Bayrou sobrevive en el caos político francés pese a su impopularidad
Aunque no cuenta con el apoyo de una mayoría sólida en la Asamblea, el veterano primer ministro resiste y cumple seis meses en el cargo
Cuando François Bayrou compuso su primer gabinete el pasado 23 de diciembre, numerosos analistas veían poco probable que el primer ministro galo superara el umbral ... simbólico de los seis meses. Su predecesor, el conservador Michel Barnier, había durado menos de tres después de haber caído debido a una moción de censura impulsada por la izquierda y apoyada por la ultraderechista Agrupación Nacional. El veterano dirigente centrista, sin embargo, ha desmontado los peores presagios. Y ha demostrado cierta habilidad para ganar tiempo y resistir en su cargo, aunque no cuenta con el apoyo de una mayoría sólida en la Asamblea Nacional.
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«No ignoro el Himalaya al que nos enfrentamos», dijo Bayrou a finales del año pasado tras haber sido elegido por el presidente, Emmanuel Macron. Después de haber conseguido un acuerdo con el Partido Socialista (PS), el primer ministro sacó adelante en febrero los presupuestos de este año. Esas cuentas, que comportaron una reducción de más de 30.000 millones de euros del gasto público, tenían como objetivo recortar el elevado déficit del país, del 5,8% del PIB al cierre de 2024. Pero, una vez superó esa primera cima, quedó desguarnecido para los siguientes meses.
El líder del MoDem, de 74 años, cumple seis meses en Matignon como un político que no genera simpatía. Apenas un 17% de los franceses tiene una imagen positiva de él, según un sondeo reciente de Ipsos para el diario 'La Tribune du Dimanche'. Bayrou no solo supera en ese dato negativo a Macron (21%), sino que se ha convertido en el primer ministro más impopular en la historia de la Quinta República, junto con el socialista Jean-Marc Ayrault (2012-2014).
«La imagen de Bayrou se corresponde a la del viejo político de toda la vida. Cuando habla, aparece como un dirigente anciano y cansado»
Christophe Bouillaud
Politólogo y profesor en Sciences Po Grenoble
«Su imagen se corresponde a la del viejo político de toda la vida. Cuando habla, aparece como un dirigente anciano y cansado», asegura el politólogo Christophe Bouillaud, profesor en Sciences Po Grenoble, en declaraciones a este medio. No le ayudó que asociaran su nombre con el escándalo de agresiones físicas y sexuales en el internado católico de Notre Dame de Bétharram. Y se supo recientemente que 22 de los 36 ministros son millonarios, algo que tampoco beneficia la imagen del Ejecutivo.
Su impopularidad también se debe a su apuesta por un tijeretazo en las arcas públicas. Bayrou anunció en abril su voluntad de disminuir en 40.000 millones el gasto público en los presupuestos del año que viene, que empezarán a debatirse a partir del otoño. La tarea se augura ardua teniendo en cuenta la importancia del Estado en la economía gala. Un aumento del IVA, una disminución en el número de funcionarios, una prórroga presupuestaria sin tener en cuenta la inflación… Han sido algunas de las pistas lanzadas en las últimas semanas.
Repunte del desempleo
«A esta dificultad para enderezar las cuentas públicas se le suma el repunte del desempleo y la persistencia de la inseguridad y la inflación. La gente siente que no hay ninguna mejora», explica Bouillaud. Además, el Gobierno, compuesto por una coalición entre los partidos afines a Macron y la derecha tradicional de Los Republicanos, prácticamente no ha impulsado ningún proyecto de ley desde principios de año.
Los pocos textos adoptados en una muy fragmentada Asamblea Nacional han sido propuestas hechas por diputados o senadores. Por ejemplo, la ley sobre el narcotráfico o sobre los menores delincuentes, que fue censurada el pasado jueves por el Consejo Constitucional. La principal medida que prepara el líder del MoDem consiste en una reforma del sistema electoral, que aporte una mayor proporcionalidad en la elección de los diputados. Para hacer realidad esta recurrente promesa, el responsable del Ejecutivo deberá evitar una moción de censura exitosa durante el debate presupuestario de otoño.
«El partido de Marine Le Pen tendrá la última palabra y decidirá si hace caer el Gobierno y cuándo lo hace», pronostica Bouillaud, quien considera que el PS apostará por una oposición frontal como el resto de sus socios en la izquierda. Bayrou había logrado en enero suavizar la posición de los socialistas prometiéndoles una mesa social sobre las pensiones. Pero estas negociaciones entre sindicatos y la patronal han resultado accidentadas. Y este lunes celebrarán su última reunión sin ninguna garantía de que lleguen a un acuerdo de mínimos.
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