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La Unión Europea social aún no existe

La Unión Europea social aún no existe

No hay un salario mínimo o subsidio de paro europeo, ni pensiones mínimas, ni, por supuesto, una armonización fiscal ni tributos europeos

Diego López Garrido

Miércoles, 2 de octubre 2019, 00:33

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El pasado 21 de septiembre, Mario Draghi sentenció ante el Parlamento Europeo, en su despedida, que la Unión Económica y Monetaria no tiene el instrumento fiscal eficaz para abordar, en su caso, la crisis o recesión que se asoma en el horizonte. Esto ocurre a pesar de que la crisis financiera y de deuda que se desencadenó en Estados Unidos, y luego en Europa, desde 2007 provocó un destrozo económico y productivo de proporciones considerables. La propia subsistencia del euro estuvo en el aire, y hubo que improvisar programas de rescate para algunos países de la Unión (Portugal, Irlanda y, particularmente, Grecia) y ayudas específicas para el sector bancario en España, que aún no se han recuperado. En la última década, Estados Unidos reaccionó mejor (ley Volcker) que la Unión en el ámbito de la regulación financiera (no hay Unión Bancaria), ni se ha fortalecido el presupuesto de la Unión (en torno al 1% del PIB europeo).

Pues bien, algo parecido podría decirse respecto de la todavía insuficiente Europa social. Cuando se creó la Unión, el reparto de tareas fue nítido. Los Estados se quedaron con las competencias de lo que se ha llamado acertadamente el Estado de Bienestar, un producto modélico de la postguerra europea. Los Estados se han ocupado de la educación, la sanidad, los subsidios de desempleo, el salario, las pensiones, la asistencia social, etc. La Unión solo puede complementar la acción social de los Estados, como se desprende de los artículos 151 y siguientes del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE).

El artículo 153 dice literalmente que «la Unión apoyará y completará la acción de los Estados miembros» en toda una serie de competencias sociales y para los fines previstos en el artículo 151 (modelo social europeo). Pero lo que sucedió en la crisis de 2008 es que se demostró que los Estados, uno a uno, es decir la ciudadanía, no estaban dotados de la fuerza necesaria para resistir el impacto social (no solo el económico) de la gran recesión. Lo denominé 'los cuatros jinetes del Apocalipsis' –el desempleo, la pobreza, la desigualdad y la xenofobia– en el libro 'La Edad de Hielo' (RBA, 2014, páginas 216 y siguientes).

La Unión, como tal, no pudo proteger a sus ciudadanos y ciudadanas, porque no poseía los instrumentos ni las atribuciones necesarias para ello. La Unión, insisto, solo puede 'completar' lo que hacen los Estados, con medidas débiles, según señalan los Tratados (TUE y TFUE). Incluso, en las cuestiones relativas a seguridad social y protección social de los trabajadores, protección de estos en caso de despido, representación y defensa colectiva de los intereses de los trabajadores y empresarios, incluida la cogestión, y condiciones de empleo de los nacionales de terceros países que residen legalmente en el territorio de la Unión, los Estados miembros han de decidir con arreglo a un procedimiento legislativo especial (no el ordinario), por unanimidad (artículo 151.2 TFUE).

El pilar social europeo mencionado en la cumbre de Gotemburgo de 2017 no ha ido acompañado de cambios jurídicos sustanciales, ni medidas consistentes de protección social frente a situaciones críticas.

Esto nos lleva a afirmar que, ante una fuerte desaceleración económica, la Unión tampoco tendrá los medios para proteger «socialmente» a los ciudadanos de Europa. No hay un salario mínimo europeo, ni unas pensiones mínimas, ni subsidio de desempleo europeo, ni, por supuesto, una armonización fiscal, ni tributos europeos que suministren la fuerza impositiva que permita abordar los efectos disruptivos de la tormenta económica que se puede producir. Alguno de estos instrumentos para la Europa Social los ha propugnado, por cierto, el Gobernador del Banco de España, recientemente.

La cumbre social de Gotemburgo fue significativa, pero, como dije, no adoptó medidas para construir lo que es impredecible: un verdadero pilar social europeo con las atribuciones que antes he señalado. Este pilar social europeo, con toda seguridad, va a requerir reformas de los Tratados. Este es uno de los retos que se le presenta a la nueva Comisión y al nuevo Parlamento Europeo nacidos de las últimas elecciones, como hemos señalado en el Informe sobre el Estado de la Unión Europea 2019, realizado por la Fundación Alternativas y la Friedrich Ebert Stiftung, presentado en el Parlamento Europeo.

¿Será capaz de afrontar este desafío la conferencia anunciada para el año que viene sobre el futuro de Europa? Por el momento, solo cabe reiterar una cosa: la Unión Europea Social que hoy tenemos no es suficientemente sostenible ante la eventualidad de una nueva recesión económica.

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