El terror golpea Jerusalén con un atentado que deja seis muertos, entre ellos un español

Pinto formaba parte de la histórica comunidad judía de Melilla, que son descendientes de familias que empezaron a instalarse allí a finales del siglo XIX y se dedican principalmente al comercio. Los medios israelíes recogieron que había decidido emigrar a Israel, donde se había casado recientemente y estudiaba en la escuela religiosa de Derech Emunah, en Lod.

Su comunidad en la colonia Ramot lamentó en un comunicado que «su futuro se vio cruelmente truncado. Acompañamos con nuestro corazón a su joven esposa, su familia y su comunidad en estos momentos difíciles».

El ejército lanzó una operación en los alrededores de Ramala para rodear las casas de los dos palestinos. Allí conocen muy bien el castigo colectivo que les espera después de un atentado mortal de este tipo. Los militares entran en los pueblos, bloquean las carreteras, cierran los puestos de control, arrestan a familiares y amigos y, en breve, derribarán las casas de los autores de los disparos.

Casi dos años después, Jerusalén volvió a ser escenario de lo que la Policía calificó de «ataque terrorista». En noviembre de 2023, un mes después del ataque de Hamás del 7 de octubre, otros dos palestinos asesinaron a cuatro personas a tiros en el barrio de Givat Shaul. Ahora, como hizo hace dos años, Hamás considera lo sucedido de «operación heroica». Los islamistas no asumieron la autoría y explicaron en un comunicado que se trata de «una respuesta natural a los crímenes de la ocupación y a la guerra de exterminio que libra contra nuestro pueblo».

Hamás instó a los palestinos a intensificar la confrontación con los colonos en los territorios ocupados, donde la violencia se ha disparado en los últimos 23 meses y colonos y militares han matado a más de 1.000 palestinos y herido a 7.000, según datos del Palestinian Information Centre. Cisjordania es una olla a presión por el avance firme de la ocupación y el plan de anexión que ha puesto el Gobierno israelí sobre la mesa.

Netanyahu subió al interior del autobús 62, al que trataban de subir decenas de personas en el momento del ataque. El primer ministro declaró a los medios que «se está librando una feroz guerra contra el terrorismo en todos los frentes. Estamos persiguiendo y cercando las aldeas de donde vinieron los terroristas».

El Shin Bet identificó a los autores como Mohammad Taha, de 21 años, de Qatanna, y Muthanna Amro, de 20 y natural de Qubeiba. Estas dos localidades son vecinas y están muy cerca de Ramala. Los jóvenes lograron superar el muro de separación por la mañana y colarse en suelo israelí para disparar contra la gente que esperaba al autobús a una hora de gran movimiento.

Ben Gvir aplaudió la «heroica respuesta» del militar ultraortodoxo y los civiles que abrieron fuego contra los dos palestinos. El responsable de Seguridad Nacional recurrió a su perfil de X para recordar en un mensaje que «las armas salvan vidas. Debemos recordarlo. Hago un llamamiento a los ciudadanos de Israel: ¡vayan y ármense!» Esta es una de las máximas que defiende el líder ultranacionalista desde su llegada al Gobierno.

La presidencia de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) «reiteró su firme postura de rechazo y condena» a cualquier ataque contra civiles palestinos e israelíes y dejó claro que denuncian «toda forma de violencia y terrorismo, independientemente de su origen«. En opinión de la ANP, «la seguridad y la estabilidad en la región no se lograrán sin poner fin a la ocupación, detener los actos de genocidio en Gaza y detener el terrorismo de los colonos en Cisjordania, incluida Jerusalén ocupada».

Emiratos Árabes Unidos, firmante de los Acuerdos Abraham y que la semana pasada señaló a la anexión de Cisjordania como una «línea roja», también se sumó a la condena del «tiroteo terrorista». Los emiratíes expresaron su «rechazo permanente a todas las formas de violencia y terrorismo dirigidas a socavar la seguridad y la estabilidad». El comunicado de EAU sobre la anexión como amenaza para mantener la normalización de relaciones con Israel hizo que Netanyahu bajara el perfil de las declaraciones sobre sus intenciones de extender la soberanía sobre los territorios que ellos llaman Judea y Samaria, por sus nombres bíblicos.