Carlos Cano, raíces de calles sombrías
Los pasos del artista en su infancia granadina. Como motivo del 70 aniversario del nacimiento de Carlos Cano, @La Hemeroteca le recuerda con este artículo sobre su infancia publicado en IDEAL el 20 de diciembre de 2000
rocío mendoza
Jueves, 28 de enero 2016, 14:40
POR la Cuesta del Mauror resuenan las canicas que el niño Carlos rodaba con su pandilla de amigos. La piedra de las escaleras frias y ... húmedas de la calle cercana a Plaza Nueva podrian hablar mejor que cualquiera de sus conocidos de la infancia del artista, que fue como la de cualquier niño pero como la de cualquier niño de la época: triste, dura, marcada porla muerte y por la guerra, como él mismo ha reconocido en multitud de ocasiones.
Cercana a la calle de sus juegos, en Rodrigo del Campo -aunque en realidad su nombre auténtico era Rodrigo Ocampo sigue hoy en pie la case de vecinos donde su madre, la "adoración de su vida" -como a le gustaba decir-, lo trajo al mundo el 28 de enero de 1946. Y entre ambas calles, alrededor de su casa, entre Plaza Nueva y el Darro, transcurrieron los primeros pasos de la vida de Carlos.
El Chalo, propietario del quiosco de presa ubicado en Plaza Nueva, lo recuerda con sólo cuatro años de la mano de su madre cuando ambos iban, como tantos días, a comer a casa de su tio Emilio, ubicada en el segundo piso del número dos de la plaza. Allí, años antes, su madre se enamoró de Carlos Cano, el padre que apenas conoció.
En aquella época, todavía pequeño, El Chalo cuenta cómo en la familia se empezaba a noter la falta de la figura del padre. "Y todavia lo añora", dice el dueño del quiosco que ha visto transcurrir durante 67 años la vida de las familias del barrio. "Hace unos meses, en una de sus visitas, vino a comprarme el periódico y se acordó de la ausencia de su padre, porque yo le hablé de su familia -su madre, su abuela, sus tios, que son los que yo he conocido- y me dijo con pena: "Si yo supiera donde esta...", cuenta
Bajo la sombra de las ausencias de la figura paterna y la tutela de las mujeres de su vida - madre, su abuela la tata y su tia, una mujer recordada por su espléndida belleza, se forjó la raiz rebelde del niño Carlos.
Antonio Diaz Aldea fue uno de las niños que nació en la misma casa de vecinos de la calle Rodrigo del Campo y que se crió con Carlos hasta que éste alzó el vuelo en su adolescencia.
Con risas, Antonio recuerda la vida con Carlos como un devenir de días interminables rodando canicas en la Cuesta del Mauror con otros dos niños. Entrelos cuatro formaban una pandilla compacta que no dejaba en paz al vecindario con sus travesuras.
"Ideabamos de todo para pasar el rato", cuenta Antonio Diaz, que recuerda con especial ternura la competencia a la hora de tirar los trompos o el juego de las cajetillas. "Solo teniamos que recortar las aletillas de las cajas de cerillas y jugabamos a algo parecido al juego de las cromos de las niñas", cuenta.
Lo que no olvida su compañero de juegos es "lo jodío" que era el futuro artista. La rebeldia y la testarudez que mas tarde marcarian su forma de estar y de entender el mundo ya se dejaba notar, sobre todo, cuando creció y entreó en la adolescencia. "La verdad es que le daba mucho que hacer a su madre y a su hermana. Era un rebelde nato", asegura Díaz.
Ese inconformismo fue el que le impulsó, muy joven a alzar el vuelo. La ciudad se le quedaba pequeña y necesitaba compartir sus ideas políticas y sus ganas de vivir con la gente de otras ciudades. Sevilla, París, Madrir, Cádiz... y muchas otras, fueron las ciudades que vieron crecer el espíritu desatadi de Carlos Cano. Nunca dejó Granada, la ciudad a la que amó hasta encumbrarla como su fuente de inspiración. En su casa de Las Gabias y un piso que su madre tuvo en la calle Gonzalo Gayas, saciaba sus anhelos de volver. Y aquí se queda.
Recuerdos de juventud
Un '5 a las 5'
Fue el año 1975. El día 5 de junio de ese año, un grupo de personas quisieron participar en un homenaje a Federico García Lorca. Las autoridades prohibieron la concentración que se realizaba en el Triunfo. Los asistentes, alrededor de un centenar de personas, decidieron concentrarse en la zona más alta del actual campus universitario de Cartuja, que aún estaba en construcción. Allí, rodeados por una férrea cadena de coches policiales, Carlos Cano ofreció un pequeño recital a los incondicionales que se arremolinaron en torno a él.
El mitin
No era fácil participar en los primero mítines de la transición. Carlos Cano fue el cantautor más activo de la época. Luchador por las libertades, se subió a los escenarios de una gran cancidad de actos públicos, y siempre mantuvo una fuerte relación con su ciudad natal
La imagen
No siempre estuvo relacionado con la recuperación de la copla. En sus primeras actuaciones públicas, su objetivo era la lucha por la libertad y la democracia desde un sentido claramente andalucista.
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