Una tarde apacible para volver a volar alto
El Granada supo aprovechar su oportunidad y abre un margen de tres puntos con respecto al tercer clasificado
Rafael Lamelas
GRANADA
Lunes, 29 de abril 2019, 03:28
El Granada ha hecho rutina de la solidez. No dejó pasar la oportunidad de afianzarse en el segundo puesto de la clasificación y abrir un ... margen de tres puntos respecto al tercero, el Albacete. Una ventaja importante a falta de seis partidos, con el duelo en el Carlos Belmonte de por medio. Lo hizo en un nuevo ejercicio de seriedad marcial, encauzado desde muy pronto ante un rival liviano pero al que no subestimó. Los rojiblancos superaron un trauma que se estaba eternizando y ganaron sin Montoro.
Los goles llegaron envueltos en un libro de familia. Víctor Díaz marcó y se echó el pulgar a la boca, en dedicatoria a su pequeño nacido recientemente. Rodri se metió el balón bajo la camiseta tras su tanto, celebrando el embarazo de su pareja. El delantero llevaba semanas buscando la diana y al fin se desquitó de una sequía que arrancó el año pasado. Su persistencia tuvo premio. Después, el equipo controló la escena, amarró otra puerta a cero y pudo ampliar la renta a poco que hubiera afinado los últimos pases o que Ojeda, en el tramo final, hubiera embocado un remate de cabeza que escupió el larguero.
Granada CF
Rui Silva; Víctor Díaz, Germán, Martínez, Quini; Fede San Emeterio, Azeez, Puertas (Alberto Martín, m.73), Vadillo (Dani Ojeda, m.86), Fede Vico; y Rodri (Adrián Ramos, m.76).
2
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0
Nástic de Tarragona
Becerra; Salva, Noguera, Mikel (Uche, m.53), Josema; Imanol García, Thioune, Pipa, Abraham; Kante y Luis Suárez (Sadik, m.75).
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goles 1-0, m.7: Víctor Díaz; 2-0, m.47: Rodri.
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ÁRBITRO Soto Grado (colegio castellano-manchego). Amonestó al local Germán así como a los visitantes Luis Suárez, Kanté y Josema.
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incidencias Partido de Liga disputado en el estadio Nuevo Los Cármenes ante 12.489 espectadores (cifra oficial).
La baja del mariscal del centro del campo la cubrió Ramón Azeez, aunque quien recogió los galones fue Fede San Emeterio en realidad. Con el nigeriano algo tímido e impreciso con la pelota, el cántabro asumió el liderazgo de las operaciones, con orgullo y sin sentirse subalterno. Es evidente que no tiene tan buen pie como Montoro ni es tan atrevido en sus medidas de gobierno, pero tampoco se complicó la vida y ofreció soluciones a sus compañeros en la salida, asumiendo con paciencia que el encuentro se decantaría si no cometían errores graves. En el despliegue, como siempre, fue generoso, interrumpiendo cualquier acometida rival.
Fede Vico retomó su magisterio en la mediapunta tras cumplir sanción y flotó como suele para desestructurar a la zaga del Nástic. Su primer envío lo intentó cabecear Vadillo. Ambos se asociaron unos minutos después, en el primer córner favorable, para conquistar el castillo del adversario. El gaditano sacó en corto para el cordobés, que se la devolvió con presteza. Vadillo encaró a Luis Suárez, retrasado para ayudar a sus compañeros, y le fintó con habilidad para salir por la línea de fondo. Su envío, seco y a la zona de alarma, lo empalmó Víctor Díaz a la red. A los ocho minutos, el Granada se ponía ya en ventaja, sinónimo genuino de éxito para los nazaríes.
Encarrilado pronto
El Nástic se caía a pedazos, con un Mikel Villanueva que chirriaba en defensa. Poco queda de aquel prometedor central venezolano que aterrizó en el Málaga de Primera división hace unos años. Con despejes de peñista y veleidades a la hora de proteger su sector, fue consumiéndose poco a poco. Enrique Martín le retiró en la segunda parte para que el estropicio no prosiguiera.
