Raisi mantiene abierta la puerta de Irán a resucitar el acuerdo nuclear

Ese «resultado» no es otro que el levantamiento de los castigos por parte de EE UU, unas sanciones que impiden a Teherán vender petróleo y han hundido la economía nacional. La mejora de relaciones con Arabia Saudí y la defensa de su trabajo como juez frente a las críticas de las organizaciones de derechos humanos que le acusan de estar implicado en las condenas a muerte de miles de presos políticos fueron otros de los temas clave del encuentro con los medios.

Con el acuerdo atómico como gran tarea pendiente y con la incógnita de si se mantendrá el mismo equipo negociador que trabaja desde abril, Raisi marcó como línea roja «las actividades regionales de Irán y el programa balístico», dos de los puntos que EE UU, con presión de sus aliados Israel y Arabia Saudí, estarían tratando de incluir en el pacto. De la vuelta o no a este texto depende el equilibrio de Oriente Medio en los próximos años.

Teherán no quiere otra versión de lo acordado en 2015 y se ciñe al documento firmado con el grupo del 5+1, formado por EE UU, Reino Unido, Francia, Rusia, China y Alemania. Los iraníes se comprometieron a limitar el enriquecimiento de uranio a cambio del levantamiento de las sanciones. Ellos cumplieron su parte, pero Trump volvió a imponer castigos. Esto hizo que comenzaran a dar pasos que les alejan del texto original como volver a producir uranio metal, necesario para fabricar combustible atómico, pero que también puede emplearse para hacer el núcleo de una cabeza nuclear, enriquecer uranio a una pureza del 20%, muy lejos del 3,67% permitido, y poner en marcha centrifugadores de última generación.

Ya se han celebrado seis rondas de conversaciones en Viena y el tono es muy positivo entre ambas partes. El portavoz del Ministerio de Exteriores, Said Jatibzadé, afirmó que «no es improbable que la próxima ronda de conversaciones sea la última». La vuelta al acuerdo fue una de las promesas electorales de Joe Biden y en las últimas semanas se ha mostrado partidario de empezar a levantar castigos. Cuestionado sobre si estaría dispuesto a tener un encuentro con Biden, el clérigo contestó: «no».

La relación con Riad es otro frente abierto, sobre todo por el choque de intereses en lugares como Yemen, donde los saudíes apoyan al presidente Mansur Hadi y los iraníes a los rebeldes hutíes. Raisi pidió a su vecino del Golfo que detenga su intervención militar y trató de mostrarse conciliador al decir que «no hay obstáculos» para recuperar las relaciones y reabrir embajadas.

Su nombre está ligado a las ejecuciones masivas de presos políticos en 1988, cuando era vicefiscal del tribunal revolucionario de Teherán. Organizaciones como Amnistía Internacional recuerdan que fue el más joven de los cuatro jueces que supervisaron miles de ejecuciones. Raisi está en la lista de iraníes sancionados por EE UU y este lunes no dudó en defenderse de estas acusaciones.

También fue cuestionado por la poca participación en los comicios, que se quedó en un 48%, la más baja de la historia de la república islámica. Raisi, como el Líder Supremo, Alí Jamenei, apeló a la teoría de la conspiración y defendió que la gente acudió a las urnas «pese al coronavirus y la guerra psicológica».