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De Plaza Nueva y Calvo Sotelo

De Plaza Nueva y Calvo Sotelo

No es fácil comprender las intenciones que movieron a los dirigentes locales en los últimos años de la dictadura franquista para llevar a cabo las actuaciones que desarrollaron en la ciudad

CÉSAR GIRÓN

Lunes, 19 de septiembre 2016, 00:19

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Ya se han señalado en estas páginas actuaciones y momentos concretos en los que se escribió el epitafio de buena parte de la historia de la ciudad. Una aniquilación medida y calculada, desarrollada al margen de los intereses generales, desde décadas antes, que vinieron a lesionar ostensiblemente a Granada. Los peores acontecieron durante los años sesenta y la primera mitad de los setenta. Fueron decisiones tan indebidas como culpables, concepciones incalificables que trataron de prolongarse incluso con posterioridad más allá de la aprobación de la Ley del Suelo de 1976, cuando ya se producía la transición democrática. A modo de ejemplo, es interesante conocer que corría el año 1977 cuando se pretendió por el último ayuntamiento franquista rescatar y ejecutar el viejo proyecto de prolongación de la Gran Vía.

Un pleno decisivo

Uno de esos momentos que no debería haberse producido jamás fue el pleno del 6 de julio de 1973, en el que se dio vía libre a determinados proyectos urbanísticos que venían gestándose desde tiempo atrás y cuya ejecución transformaría negativamente la ciudad. En aquella sesión plenaria que se celebró por la noche fueron aprobados, entre otros, el concurso-subasta para la adjudicación y explotación de un hotel de alto nivel en los Mártires -resultaría adjudicatario la empresa IFASA-, el proyecto millonario de mercado minorista en el Zaidín que interferiría en el desarrollo de la ciudad-jardín prevista en el plan de 1951, se aprobaría el polémico aparcamiento subterráneo en Puerta Real, también se aprobó la primera aportación de algo más de un millón y medio de pesetas para las obras de reordenación urbana de la Plaza Nueva y se presentó para su toma en consideración el proyecto de adecentamiento y modernización de la avenida de Calvo Sotelo.

Manifestación y reuniones

  • La histórica intervención, que fue precedida de la tala de los 430 plátanos de indias, se venía preparando desde varios años antes. El día final de la cuenta atrás fue el 28 de enero. Este día se produjo la mítica manifestación de mujeres que se oponían a la tala y la transformación del bulevar, capitaneadas por Eulalia Dolores de la Higuera, que llegaría a encadenarse a los árboles, y la reunión convocada en su despacho por el alcalde Serrabona.

Reordenación de Plaza Nueva

La obra de Plaza Nueva fue planteada inicialmente para la renovación del pavimento, pero a la postre se convertiría en una actuación de mucha más envergadura, convirtiéndose en una de las intervenciones más decisivas y transformadoras de la ciudad. La imagen tradicional de la antigua plaza, la principal de la ciudad junto a la de Bib-Rambla, cuyos orígenes se remontan a 1504, con una primera obra de cubrimiento del río realizada por el alarife Alí Mediana, quedaría tras ella irreconocible. La justificación esgrimida para la remodelación de 1973 fue la habitualmente empleada en la época: «Mejoraría la movilidad en la plaza, facilitando la penetración del tráfico hacia el Albaicín y la Alhambra, además de servir para dignificar los espacios principales como Santa Ana y el Palacio de la Chancillería». Y para ello el primer paso fue talar la totalidad del arbolado de acacias. Por quitar no quedó. Se eliminaron los antiguos kioscos de madera y marquetería, se renovaría el mobiliario urbano y lo más importante, se suprimió el vial norte que permitía la circunvalación uniendo la plaza de Santa Ana con la calle de Elvira. Quedó un único vial principal de doble anchura en el que se sustituyó el adoquinado por un negro tablero de asfalto entre Reyes Católicos y la Carrera del Darro, levantándose también las vías de los tranvías eléctricos que desde aquí partían hacia Puerta Real, Cervantes, Triunfo, Andaluces, Realejo y la Alhambra por la Cremallera. Plaza Nueva se había modernizado radicalmente...

Calvo Sotelo

La avenida de la Constitución fue siempre una calle principal y un espacio imprescindible para conocer la evolución del urbanismo propio del desarrollismo especulativo. Su historia se remonta hasta finales del siglo XV, cuando los Reyes Católicos establecen extramuros de Granada el campamento de San Lázaro.

Ya conocemos en líneas generales el asunto de Calvo Sotelo y los prolegómenos de su actual configuración urbana, generada a partir de la década de los años sesenta con la modificación de las ordenanzas de 1949 y la concesión de licencias muy concretas a partir de 1965 para actuar en el callejón del Vidrio de San Lázaro, en la zona de la avenida de Madrid, la Acera de Canasteros y Fuentenueva, con las que se abriría la puerta al urbanismo más especulativo. Pero sería en 1974 cuando se culminó el despropósito que convirtió a Calvo Sotelo en el peor ejemplo del desarrollismo local.

El alcalde trató de ganarse la complicidad de los directores de los medios de comunicación, lo cual no consiguió a pesar de explicarles que Calvo Sotelo se convertiría en una avenida moderna que permitiría mayor velocidad y fluidez del tráfico de entrada y salida a Granada. Para ello se suprimirían los aparcamientos en superficie y las vías del tranvía, que había dejado de funcionar la semana anterior, permitiendo establecer varias vías de aceleración, dos carriles de servicio en las calzadas laterales y el ensanche de los cuatro carriles de la calzada central. Dos días después se concluiría la tala, se iniciaría la remodelación y de un plumazo desaparecería el histórico bulevar para dejar espacio al automóvil.

Las protestas que encabezaron decididamente determinadas personalidades de relevancia local, en un momento y ante un régimen que pocos escarceos manifestativos habría permitido, fueron inocuas. Nada hizo variar los planes de intervención. Dos días después la arboleda había sido talada por completo y la otrora bellísima avenida pasó a ser un solar desolado que entre jocosa y enfadadamente la ciudadanía dio en llamar 'avenida de Kung-Fu' y poco después, 'avenida Chupa-chups', por las modernas farolas que se instalaron. El alcalde dijo que amaba «los árboles pero que no sabía hacer política con ellos». La modernización radical de Calvo Sotelo se había producido. Granada ya no era la misma ciudad.

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