La epidemia enmascara el giro 'tory' con las finanzas públicas

Sunak comenzó asegurando que «todos los recursos extraordinarios que necesite el Servicio Público de Sanidad para sobrellevar el coronavirus los recibirá» y pasó el resto de la hora larga que empleó en la lectura del presupuesto enumerando una prolija lista de compromisos de inversión en infraestructuras, subvenciones a la investigación, programas de construcción de viviendas o proyectos de economía verde.

El Gobierno británico prevé un gasto adicional de unos 14.000 millones de euros como consecuencia de la epidemia. Intenta proteger a la población y la demanda interna, extendiendo el número de personas que recibirán paga por baja de enfermedad o haciéndose cargo del coste para las empresas pequeñas. Se ha coordinado con el Banco de Inglaterra, que ha reducido medio punto su tipo de interés, quedando en el 0,25%.

El coronavirus segó los incipientes brotes en la economía británica tras tres años de incertidumbres, división y estancamiento en la política del país. Se detectó tras la victoria de los conservadores en las elecciones de diciembre un «rebote Boris», con los británicos dispuestos a gastar más, fuese por su confianza en el nuevo líder o por la consumación del 'brexit' y la perspectiva de un Gobierno con mayoría.

El origen del estímulo fiscal de Sunak, más allá de lo necesario para la epidemia, es confuso. No está claro cómo y cuándo el Partido Conservador ha pasado de aceptar en 2010 la exigencia del entonces gobernador del banco central, Mervyn King, de reducir drásticamente el déficit, a abogar en las últimas semanas por el beneficio de la intervención del Estado y del Tesoro público en numerosos mercados.

Quizás el líder laborista, Jeremy Corbyn, fue el responsable de ese giro, por el gran respaldo de los electores a su programa electoral en 2015, que rompía el marco de referencia en el que habían operado los gobiernos de las últimas décadas, incluidos los 'neolaboristas'. A pocos días de abandonar el liderazgo de su partido, Corbyn reprochó a los 'tories' en el debate sobre el presupuesto que persistan «en declarar que la austeridad fue necesaria».

El Gobierno de Johnson llevó más lejos que Theresa May el intento de arrebatar a los laboristas el voto en áreas del centro y del norte de Inglaterra que han perdido buena parte de sus industrias. Logró que la victoria del 'brexit' en esas circunscripciones, en el referéndum de 2016, se convirtiese en diciembre en un voto a su promesa de consumar la marcha de la Unión Europea y al Partido Conservador. Quiere compensar ese voto para que se repita en el futuro.

Promete a esas comarcas carreteras y autopistas, trenes, puertos francos, 'clusters' de captura y almacenamiento de carbono,… más endeudamiento cuando la economía anémica es sacudida por una epidemia y avanza en la negociación con la UE con objetivos aparentemente incompatibles y un ultimátum en diciembre. El cálculo que sostiene el giro conservador es que los compradores de bonos hubiesen sido más exigentes en 2010 pero ahora se conforman con el 0.25% de interés.

Aún así, sorprende que Rishi Sunak- empleado antes en el banco Goldman Sachs y casado con una mujer de familia multimillonaria- proclame en su estreno como ministro de Hacienda, tras la dimisión hace menos de un mes de su antecesor, Sajid Javid, exdirectivo de Deutsche Bank, que «el Partido Conservador es el verdadero partido de los trabajadores» y que el suyo es «un presupuesto para el pueblo por un Gobierno del pueblo».