¡No es posible!: Trump también envejece
Una insuficiencia venosa crítica «benigna» le provoca «hinchazón de piernas» y preocupa a su equipo al poner de nuevo sobre la mesa el problema de la gerontocracia en la Casa Blanca
Donald Trump puede escapar de muchas situaciones menos de la edad. El presidente de EE UU ha sido diagnosticado de una insuficiencia venosa crónica, una ... afección «leve» que padece uno de cada veinte adultos a partir de los 50 años y se vuelve más habitual desde los 70 en adelante. La Casa Blanca, por medio de su portavoz Keroline Leavitt, se ha apresurado a certificar que se trata de una dolencia «leve» y que el mandatario «se mantiene en excelente estado de salud».
Todo parece hasta ahí normal. Pero en el equipo del dirigente republicano existe una indudable inquietud sobre cómo puede impactar en el denominado líder del mundo un problema corriente en el resto de los veteranos. Solo una vez, en abril, el Gobierno se implicó tanto para hablar de la salud del presidente, cuando su médico emitió un certificado de que estaba «totalmente capacitado» para ejercer el cargo. Por lo demás, la falta de transparencia ha sido absoluta en torno a la salud de Trump.
La «leve hinchazón» de sus piernas vuelve a poner sobre la mesa la cuestión de la gerontocracia en la Casa Blanca. Su predecesor, el democrata Joe Biden, renunció hace justo un año, el 21 de julio, en plena campaña electoral, después de que su propio partido y sus patrocinadores considerasen que no estaba capacitado cognitivamente para un nuevo mandato.
Trump le llamaba «Joe, el dormilón» y se mofaba de sus frecuentes equivocaciones. Demasiado mayor para dirigir EE UU, le insistía. Biden tenía entonces 81 años. Trump ha cumplido 79. Terminará su mandato con 82. Y esa pequeña hinchazón que a veces le causa dolores en las piernas es el primer signo público de que el líder republicano que ha hecho de la indestructibilidad su símbolo de gobierno, también envejece.
El mandatario decidió someterse el jueves a un examen médico en la clínica de la Casa Blanca. Llevaba semanas con molestias en las extremidades inferiores y las redes sociales se han llenado de fotos de sus tobillos hinchados y de moretones en las manos con preguntas incómodas sobre posibles enfermedades graves. En la reciente final del Mundial de Clubes en Nueva Jersey, donde presenció el partido entre Chelsea y Paris Saint-Germain, todo el mundo pudo apreciar sus piernas notablemente hinchadas en los asientos que le reservaron a él, su esposa, Melania, y el presidente de la FIFA, Gianni Infantini. El miércoles, durante la recepción que ofreció al príncipe bareiní Salman bin Hamad Al Khalifa en Washington también resultaba muy visible el rastro de maquillaje en su mano derecha para ocultar una mancha morada.
Los cuestionamientos públicos sobre su salud aconsejaron una revisión que ha sacado a la luz una insuficiencia venosa crónica. Las válvulas venosas no funcionan como deberían y eso provoca acumulaciones de sangre o que ésta descienda por las piernas y presione los capilares.
Los periódicos estadounidenses aparecen este viernes sembrados de declaraciones de expertos médicos.La afección no es grave, explica en 'The Wall Street Journal' el dcotor Sean Lyden, director de cirugía vascular de la Clínica Cleveland, y habituamente se trata con unas medias de compresión.
Prakash Krishnan, jefe de Intervenciones Endovasculares del Hospital Cardíaco Mount Sinai Fuster, en Nueva York, precisa que la dolencia del presidente es un grado superios a las varices, pero no tan grave como otros tipos de insuficiencia venosa. Otro experto, el doctor. Gregory Magee, jefe de cirugía vascular y endovascular de NYU Langone Health , añade que resulta habitulmente benigna. «Es normal que nuestras venas se dañen con el envejecimiento», dice Magee. «En la gran mayoría de los casos, no es un problema grave»..
Según Karoline Leavitt, Trump ha sido sometido a una revisión exhaustiva que descarta otras enfermedades como la trombosis venosa profunda, coágulos sanguíneos o eproblemas arteriales. Los hematomas en el dorso de las manos podrían ser, según la portavoz, una irritación causada por los frecuentes apretones de manos y la ingesta de aspirina como remedio preventivo cardiovascular. La hinchazón en las piernas se agravaría también por las rutinas de su trabajo, sedentarismo y largas horas en pie, unido a una cuestión de sobrepeso.