A falta de envíos prolongados o filtraciones arriesgadas, el Granada fue perseverante y trató de avanzar con sentido en cada evolución. Rodri luchaba mucho pero seguía melancólico, necesitado de un lance que le devolviera la fe en su juego. Sus controles no terminaban de salirle bien y, para colmo, malogró una gran ocasión que suscitó Vadillo. Este burló a Villanueva por la derecha y le puso un centro enroscado a Rodri que cabeceó fuera en un escorzo aparatoso. La grada, benigna con su esfuerzo constante, rompió a aplaudir para darle ánimos.
Cada balón parado se convirtió en un quebranto para los tarraconenses. Otro saque desde la esquina, este muy pasado de Vadillo, lo devolvió Rodri al ruedo y Martínez lo cabeceó con flojera, fácil para Becerra. Vico siguió entonándose y buscando parejas con las que bailar. Puertas le siguió el ritmo en una llegada en diagonal que resolvió el cordobés con la derecha, su pierna mala, a la que le faltó efecto.
Refulgía la imaginación entre los mediapuntas rojiblancos. Vadillo y Vico capitalizaban las más elegantes, aunque el ritmo del encuentro no era muy alto. Se acusaba el bochorno primaveral y cualquier interrupción para atender a un futbolista era aprovechada para hidratarse junto a las áreas técnicas.
El genio del Puerto de Santa María, reinstaurado como titular tras la cita en Lugo, levantó al público cuando, en el costado, se orientó un esférico con la espuela y aceleró dejando atrás a Josema, que tuvo que recurrir a agarrarlo antes de entrar en el área. Los nazaríes tiraron de pizarra ante la ausencia de ángulo de tiro. En una situación algo forzada, Vico trató de conectar con Puertas, pero hubo falta en ataque.
Cuando parecía que los catalanes se irían sólo con una herida al descanso, Vadillo bombeó una falta hacia el rectángulo enemigo desde bastante lejos y Fede San Emeterio, muy solo, saltó con vigor y peinó con inteligencia para que Rodri culminara con una volea y entrara en éxtasis, deseoso de volver a mostrar su habilidad con las piruetas.
El marcador invitaba al disfrute en la segunda mitad frente a un contrario que daba pocas señales de vida, pero el Granada se aturulló. Rodri sí continuó en busca de otra muesca mientras Villanueva siguió sobre el césped. Pronto ingresó Uche por él y el Nástic al menos dejó de cometer pifias groseras.
Los rojiblancos se enredaron en los últimos metros y a Azeez se le empezó a hacer largo el día. El calor hizo mella y aumentó la parsimonia, aunque hubo tiempo para que los locales montaran algunos avances interesantes, destartalados en malas decisiones. Azeez encontró a Rodri combando un esférico que cogió altura, pero el punta eligió mal en la franja crítica, dándosela dividida a Puertas.
Diego Martínez quiso reordenar la parte central con la entrada de Alberto Martín. Buscaba serenidad a falta de un cuarto de hora, restringir cualquier contaminación innecesaria. El Nástic siguió sin señales en ataque, aunque los rojiblancos tampoco encontraron nuevos jolgorios, ni con Ramos en la cancha.
A Ojeda le quedaron minutos residuales, pero tuvo lugar para toparse con el larguero. El diferencial goleador general queda en +21. Las 17 puertas a cero, con sólo 23 dianas encajadas, le dan un barniz dorado a los 44 tantos a favor.
El entrenador, convulsionado en los segundos previos al final, se giró hacia el respetable y pidió una ovación para sus hombres. Paso a paso, sin grandes festines, el Granada está en una posición privilegiada, a las puertas de la gloria. Es justo ponerlo de relieve. Queda mucho pero su fiabilidad es majestuosa.
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