Edición

Borrar
El general De Gaulle, saluda en su recorrido por el centro de Granada
Visita relámpago de Charles de Gaulle

Visita relámpago de Charles de Gaulle

Con motivo del 45 aniversario de la muerte del que fuera presidente de la República francesa, Charles de Gaulle (Lille, 22 de noviembre de 1890- Colombey les Deux Èglise, 9 de noviembre de 1970), @LaHemeroteca recuerda su visita a Granada y Jaén unos meses antes de su muerte

Amanda Martínez

Jueves, 12 de noviembre 2015, 12:34

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Fue una visita relámpago, de apenas unos dos horas, pero que le permitió al general conocer la Capilla Real y la Alhambra. Al ser reconocido, con su clásico 'tiburón' y su gran estatura tuvo que estrechar las manos de los granadinos que lo saludaban a su paso. Para la hora de comer ya estaba en Jaén. El general que lideró la Francia libre había dejado de ser presidente del país vecino un año antes, acababa de entrevistarse con Franco y, pocos meses después, el día 9 de noviembre, murió.

Aquella visita fue un recorrido urgente e inesperado que tuvo lugar el 11 de junio de 1970. Inesperado porque salió de Jaén, donde se alojaba en el Parador de Santa Catalina, rumbo a Córdoba, donde todo el mundo suponía una entrevista con el entonces Príncipe de España, Juan Carlos; pero el coche del general despistó al cortejo de periodistas, pasó por Alcalá la Real y se vino a Granada. Entró a la ciudad por la carretera de Pinos Puente, cruzando la Avenida de Calvo Sotelo y Gran Vía a gran velocidad. Los semáfotos habían sido oportunamente puestos en intermitencia. Le acompañaban su esposa, su ayudante de campo y, en dos automóviles más, su séquito y la escolata policial española. Subió a la Alhambra y el Generalife y, en una hora, estaba paseando por la calle Oficios camino de la Capilla Real. También conoció la Cartuja y, desde allí volvió a Jaén. El general, al que un guía explicó historia y detalles de la Alhambra, firmó junto a su esposa, Yvonne Vendroux, en el libro de Washington Irving. La rapidez de la visita impidió a las autoridades granadinas saludarle, tan solo el delegado de Información y Turismo y el jefe superior de Policía lo hicieron.

Santa Catalina, el Parador elegido por De Gaulle

Cuentan los jaeneros que vivían en la ciudad en 1970 que allá por el mes de junio del citado año, cuando el general francés Charles de Gaulle decidió no sólo visitar Jaén sino también alojarse en ella, se armó un gran revuelo que tuvo consecuencia unas medidas de seguridad nunca antes vistas en la capital del Santo Reino.

No era para menos. Quien hasta hacía muy poco había sido primer ministro francés se encontraba ultimando la escritura de sus memorias y pensó que el Parador de Jaén, allá en el cerro de Santa Catalina, aislado del mundanal ruido, podría ser un buen lugar para la reflexión.

Dicen los lugareños que el general fue recibido con todos los honores y que hasta se cortó la carretera que lleva hasta el Castillo para que nadie pudiera molestarlo, algo que estaba garantizado porque también el Parador cerró al público durante aquellos días. Exactamente fue del 9 al 13 de junio, como ha quedado recogido en el Libro de Oro del citado establecimiento, donde con una breve frase De Gaulle dio cuenta de lo a gusto que había estado en aquel lugar. «Excelente estancia en Santa Catalina», reza en ese libro.

Cama especial

Y no tuvo que estar mal en el Parador de Jaén cuando realizó diversas visitas a varias ciudades andaluzas y siempre acabó volviendo a dormir a Santa Catalina. Incluso dicen que tenía estancia reservada en el Parador de Granada, pero que cuando lo vio y lo comparó con el de Jaén decidió regresar aquí, donde pudo disfrutar, dada su estatura gigantesca, de una cama de especiales dimensiones hecha para la ocasión que después le acompañó por el resto de su recorrido por España.

Cama con la que por cierto, y según figura en sus memorias, tuvo un pequeño percance sin importancia, pues una mañana, al levantarse, no recordó que delante de sí, en uno de los bordes de la cama, tenía un escalón y dio un traspiés tal que se cayó de bruces en el suelo, sin hacerse daño alguno.

Además de quedarse prendado del lugar en el que dormía, donde pudo dar los últimos retoques a sus memorias, a De Gaulle también le gustó la gastronomía jienense, en especial la pipirrana con aceite de la tierra que pudo degustar en el Parador.

Y es que el ex presidente galo -que entre otras muchas acciones fue el máximo responsable del Tratado del Elíseo que reconcilió a Francia y Alemania- es probablemente una de las personalidades más destacadas que ha pasado por este lugar que por su emplazamiento, sobre el cerro y junto al Castillo, forma parte de un conjunto arquitectónico de gran belleza, que le convierte en uno de los símbolos de la ciudad, con una vistas extraordinarias sobre la campiña y el olivar y grandes perspectivas de un paisaje entrañable.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios