Un varapalo inaugural que castiga los despistes
La resaca ·
Las estadísticas ofensivas del partido delatan la superioridad del Granada, pero la falta transitoria de concentración altera el guion de un equipo al que Manu Trigueros mejoraDentro de unas semanas sabremos si la derrota del Granada contra el Albacete fue una anécdota, un aviso a navegantes o el primer síntoma de ... una preocupación que creció fuera de control, con consecuencias nefastas. De momento, es uno de esos partidos en los que no se relacionan sus estadísticas ofensivas con el resultado global. Los rojiblancos lideraron en llegadas, tiros a puerta, lanzamientos de saques de esquina y posesión de balón, pero la victoria se la llevó el rival porque fue devastador en el tramo final de la primera parte, en medio de un despiste generalizado de los anfitriones tras la pausa de hidratación.
La falta transitoria de concentración alteró el guion de un equipo que se las prometía muy felices tras adelantarse en el marcador, dispuesto a rescatar la mística que acompañó al conjunto en la última temporada en Segunda división, cuando se mantuvo invicto en Los Cármenes y campeonó. El balón parado de los manchegos hizo estragos, aunque solo valiera el tanto a consecuencia de un saque de banda prolongado y no el del remate postrero de una falta lejana, anulado en la sala VOR. En medio, el penalti de Sergio Ruiz, leve pero punible.
Fue uno de esos tramos de achaque que enfermaba a la escuadra la campaña pasada en Primera, motivo de muchos desmoronamientos. Mismos males con solo dos fichajes reales en la alineación, el central Pablo Insua y el extremo Giorgi Tsitaishvili. La tercera incorporación, el regreso de Weissman, no dejó de ser el intento de recuperar al israelí, aunque su mezcla con Uzuni no funcionó demasiado bien en su día, cuando coincidieron.
Balón parado
El Granada fue el segundo equipo que más goles encajó a causa de situaciones de estrategia parada del contrincante en la máxima categoría. La cosa no empieza mejor y Abascal necesitará conseguir que nadie se desenchufe o emplear otros mimbres.
Nadie gana por el escudo y la trayectoria. Tampoco por arrancar mejor la pretemporada, aunque en esto el técnico incurrió en contradicciones. Premió a Weissman, goleador estival, pero dejó fuera a Villar, que había sido el mejor de la preparación. Boyé apareció bastante tarde. En función de las ocasiones, a los nazaríes les dio de sobra para empatar, si bien en el riesgo pudieron sufrir algún lamento al contragolpe.
Quedó claro que el Granada jugó a otra cosa con Trigueros, técnicamente sobrado para la categoría, un pilar sobre el que construir el mañana porque sabe dirigir la orquesta. Es probable el cambio de portero una vez recuperado Luca y que Boyé aparezca como referencia. Atrás, Abascal tendrá que ver si le merece la pena forzar a Insua en la izquierda o si se decanta por un central a perfil natural.
Tuvo cierto sentido lo que el sevillano quiso hacer. Orden, cierto plus físico y recursos para la segunda mitad con los que apabullar. Pero los encuentros tienen 'accidentes'. El árbitro supone uno de ellos. Aunque pudo señalar una infracción sobre Miguel Rubio por agarrón y se mostró algo quisquilloso, tampoco fue una de esas actuaciones como para rajar de ella con alevosía. Abascal es de los que sí hablan de los colegiados y esto suele traer problemas. Es de sangre caliente y esto no es malo a veces, pero ha de medir para que su mensaje no se interprete desde la arrogancia, ni en el área técnica ni en el vestuario ni en las ruedas de prensa. La energía hay que canalizarla en lo importante y no en lo que parece urgente.
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