Pero Estados Unidos es Estados Unidos. En los dos últimos días no han cesado de surgir las teorías conspiranoicas, sobre todo las que apuntan a que la Casa Blanca encubre el verdadero estado de salud del presidente. En cierto modo, Trump prueba de su propia medicina (es un chiste malo, cierto), ya que él mismo alimentó durante meses que el Gobierno ocultaba la pérdida de facultades cognitivas de Biden.
Todavía hoy aquella hoguera se continúa avivando. Una comisión republicana investiga las aptitudes mentales del expresidentre demócrata y si es por ese motivo que utilizaba de modo prolífico un bolígrafo automático en sus firmas de decretos y otros documentos. Un periodista le abordó hace cuatro días a Jill Biden en plena calle para preguntarle si su marido sufre problemas mentales. Anthony Bernal, jefe de la oficina de la ex primera dama, fue obligado el miércoles a comparecer ante la Cámara de Representantes para responder sobre las aptitudes del expresidente, Se acogió a la Quinta Enmienda para no responder. Y este mismo jueves, la comisión anunciaba la posibilidad de citar a Joe y Jill Biden, en lo que sería una comparecencia inédita y extraordinaria en la historia de la Casa Blanca.
Bistec con patatas
No es extraño que, ante tamaño cúmulo de escrutinios sobre la salud de Biden, a Trump le preocupe que se hagan visibles los signos de su edad. El veterano magnate ha hecho de su fortaleza física –e incluso psicológica, del atentado de Butler que a punto estuvo de matarlo no parece haber quedado señal de trauma mental– un baluarte de su presidencia.
El movimiento MAGA le ha encumbrado como una especie de semidiós y hasta hay algún fanático que cuando la Casa Blanca exhibió el cartel del presidente disfrazado de Supermán hace una semana, sigue diciendo que ese es el auténtico lugar que le corresponde a Trump. Fuere así o no, lo de volar con una capa parece venírsele abajo tras el diagnóstico de hinchazón de tobillos.
Trump alardea de que es el presidente con mejor salud de la historia americana. Y lo dice porque así es él y porque detesta que los médicos le aconsejen cuidarse con la mayoría de quienes se sentaron en el Despacho Oval antes que él.
Bill Clinton se hizo vegano, Barack Obama jugaba al baloncesto, dejó el azucar, consumía abundantes manzanas y almedras y casi todas las verduras procedían de un huerto que él y Michelle montaron en la Casa Blanca. Reagan desayunaba fruta y café descafeinado. Todas las mañanas acudía puntual al gimnasio, Los fines de semana cortaba leña en su rancho de California. George B. Bush era fanático del running. Le gustaba batir sus marcas y a veces, cuando se desplazaba de Estado, hacía que le alquilaran una habitación de hotel solo para aprovechar unas horas el gimnasio entre reuniones. Se afeitaba solo con agua caliente. Sin espuma
Trump, por el contrario, parce inclinarse por la dieta Simpson. «Me encanta el bistec, la hamburguesa, la pasta y las patatas fritas. Todo lo que no deberíamos comer», manifestó en 2015, cuando presentó un certificado de salud perfecto antes de presentarse a las elecciones. Ha restaurado el botón de la Coca-Cola en su despacho, aunque luego contrarresta el subidón de calorías con caminatas kilométricas en el campo de golf.
Duerme poco. En su entorno aseguran que su cerebro mantiene una actividad casi constante. Comienza la jornada a las seis de la mañana y las primeras dos o tres horas las pasa delante del televisor, consumiendo programas informativos. Lo mismo hace por la noche. Es una de las razones por las que, desde bien temprano o de madrugada, atiza a las redacciones periodísticas con decenas de tuits. Es el hombre-sorpresa. En ellos puede desde criticar a Elon Musk a anunciar aranceles exorbitantes para Europa o bombardear Irán. Desde que inició su mandato en enero, ya lleva colgados unos 3.000 mensajes. La prensa es la que va a enfermar a este ritmo.
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