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El alcalde diligente

El alcalde diligente

Con motivo del 55 aniversario de la muerte de Gallego Burín, @LaHemeroteca recuerda su figura con este artículo de José Luis Entrala publicado en IDEAL el 4 de junio de 1989 para la serie 'Los alcaldes de Granada'

josé luis entrala

Jueves, 14 de enero 2016, 14:02

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EN 1938, Miguel del Campo vuelve por fin a su puesto de mando en el Ejército y deja paso a un Ayuntamiento completamente civil, nombrado por Narciso Perales, entonces inspector nacional de Falange. Es el 3 de junio cuando Antonio Gallego llega al cargo para el que parecía predestinado; alcalde de Granada. "Toda la ciudad va a ser desde entonces una inmensa Casa de los Tiros. Tiene 43 años, pelo negro, breve bigote, intensa mirada, manos expresivas, andares firmes y rápidos, luce el uniforme de la Falange ya unificada y lleva la única camisa azul que en el país mantiene el cuello almidonado . Y lo lleva porque cuando intentó usar el cuello blando cogió un catarro respetable".

El asunto del cuello duro, que cuenta Gallego Morell en la biografía que consagró a su padre, trajo consecuencias que pudieron ser gravísimas. El 2 de enero de 1941 asistieron a la tremolación del Pendón los altos cargos de la Sección Femenina, con Pilar Primo de Rivera al frente. Al día siguiente en las páginas del diario Patria, que entonces ejercía como portavoz oficial del Movimiento, se lanza un ataque frontal contra el alcalde Gallego basándose en su cuello azul almidonado. Según el director y autor del artículo, Felipe Olivares, ese cuello es un insulto inaguantable que sólo puede lavarse con la inmediata destitución de Gallego Burín. Cuenta en su libro Gallego Morell, con excelente sentido del humor, que "hasta la planchadora de la calle Santa Ana que almidonaba sus camisas teme haber perdido un cliente". Pero no pasa nada. Pilar Primo de Rivera fue a comer con el alcalde y miró en silencio el cuello blanco, alto, postizo y duro que llevaba Gallego Burín y que siguió llevando siempre. Pocos días después, sin mayores alharacas, Felipe Olivares es cesado en la dirección de Patria.

La persona

Antonio Gallego Burín fue el mayor deccinco hermanos en una familia de doble ascendencia andaluza. El padre de Iznatoraf, en Jaén, y la madre de Sevilla. Esta madre sevillana según cuenta su nieto "es pieza esencial al trazar el perfil biográfico de mi padre. Se levantaba al amanecer para oír la primera misa de Santa Ana y encendía velas para que engordase su hijo Antonio. Le traía mostachones de la calle Elvira y roscos de Ricardo y era la primera que leía la caricatura de Miranda en IDEAL por si decía algo contra el Ayuntamiento".

Estudió Gallego Burín las primeras letras en la Escuela Pública Municipal de la calle Hospital de Santa Ana y sigue luego el bachiller hasta que se gradúa en 1911, después de haber tenido como profesor a Fermín Garrido Quintana. Su porvenir lo decide una cuestión de horario ya que "quería ingresar en la Academia de Artillería pero le dicen que allí tendría que madrugar y ducharse en invierno con agua fría" lo que le hace matricularse en las Facultades de Derecho y Filosofía y Letras. En 1926 gana la Cátedra de Literatura y Artes en Salamanca, pero renuncia al día siguiente de tomar posesión para volver a su puesto de archivero y profesor auxiliar en la Universidad de Granada: «No sabía vivir fuera de Granada» dice su hijo Antonio. Cuatro años después consigue su gran anhelo; la Cátedra en la Universidad de Granada. Es el 9 de mayo de 1930.

En aquellos tiempos ya ha pasado su etapa de las Juventudes Mauristas y es "el andaluz que más creyó en las formulaciones políticas de don Francisco Cambó de la Lliga Catalana". Luego se incorporó al Movimiento Nacional pero "tuvo una vinculación muy estrecha con el Conde de Barcelona hasta el punto de firmar el famoso manifiesto".

El teatro

Mientras tanto Gallego Burín se ha casado gracias al teatro. Ya a los 15 años formó compañía con el futuro médico Rafael García Duarte, para representar El Puñal del Godo, de Zorrilla. Esta afición a las tablas le llevó a protagonizar La fuerza bruta, de Benavente, junto a Eloísa Morell. La obra, donde también actuaba Lolita Burgos que luego se casaría con José Palanco, que fue alcalde de Granada, tiene un enorme éxito y los protagonistas se enamoran. Eloísa vive momentos de gloria . La prensa destaca su inspiración y Antonio Gallego Burín escribe en verso:

-Tengo una novia morena -con donaires de gitana- tienen sus ojos la pena mística de una fontana.

