Unai Emery: «Diego hace de su profesión una pasión»
Unai Emery, uno de los maestros del entrenador del Granada, elogia la labor del gallego. «Arma sus conjuntos, fomenta valores de vestuario, respeta a los rivales y prepara los partidos sabiendo qué pedirán», indica
Rafael Lamelas
GRANADA
Martes, 14 de enero 2020, 01:30
En el palmarés de Diego Martínez figura una Europa League. La consiguió con el Sevilla en la temporada 2013-2014, como ayudante de un ... entrenador que ejerció una notable influencia en su carrera y con el que entabló una profunda amistad que dura hasta hoy. Unai Emery, uno de los técnicos españoles con más y mejor experiencia internacional, junto a Guardiola y Benítez, rezuma admiración por el trabajo del míster del Granada. Su contacto es estrecho. Ambos cenaron hace varias semanas en Madrid, antes de que Emery fuera destituido de su cargo en el Arsenal. No descarta una visita por Los Cármenes en breve. «El Granada es un equipo muy serio. Compite bien sin jugar mal al fútbol, porque sabe llevar el peso del partido si es necesario. Diego le da importancia a todo. Venía de una mala racha y me consta que el encuentro con el Mallorca era muy importante y lo sacaron. Vive todo con intensidad y anticipa lo que sucederá por si tiene que cambiar algo. Su Granada está bien estructurado», subraya.
El preparador vasco desvela que, en su momento, fue consultado tanto por Braulio Vázquez, director deportivo de Osasuna, como por Alberto Benito, miembro del grupo Hope –que supervisa la gestión de los rojiblancos–, cuando los navarros y el Granada se interesaron por el fichaje del gallego –el segundo, tras su desvinculación de los rojillos–. «Hablé de sus cualidades, fui sincero. En Sevilla, tenía largas conversaciones con él para decidir algo, porque siempre buscaba soluciones, me llenaba».
La relación entre Emery y Martínez surge en enero de 2013, cuando el preparador de Hondarribia desembarca en el Sánchez Pizjuán, mes y medio después de su salida del Spartak de Moscú, el otro cese que ha sufrido en 16 años de profesional en los banquillos. «Monchi –director deportivo del Sevilla– ya tenía el cuerpo técnico un poco estructurado con Diego Martínez de tercer ayudante de Míchel, el entrenador de porteros y algunos 'fisios' de la casa. Me habló muy bien de Diego, que había trabajado en Tercera con buenos resultados –Arenas y Motril– y que le tenía en consideración. Me abrí a Diego desde el principio y conectamos. Traje a mi segundo entrenador pero siguió de asistente. Era muy joven pero sentía el fútbol, transmitía y cogimos confianza», relata Emery.
«Siempre fui transparente con él: le comenté que Monchi hasta había pensando en él para coger el primer equipo en su momento. De ahí que Diego valorara tanto la confianza que le deposité sabiendo todo aquello. Surgió de manera natural. Me agradeció la oportunidad. No es fácil, pero es mi forma de ser. Bebimos el uno del otro. Me aportaba cosas, era la realidad», insiste.
Emery tiene clara la principal cualidad del que ahora es su colega. «Lo más valioso es cómo llega a la toma de decisiones. Esto es así porque el fútbol es su principal motor. Estará en casa, por la mañana, y ya pensará qué tiene que entrenar para mejorar algo. Andará por la tarde, con su mujer e hija, y le dará vueltas a algo en la cabeza si tiene algún conflicto que abordar en el equipo. Él lo siente todo. Diego ha hecho de su profesión una pasión. No es su día a día, es su hora a hora. Y todo esto lo traslada. Dedica mucho tiempo a preparar las respuestas y ejecutarlas, y las aplica con determinación. Monta un bloque por esa vía», concluye.
Emery repudia las etiquetas simplistas que se le aplican a ciertos entrenadores. Esas divisiones entre defensivos y ofensivos. Para él, este deporte tiene muchos matices y en su argumentación se reconoce parte del ideario de Diego Martínez. «En mis equipos busco ser competitivo, es la perspectiva más realista. Adaptarme a lo que tengo y ser capaz de jugar en base a ello, ya sea con laterales profundos, dos extremos, un par de puntas, centrocampistas que juntar, un enganche que te condicione el juego... Tú tienes algo y has de sacarle jugo. A partir de ahí, si consigues hacer un equipo a tu medida, dándole tu toque especial, mejor, pero lo primordial es ser competitivo, tener una mentalidad fuerte. Esto se fragua en las charlas, llegando a los futbolistas. Diego tiene esta dirección. Arma sus conjuntos, fomenta los valores de un vestuario. Respeta a los rivales y, en función de ello, prepara los encuentros, sabiendo qué le va a demandar», explica.
Sí reconoce dos escalas entre los de su gremio. Aquellos a los que se les puede llamar «locos», como sucede con Marcelo Bielsa, «porque trabajan tanto que pueden llegar hasta ser obsesivos», y los llamados «gestores», que utilizan «las relaciones personales para llegar al rendimiento». «Todo tiene cabida en fútbol. Diego es de los que le dedican tiempo. Está más cerca de Bielsa, sin estar loco, que de aquellos que se van a casa, se olvidan y regresan al día siguiente para ver qué hacen», abunda Emery, inclinándose por la postura del vigués. «En el mundo profesional pienso que ha de ser así. Estamos hablando de una profesión exigente. Desde que termina un partido ya estás preparando el siguiente: analizar lo que has hecho, lo que tienes que mejorar. La desconexión es corta. Hay que entregarse en este oficio», apunta.
