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El Madrigal, el superviviente de los grandes cines de Granada

Historias de @LaHemeroteca ·

Ha muerto Ana María González, la propietaria del Cine Madrigal, el último de los cines históricos de Granada

Amanda Martínez

Viernes, 10 de agosto 2018, 13:35

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Sus paredes han sido testigo de miles carcajadas y de lágrimas de cientos de personas; su palcos recibían la llegada cada fin de semana de nuevas parejas que en busca de intimidad se refugiaban en su sala, y en sus butacas se han sentado, día tras días, amantes de las buenas películas. Cines Madrigal tiene historia, una bonita y larga historia que no debería terminar nunca.

Madrigal nació el 24 de septiembre de 1960. La inauguración se llevó a cabo con la película hispano alemana'Un Trono para Christy' y la Asociación de la Prensa granadina, en atención a que el propietario eso un socio de la entidad, patrocinó aquella primera sesión cuya recaudación se destinó a fines benéficos. El 'visionario' fue Juan Torres Molina Díaz, fotógrafo y profesor de la Escuela de Arte y Oficios de Granada, hijo del que fuera el primer reportero gráfico de la ciudad y reconocido prestigio más allá de las fronteras de nuestro país. Su hijo Juan descubrió que su pasión por la fotografía iba más allá y que abarcaba también a la imagen en movimiento. Fue así como se decidió a montar la que, tiempo después, sería la sala de cine más querida por los granadinos; y lo hizo prácticamente todo él solo, aunque recibió algo de respaldo financiero de la mano de los propietarios del cine Aliatar. «Los propietarios de Aliatar ayudaron a mi padre en la inversión porque en aquellos tiempos todo el mundo se conocía y se tendía una mano; pero además, jugó un papel fundamental el hecho de que mi padre tuvo que adquirir unos compromisos de programación», explicó en una ocasión a IDEAL Juan Torres Molina hijo del fundador del cine que hace la labor de gerente de la sala. Y es que en el cine de la época primaba la cuestión de los circuitos, es decir: cuantos más locales tenías para programar películas, más potencia tenías también a la hora de contratar los largometrajes, «y a los dueños de Aliatar también les interesaba participar en la nueva apertura de un cine para poder llevar la programación durante un periodo, que resultó ser un año».

El Madrigal era en su inauguración un cine pequeño (tenía 500 localidades) y selecto, moderno y acogedor que año tras año el cine continuó con su éxito con películas como 'Los que no perdonan', western en la historia del cine que consiguió ganarse al público, como también lo hizo el estreno de 'La ciudad no es para mí'. Desde su nacimiento se convirtió en el cine más apreciado de Granada porque a partir de los años 60 era el más moderno, «estaba muy cuidado y forrado íntegramente de madera. A día de hoy se mantiene tal cual, por lo que se demuestra que la calidad de los materiales elegidos era la correcta. También los elementos decorativos fueron estudiados con cuidado, las escayolas del techo fueron hechas por los profesores de vaciado de la Escuela de Arte y Oficios,y también los vaciados que hay en la sala y en el hall», afirma Juan. Algo inusual para la época y que les ha proporcionado buenos resultados es la preocupación que existió en su momento por conseguir unas cualidades acústicas perfectas, lo que les hizo estudiar a fondo la manera de conseguir los efectos técnicos que aún perdura: «tanto la concepción del fondo de pantalla de proyección como el interior de las paredes están forradas con tela de saco y la madera evita el rebote; todo eso nos lo han confirmado diversos técnicos llegados de distintos puntos. Además, en cuanto al diseño del cine, el artífice fue uno de los grandes arquitectos de Granada, Francisco Prieto Moreno». Por su aspecto y sus cualidades rápidamente comenzó a conocérsele como «La Bombonera», ya que a pesar de no ser tan grande como el Palacio del Cine su acceso era mucho más sencillo y «eso lo agradecían, y lo siguen haciendo, los clientes, porque no tienen que subir escaleras, ni hay gradas que dificulten el paso. Además la ubicación era perfecta ya que la vida cultural de la ciudad se desarrollaba en la Acera del Casino. No podíamos estar en mejor lugar», confiesa Juan.

Éxito

Las cifras de asistencia de público eran impresionantes cualquier día de la semana, «sobre todo comparadas con las de hoy», matizó. Las pequeñas películas hacían 800 espectadores los fines de semana y entre semana llegaban a los 400. Cuando eran taquillazos se vendían más de 2000 entradas, «la gente iba al cine, siempre. Salían a la calle, paseaban, comían y luego entraban a ver una película. Además, tenían diversas salas entre las que elegir porque todos los cines de la ciudad se encontraban aquí, en el centro, lo que daba vida a esta zona, no daba miedo pasear fuera la hora que fuera y el público tenía donde elegir, todos los cines estaban cerca, en el centro de la ciudad, lo que atraía a los ciudadanos al centro, había vida, más vida. En los 60 coexistían el cine Aliatar, el Alhambra,el Goya, el Palacio del Cine, el Regio, Cine Príncipe, cada uno defendía una película y había público para todos. Eso hoy no ocurre».

Ante la crisis de la industria el Madrigal dio un giro y comenzó a proyectar películas que están fuera de los circuitos más comerciales. Cine europeo e independiente que en Granada tiene su público que ha continuado fiel. Una sala necesaria en una ciudad que aspira a 'ciudad de la cultura'.

El motor que hacía de que Madrigal siguiera funcionando era Ana María González, la matricarca de los Torres Molina. Cuando el padre murió en 1984, fue ella quien asumió las riendas de la empresa y consiguió que el cine continuara su andadura granadina, cuando todos los demás habían cerrado sus puertas. En esta tarea ayudaron mucho los tres hijos del matrimonio, Juan, Manuel y José, que se repartieron el trabajo del Madrigal. «Por nada del mundo queremos que el cine cierre sus puertas, sobre todo por nuestra madre. Ella lo dejó todo para ayudar a nuestro padre en sus inicios y cuando él faltó se encargó de todo, sin dudarlo un sólo momento », explicó Juan a este periódico.

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