El silencio de Trump sobre el 'caso Epstein' le enfrenta ya a su propio Gobierno

Pocos hubieran imaginado hace unas semanas que el abrupto giro de 180 grados de la fiscal general Pam Bondi, una leal del movimiento MAGA, para dar por concluida la investigación con un memorándum que niega la existencia de la famosa «lista de clientes de élite de Epstein», y su supuesto asesinato para acallarlo, incitaría la ira de los acólitos de Trump. Sobre todo tras admitir ésta en febrero en la cadena Fox que estaba «revisando» la famosa «lista», que tenía en «la mesa de su despacho».

El movimiento MAGA estalló en incredulidad después de que la Administración publicara un vídeo borroso de tres minutos, que supuestamente prueba que el delincuente sexual se quitó la vida en su celda en una cárcel neoyorquina en 2019. No deja de ser paradójico que Trump, el gran maestro de la manipulación del relato, haya quedado atrapado y vulnerable en una de las teorías de la conspiración ampliadas por él para conectar con su base y capturar su apoyo para llevarle al poder. Un amplio grupo de afines a los que, tras nueve años de seducción, ha degradado en una semana a la categoría de «débiles» y «estúpidos» .

La teoría conspirativa del QAnon, basada en la profunda desconfianza del MAGA del Estado profundo, sostenía que una red compuesta por las élites demócratas se dedicaba al tráfico de menores que capturaban a través del país. Los acérrimos del presidente ven ahora «traición» y «engaño» en el cambio de rumbo del Gobierno y un intento de ocultación por parte de élites corruptas que «controlan los hilos del poder» y que el presidente prometió desmantelar.

Con la creencia de que Trump es también parte de esa élite, el motín MAGA ha invadido las redes sociales, los pódcasts, debates, prensa y medios, y hasta las calles. El jueves por la noche, mientras el vídeo de gente quemando gorras del MAGA se hacía viral, Trump ordenó exasperado a la fiscal Bondi hacer públicos los testimonios del gran jurado del caso de tráfico sexual. Por supuesto, la tal «lista de clientes de Epstein» sigue sin existir.

El viernes por la noche, Trump demandó también por difamación al diario 'The Wall Street Journal' y a su propietario, Rupert Murdoch, por publicar un artículo que expone la profunda conexión de Trump con Epstein, revelando la existencia de una obscena tarjeta de felicitación de cumpleaños firmada por Donald. Después de todo, ambos fueron amigos íntimos durante 15 años, posibles cómplices de correrías sexuales con niñas menores de 12-14 años, ampliamente registradas en vídeos y fotos, que los compañeros de andanzas celebraban a lo grande.

Lo que nunca ha estado claro es cómo el hijo de una modesta familia judía de Brooklyn, que no terminó la universidad, pasó de ser profesor de un colegio privado de niñas a ganar millones como asesor financiero, amasar una fortuna y adquirir una docena de residencias en varias partes del mundo.

El autor e investigador del caso, Ryan Dawson, sostiene que Epstein no creó una red internacional de tráfico sexual de menores a gran escala, sino que se insertó en una ya creada, a la que pertenecía el promotor de modelos francés Jean-Luc Brunel, que tras su detención en París se quitó la vida en la cárcel en 2022.

Trump y Epstein rompieron su amistad cuando en una fiesta el pederasta intentó sobrepasarse con la hija adolescente de un amigo del ahora presidente. Ahora el MAGA exige la divulgación completa de una sórdida conspiración de la que su líder parece ser parte. Quieren «la lista» de la poderosa élite que Epstein grabó en cientos de vídeos confiscados por el FBI.

Porque aunque muchas de las influyentes figuras del MAGA han criticado a Trump por diversos asuntos, esta es una revuelta distinta. Proviene del centro de las creencias de los acérrimos del movimiento, e incluye a miembros de su Administración como Bondi, del FBI como su director Kash Patel y el subdirector Dan Bongino, y hasta uno de sus grandes leales, el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson. Las fuerzas que concitó se alzan ahora en su contra.