Se ofrece gurú para arrasar en las urnas
Campaña que dirige Lynton Crosby, elecciones que gana. Su último éxito, la victoria contra todo pronóstico de David Cameron. Ficharlo sale a casi millón y medio de euros al año
daniel vidal
Sábado, 16 de mayo 2015, 01:38
Lynton Crosby luce con orgullo en su despacho de la City una frase que le dedicó en 2012 el alcalde de Londres, Boris Johnson: «Sencillamente, ... el mejor director de campaña que he conocido». El mensaje tiene su lógica, teniendo en cuenta que este asesor político le hizo ganar dos elecciones consecutivas y convirtió al excéntrico Boris en uno de los personajes más populares del mundo. Pero, a este paso, el despacho de Crosby se va a quedar pequeño para tanto piropo de sus clientes, tanta lisonja, tanta carta de agradecimiento, tantas palabras bonitas. Campaña que dirige Lynton Crosby, elecciones que gana.
Una a una
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Defensa numantina. De cara a las elecciones de la semana pasada, una de las heridas que podían infectarse en el Partido Conservador era la división interna en torno a la permanencia del Reino Unido en la UE. Crosby prohibió tajantemente a los candidatos tories referirse a ese tema. Si se saltaban sus normas, había bronca.
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Contragolpe rápido. Por contra, la táctica que implantó Lynton Crosby en el partido fue la de ensalzar las acciones del gobierno de Cameron para contrarrestar los efectos de la crisis económica «los conservadores son gente fiable, a diferencia de los laboristas, que son unos ineptos soñadores socialistas condenados a llevar al país a la ruina».
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Objetivos claros. Una de las frases de cabecera de Crosby es «Una campaña se basa simplemente en descubrir quién decidirá el resultado... dónde están, qué les importa y cómo llegar a ellos». A este asesor se le valora especialmente su ojo clínico para incidir en grupos sociales especialmente determinantes. En Australia se centró en los círculos marginales.
Esta vez ha sido con David Cameron, al que Crosby ha llevado en volandas para arrasar, contra todo pronóstico, en los comicios generales de la semana pasada en el Reino Unido. «Es el hombre que realmente ha ganado las elecciones», analiza The Guardian. De regalo, el asesor le ha brindado a su jefe el estrepitoso descalabro de todos sus rivales: el laborista Ed Miliband, el liberaldemócrata Nick Clegg y el eurófobo del UKIP Nigel Farage, que acabaron dimitiendo. «La victoria más dulce», definió el propio Cameron.
Antes, este australiano de 62 años ya había triunfado sobradamente en el sector privado trabajó para empresas de más de 50 países diferentes y vendido su talento a políticos de Australia y Nueva Zelanda. Por su puesto, ganando todas las votaciones que se pusieran por delante.
Aún no se sabe qué tipo de halagos habrán dedicado los conservadores británicos a su Rey Midas, pero los siempre implacables rotativos del Reino Unido no han ahorrado tinta a la hora de rebautizarle: Rasputín, Rottweiler, Eminencia gris, Crosbinator, Mago de Oz... The Independent le ha llegado a comparar con Jose Mourinho, «con quien comparte un talento para ganar en diferentes países, pero siempre con las mismas tácticas sofocantes», describe el plumilla Matthew Norman. A Lynton Crosby se lo rifan en medio mundo. El periodista John Carlin, que también ha escrito sobre él, le define como «el Rasputín de los tories». Y añade: «Es el estereotipo del australiano brusco y directo que salpica su conversación con groserías. Pero a su vez posee lo que alguien que le conoce bien describe como una mente láser, una lúcida capacidad para simplificar un problema aparentemente complejo y dar rápidamente con la solución». Al periodista inglés afincado en Sitges no le extrañaría que Crosby recibiera una llamada desde la calle Génova... que, eso sí, tendría que tirar de chequera. A Crosby le contrataron los conservadores británicos en 2012 con un sueldo de un millón de libras anuales. La magia se paga.
Lynton Crosby ha llegado muy alto. Estudió Economía en la Universidad de Adelaida, la quinta ciudad más grande de Australia, donde se involucró en la política estudiantil y conoció a su esposa Alba, ambos militantes del Partido Liberal. Allí se metió en el bolsillo a muchos profesores, pero sobre todo a uno muy progresista, Baden Teague, que acabó fichándole cuando se presentó y ganó su escaño al Senado en 1977: «Es una persona inteligente, muy directa y honesta: no tiene problemas a la hora de decirle la verdad a los líderes políticos», recuerda el veterano exsenador liberal. No solo eso. Cuando forma equipo, pocos se atreven a desafiar sus instrucciones sobre el mensaje que deben comunicar. Si alguien desobedece sus órdenes, manda un mensaje de texto con solo dos palabras: «Not helpful» (no ayuda). Es su manera de avisar que, si persisten en su actitud, «él mismo se encargará de ir a darles una paliza», apunta Carlin.
«Perro de ataque»
Aunque la prensa británica también le ha dispensado una buena sarta de críticas, sobre todo en lo relativo al tono «negativo» de su campaña, lo cierto es que el final de la partida, teniendo en cuenta los sorprendentes resultados de las elecciones, le ha terminado dando la razón. Hace solo unos meses, los partidos de la oposición se frotaban las manos gracias a las divisiones en el seno del Partido Conservador a cuenta de la permanencia de Gran Bretaña en la Unión Europea. Pero la táctica de Crosby, imitando a Mourinho, fue reforzar la defensa y salir al contragolpe. Prohibió que cualquier candidato tory mencionase el tema públicamente en la campaña, a la vez que concentró todas las energías en el mensaje de que Cameron había evitado la catástrofe tras la crisis financiera de 2008, logrando reconducir la economía. La misma música que suena en España, donde Génova y La Moncloa repiten machaconamente ese mensaje. Según reseña Carlin, el gurú australiano era consciente del descontento entre la ciudadanía británica por la pérdida de poder adquisitivo en relación a los años anteriores a la crisis, pero armó una estrategia basada en presentar a los conservadores como «gente fiable, a diferencia de los laboristas, a los que mostraba como unos ineptos soñadores socialistas condenados a llevar al país a la ruina». ¿Les suena?
A Lynton Crosby no le frena nadie cuando se trata de alcanzar el objetivo. Lo saben bien Boris Johnson y David Cameron: «Ninguno de los dos posee el despiadado instinto de perro de ataque que caracteriza a Crosby. Cuando flaquean, él les da una buena sacudida verbal, cuestiona su hombría, les recuerda que para lograr la victoria todo vale... dentro de la ley», observa Carlin. La receta parece funcionar en las urnas y, mientras tanto, su caché sigue subiendo.
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