de fuerzas por ambas partes en la línea de frente. De ahí que todas las esperanzas estén ahora puestas en la cumbre de este lunes en la capital francesa.

Hay dos factores que han posibilitado que el Cuarteto de Normandía, llamado así porque en esa región francesa mantuvieron el primer encuentro, el 6 de junio de 2014 con motivo del 70 aniversario del desembarco aliado, se reúna otra vez ahora. La primera es el cambio en la cúpula ucraniana, con la llegada al poder en mayo de Zelenski en sustitución de Petró Poroshenko, y la segunda el deseo declarado de Macron de que se resuelva el conflicto en el este de Ucrania y la Unión Europea normalice las relaciones con Moscú.

Se va a producir además el primer cara a cara entre Putin y Zelenski, lo que para muchos es ya un avance independientemente de los resultados que arroje la cumbre. Pero las posiciones de partida de Rusia y Ucrania no van a poner la cosas fáciles.

El secretario del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa de Ucrania (SNBO), Alexéi Danílov, ha dicho que Zelenski pretende conseguir en París un compromiso de Putin de que Ucrania recuperará pronto las regiones rebeldes de Donetsk y Lugansk, junto al control de la frontera con Rusia y la puesta en libertad de los ucranianos presos hoy día en las mazmorras de los separatistas, en Crimea y en las cárceles rusas. También el desarme total de la milicias separatistas. Cumplidos tales requisitos, Kiev posibilitará la celebración de unas elecciones en los dos enclaves secesionistas, a los que –según los acuerdos de Minsk– habrá de conceder un régimen autonómico.

Moscú, por su parte, según palabras pronunciadas por el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, durante un reciente viaje a Kirguistán, mantiene una postura que no augura un gran entendimiento en París. Para empezar, reiteró el axioma desplegado sin cesar por el Kremlin desde que, en abril de 2014, comenzó la guerra en el este de Ucrania. A saber, «Rusia no es parte en el conflicto, no está implicada», argumento que rechazan tanto Ucrania como Francia, Alemania, el resto de los países de la UE y también Estados Unidos.

Armas y voluntarios

Rusia ha defendido siempre que la guerra en Donbass, que según la ONU ha causado ya 13.000 muertos, es interna y civil, no una «agresión» de Rusia a Ucrania como consideran en Kiev. Ello pese a las múltiples evidencias de que las milicias separatistas reciben de Moscú dinero, armas y «voluntarios» salidos de las filas del propio Ejército ruso.

Este posicionamiento lleva, según explicó el jefe de la Diplomacia rusa, a que las autoridades ucranianas «deben hablar directamente con los dirigentes de Donetsk y Lugansk para acabar con el conflicto», exigencia inadmisible para Kiev mientras no haya primero unas elecciones en los dos enclaves verdaderamente democráticas y bajo supervisión internacional. Lavrov, sin embargo, antepone los comicios a una devolución del territorio y del control de la frontera, y tampoco prevé que para ello las milicias separatistas tengan que deponer las armas. Putin, por otro lado, ha venido descartando una revisión de los acuerdos de Minsk como a veces ha sugerido Zelenski.

El solo hecho de hacer referencia a la posibilidad de admitir la fórmula propuesta en su día por Frank-Walter Steinmeier, antiguo jefe de la Diplomacia germana y actual presidente del país, provocó concentraciones de protestas en Kiev hace unas semanas. Steinmeier pide celebrar elecciones en las dos regiones rebeldes bajo la observación de la OSCE y con arreglo a la legislación ucraniana.

Si los comicios discurren sin incidentes y dentro del respeto a las normas democráticas, Kiev deberá concederles un régimen autonómico. Después, deberá culminarse la desmilitarización de Donbass y devolver a Ucrania el control de la frontera entre Rusia y los dos enclaves soberanistas. Por su parte, Poroshenko exige que primero se devuelvan los territorios, se depongan las armas, control de la frontera y luego elecciones. La autonomía ya se verá si se concede. Cualquier otra cosa, a su juicio, sería una «capitulación».

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