En 1927 dirige e interpreta El gran teatro del mundo, de Calderón y en 1935 crea, con motivo del V Centenario de Lope de Vega, un grupo teatral universitario en línea directa de La Barraca de García Lorca y la Compañía Lope de Vega de Pepe Tamayo. Y todo esto sin perder sus costumbres y aficiones. Los recorridos por los caserones, conventos e iglesias de Granada y las visitas a los anticuarios para ir recreando amorosamente «su» museo de la Casa de los Tiros. Continúa las tertulias peripatéticas hasta la madrugada, se acuesta muy tarde y lee novelas policíacas. En cambio apenas come; "tuvo una úlcera de estómago tradicional durante toda su vida y estuvo muy ceñido en este aspecto. Lo más habitual era tortilla. francesa y jamón que no plantea problemas cuando va a un banquete. En cambio nunca le sentaron mal los dulces de las monjas . Los batatines de Zafra, por ejemplo, le encantaban". Y algo muy curioso, "en mi padre había mucho de gitano. Un sanatorio le aterraba ;el número 13 lo evitaba; el sombrero no se podía dejar sobre la cama y algunas regañeras se ganó mi hermano por abrir un paraguas dentro de la casa".

En 1951 le llega el nombramiento de Director General de Bellas Artes. Deja la Alcaldía y Granada con tristeza "pero a los pocos años estaba contentísimo de vivir en Madrid". Sus diez años en la Dirección General, que no caben en este capítulo, dejaron enorme huella en toda España y sobre todo en Toledo, que le otorgó la medalla de oro. Se opera por fin de una doble úlcera de

duodeno y vive unos años de auténticos descubrimientos; los mariscos, el whisky, las salsas picantes, el chocolate con churros. Son años de trabajo y de gloria que interrumpe la muerte ¡un día 13! Pasando por Toledo, volvió definitivamente a Granada para que le subieran a hombros por la Alhambra. Gallego Burín, el alcalde «metomentodo», había dado su último paseo por Granada.

Los doce años de Gallego Burín en el Ayuntamiento fueron muy rentables para la ciudad de Granada. El sentido artístico del catedrático de Arte y su buen gusto, tantas veces demostrado, se desparramaron por las calles y las plazas de Granada. Pequeñas cosas como los nuevos kioscos de prensa en la Gran Vía, las farolas de muchos barrios, el traslado del Pilar del Toro que lo colocó delante de su casa en la plaza de Santa Ana o el Museo de la Casa de las Pisas.

Y grandes cosas. Todavía quedan vivos muchos granadinos que recuerdan la «panza» del Embovedado que impedía ver la Acera del Casino desde la del Darro. Gallego Burín rebajó esa panza, pavimentó la recién nacida Acera de Darro, promovió numerosos empedrados que todavía quedan en el Albaicín ... Pero su labor urbana fue mucho más allá con la prolongación y ampliación de Recogidas, la remodelación de la calle Oficios y los mercados de la Romanilla y la Pescadería. Y sobre todo la remodelación del barrio de la Manigua, donde las mujeres de mal vivir dejaron sus casas a la nueva calle Ganivet, que debió llamarse Gallego Burín según acordó el Pleno un día que su alcalde no estaba. El propio Gallego anuló el acuerdo al regresar de su viaje y desde entonces Granada sigue esperando que alguien se acuerde de bautizar una calle, una plaza o un barrio con el nombre de aquel alcale urbanista.

Antes y después de ser alcalde, Gallego Burín dedicó buena parte de sus afanes al campo del turismo. Desde los tiempos de Comisario Regio con la Monarquía hasta sus últimos años de Director General de Bellas Artes. Dos hitos fundamentales jalonan esta labor; la creación de la Casa de los Tiros con la Oficina de Turismo y la conversión del Convento de San Francisco de la Alhambra en uno de los paradores nacionales más clásicos y rentables de toda España.

¿Recuerdan esa deuda que se encontró José Navarro Pardo con la Compañía General de Electricidad en enero de 1936? La guerra hizo olvidarla a todos pero volvió con la paz. Cuando Gallego Burín la pagó ya se elevaba a 1.700.000 pesetas. Cuando se despide por segunda y última vez del Ayuntamiento, el 31 de agosto de 1951, Antonio Gallego Burín dijo que "constituye para mí el mayor de los orgullos y satisfacciones poder decir a Granada que está resuelto el problema del alcantarillado y las aguas potables". Gallego Morell se enorgullece también de este auténtico acontecimiento y le sale la vena literaria cuando comenta que "ya nadie aconsejaría lo que a Lope de Vega cuando viajó a Granada; beber vino en vez de agua. Los camareros del Bar Sevilla ofrecían a sus clientes del año 1950, ¿desean agua mineral o de Gallego Burin? Y lo curioso es que la estación depuradora no la inauguró nunca porque le tocó inaugurarla a otro alcalde, aunque fue Gallego Burín quien la construyó. No hubo acto oficial pero entró en servicio que es lo importante".

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