Ucrania aspira a lograr 200 cazas nuevos para reformar su obsoleta Fuerza Aérea
La negativa de Alemania y EE UU a exportar F-16 frente a la opinión favorable de otros países reabre el debate sobre los límites de la OTAN en el envío de armas a Kiev
T. Nieva
Martes, 31 de enero 2023, 21:07
«No querían darnos artillería pesada y nos la dieron. No querían darnos Himars y nos los dieron. No querían darnos tanques y ahora nos ... los están dando. Aparte de las armas nucleares, no hay nada que no vayamos a conseguir». La convencida sentencia del asesor del Ministerio de Defensa ucraniano, Yuriy Sak, tras confirmar la recepción de carros de combate occidentales se ha topado en menos de una semana con la negativa de Alemania y Estados Unidos a suministrar aviones de combate a Kiev, así como con la indefinición de la mayoría de gobiernos aliados. El rechazo frena, al menos de momento, las aspiraciones de rearme del gabinete de Volódimir Zelenski, aunque, según su asesor, el ministerio trabaja en el acondicionamiento de aeródromos y tiene ya una lista de pilotos a adiestrar en el manejo de los F-16.
La postura manifestada por el presidente estadounidense, Joe Biden, y el canciller germano, Olaf Scholz, abre un nuevo debate interno en la OTAN sobre los límites que debe tener el envío de arsenales a la exrepública soviética para evitar una confrontación bélica entre la Alianza Atlántica y Rusia. El presidente de Lituania, Gitanas Nauseda, expresó este martes su convicción de que «hay que cruzar las líneas rojas» y exportar cazas a Kiev. El Gobierno eslovaco se declaró asimismo «preparado» para enviar un lote de Mig-29.
Sin embargo, Polonia fue mucho más cauta. Varsovia, favorable a apoyar militarmente a Kiev, ha precisado que, de momento, «no hay conversaciones oficiales sobre la transferencia de F-16 polacos a Ucrania. El tema no existe», zanjó el viceministro de Defensa, Wojciech Skurkiewicz. Suecia también ha adelantado que carece de planes para trasladar cazabombarderos al país en guerra mientras Francia y Países Bajos se mantienen en la indefinición, pero «con la mente abierta».
La pretensión de Ucrania, en realidad, está más enfocada a la creación de una nueva fuerza aérea mucho más compacta y moderna de la que tiene ahora, no sólo para enfrentarse a la aviación rusa sino con vocación de perdurar después de la guerra. El Gobierno espera que los aliados le suministren de «forma escalonada» hasta doscientos cazas, que permitirían a Kiev sustituir su flota actual, obsoleta y menguada por los enfrentamientos con los invasores. Según los analistas británicos, el Estado Mayor habría perdido al menos cincuenta aparatos desde el comienzo de la invasión. El avión más moderno del que disponen es un Sukhoi-27 de origen soviético que entró en servicio en 1991. Ucrania heredó decenas de Su-27 cuando se disolvió la URSS y, al inicio de la guerra, conservaba una treintena.
Antes de la invasión
La antigua Unión Soviética diseñó este aparato en la década de 1970 para poner su aviación de combate a la altura de los F-15 estadounidenses. Su éxito militar es indiscutible, aunque el caza ha sido evidentemente superado por otros más avanzados -incluso Rusia tiene evoluciones mejores de este modelo-, que es lo que ahora quiere corregir el gabinete de Zelenski. «No se trata sólo de los F-16, sino aviones de cuarta generación, eso es lo que queremos», ha declarado Yuriy Sak.
El portavoz de la Fuerza Aérea, Yuriy Ignat, ha manifestado en los medios kievitas que la remodelación de la Fuerza Aérea comenzó a planificarse antes de la invasión y debía completarse en 2035. Ucrania, uno de los territorios «más grandes de Europa», necesita según el ministerio dos centenares de aviones de combate para garantizar su protección áerea. Ignat reconoce que Rusia dispone de más cazas -tiene al menos 48 bases aéreas militares- y que los ucranianos «somos además inferiores en tecnología».
Tampoco les sobra el presupuesto militar. Precisamente este martes, el Gobierno anunció la supresión del sobresueldo mensual de 30.000 hryvnias (751 euros) que abonaba a los soldados acantonados en la retaguardia, «fuera de la zona de combate», y sólo lo conservarán quienes «realicen tareas en el este, sur o norte del país». El Ejecutivo si mantendrá el plus de 100.000 hryvnias (unos 2.400 euros) a los militares que luchan en el frente, Algunas fuentes interpretan esta decisión como una fórmula para animar la movilización de las tropas a primera línea en el umbral de la «gran ofensiva rusa» que se espera para primavera, aunque el Gobierno lo justifica en la necesidad de racionalizar el gasto.
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