Martínez fue su auxiliar durante aquella media campaña y una entera más, cuando lograron alzar la copa de la segunda competición continental. «Cuando hacíamos planteamientos de futuro le decía que estaba contento con él, pero sabía que quería ser primer entrenador y esto siempre lo respeté», recuerda Emery. Fue entonces cuando llegó la oportunidad de dirigir al Sevilla Atlético. «Sabía que era lo que quería y lo entendí perfectamente. Le aconsejé que tenía que hacer entrenar más a los jugadores del 'B', pues podían acabar siendo el soporte del primer equipo. Los chavales jóvenes, si quieren vivir de esto, han de ser más exigentes. Los de arriba ya eran profesionales y vivían de esto, pero esos chicos estaban jugando en ese momento, pero su futuro nadie sabía cómo iba a ser. Tenían que dar más y, para ello, había que sacarlos de estar desocupados. Prepararse mañana y tarde, mejorar todos los aspectos, adaptándolos a las demandas del 'A'», repasa.
Tiene fresca en la memoria la trayectoria de Diego con los canteranos. «Mantuvimos el lazo. Hizo un trabajo excelente. Al principio le costó un poco, pero en el segundo año puso al equipo como un tiro. Fue algo parecido a su paso por Osasuna, en el que no le funcionó todo como esperaba, pero luego en Granada explotó».
Emery rememora una anécdota que define a su amigo como míster. «Cuando yo entrenaba al primer equipo y él al filial, nosotros jugábamos Europa League los jueves y entrenábamos viernes por la mañana y sábado por la tarde, para jugar la Liga el domingo. Él ejercitaba a los suyos el sábado por la mañana y a esas horas yo estaba en mi despacho. A eso de la una, Diego estaba con la preparación de estrategia con el grupo. Pensaba en lo pronto que había llegado, iniciando la preparación con la sesión de vídeo, y que ahí seguía horas después, con el balón parado. Veía todo el tiempo que le dedicaba y luego el domingo, muchas veces por la mañana, tenían que competir. Él le dio esa profesionalidad al filial. Le comentaba que se podía hacer más, una mejor dinámica de trabajo, y lo consiguió. El fruto se vio. Aquel Sevilla Atlético ascendió y luego, en Segunda, hizo una magnífica temporada. Y no todos iban para futbolistas de élite. De hecho, no hay tantos que estén jugando a un nivel excelso. Él les sacó todo, los exprimió. Se le veía el trabajo en el terreno», certifica.
La gestión psicológica
La gestión psicológica del vestuario se convierte en un fundamento básico que cree que Martínez también aplica. «La dificultad de todo equipo es que el grupo esté fuerte, que les duela o les alegre lo que suceda a todos por igual. Esto es muy difícil en una plantilla de 24 o 25. Unos juegan todo y otros nada. Conseguir el interés máximo de todos para lograr los objetivos es complicado. El entrenador ha de acortar las distancias entre ellos. Y luego hay que saber hacer partícipes a tus ayudantes y demás empleados de la entidad, tanto centro como en las oficinas del club. Esa integridad hay que saberla solidificar, igual que hay que estar preparado para momentos de ruptura. Gente que puede no llevarse bien con los demás, algo natural en una convivencia. Se trata de procurar el interés en lo profesional y que lo personal en negativo no afecte. Esta es labor nuestra. Por ejemplo, que los 'fisios', que pasan mucho tiempo con los jugadores, también se sientan partícipes y ayuden. Todos estos detalles, que son muchos, marcan las pequeñas diferencias que al final se reflejan. Creo que Diego también es así», prolonga.
Hasta hace poco, la Primer League le absorbía, pero esto no le impidió ver algún encuentro de los rojiblancos. «He seguido algo al Granada. Sé que se desenvuelve con un 4-2-3-1, con Soldado arriba y Carlos Fernández por detrás. Sé que se ha ido Adrián Ramos y que cuenta con Machís, que es un jugador que le puede dar buen rendimiento. Diego confía mucho en Carlos, que lo tuve en el Sevilla. Recuerdo que está Martínez también», agrega. Tal vez los vea en directo pronto.
Su padre fue portero del Granada
Hay otro detalles que une a Unai Emery con el Granada. Su padre, Juan María –ya fallecido–, militó en el equipo como portero. Fue en la temporada 1965-66, aunque jugó pocos partidos. Fueron sólo tres en una campaña en la que los rojiblancos se encontraban en Segunda división y en la que consiguieron el premio del ascenso a Primera. Otero era el guardameta habitual y Kalmar el entrenador. «Mi padre también formó parte del Real Jaén y el Recreativo de Huelva. De alguna manera, les guardo cariño a los lugares donde él estuvo porque siempre he encontrado detalles que me recordaron su presencia allí cuando he estado», comenta.
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