El Granada regala un tiempo y lo paga
Los nazaríes caen contra un Sporting lleno de bajas al no poder remontar tras una primera parte horrible y se quedan sin el liderato
El Granada regaló el primer tiempo y lo pagó en El Molinón. El lastre de ese lamentable acto inicial, en el que encajó a balón ... parado, le pesó en los intentos de remontada tras el descanso, que fueron variados. En los minutos finales, todo se decoró como un manicomio y pareció más factible el segundo tanto de los gijoneses, que derramaron varios contraataques. A la conclusión, euforia lógica de los anfitriones, que ven la permanencia más cerca, y decepción enorme de los huéspedes, que derramaron su oportunidad de liderato y este lunes incluso pueden perder su puesto de ascenso directo si gana Las Palmas.
Fue un retroceso en todos los factores, difícil de explicar. Cuando el equipo parecía alcanzar velocidad de crucero, impulsado por los buenos resultados, retornó a esa fantasmal primera parte de Burgos en la que pudo ser goleado. Lo terrible es que aquel día el conjunto castellano lucía sus mejores galas y estaba coqueteando con la zona de promoción. El Sporting, sin embargo, se presentó con una docena de ausencias, pero lo compensó con osadía. Con ganas de ganar. Luego, supo taparse y confiar en que la vanguardia nazarí tuviera una tarde aciaga, como así fue.
Sporting
Cuéllar; Guille Rosas (Pol Valentín, m. 46), Jordi Pola, Bruno, Diego Sánchez, Cote; Varane (Rivera, m. 78), Pedro Díaz, Otero (Cristo, m. 86), Carrillo (Víctor Campuzano, m. 66); y Jeraldino (Aitor García, m. 66).
1
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0
Granada
Raúl Fernández; Ricard Sánchez (Diédhiou, m. 80), Víctor Díaz, Ignasi Miquel, Carlos Neva (Jonathan Silva, m. 85); Bodiger, Pol Lozano (Antonio Puertas, m. 63), Melendo, José Callejón (Bryan Zaragoza, m. 63); Myrto Uzuni y Shon Weissman (Alberto Perea, m. 63).
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GOL: 1-0, m. 22: Diego Sánchez.
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ÁRBITRO: López Toca (comité cántabro). Amonestó a los locales Varane (m. 15), Diego Sánchez (m. 55), Cote (m. 68) y Víctor Campuzano (m. 89); y al visitante Víctor Díaz (m. 89).
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INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la jornada 34 de LaLiga SmartBank, disputado en el estadio El Molinón - Enrique Castro 'Quini', ante 18547 espectadores.
Un equipo que se podía poner en cabeza de la clasificación, con su 'once' de gala disponible (al menos, con amplia capacidad de elección de su entrenador), fue vapuleado sobre todo antes del descanso por un Sporting plagado de canteranos y elementos con escaso rodaje. Cuando el árbitro pita el inicio, las conjeturas del potencial de las alineaciones se disipan y prevalece el ímpetu. En esto, los gijoneses se mostraron con el empuje del que se quiere salvar ante un Granada indolente, caótico e hipotenso.
Nadie parecía con la guardia alta, como si los visitantes creyeran que iban a ganar sobrados, con el nombre en la solapa. Una aparente arrogancia que los locales despacharon pronto con intensidad en todas sus líneas y mucha frescura en ataque. Varane, un chaval a seguir, se adueñó de un centro del campo en el que Bodiger y Pol Lozano parecían espectros. En el frente de ataque, la nada más absoluta. Atrás, pifias impropias de la zaga de un claro aspirante a subir. Una película de terror.
Juan Otero, a la carrera, metió en más de un compromiso a los defensas que iban de luto. El asistente le censuró en una muy clara en la que se marchaba solo al levantar la bandera sin esperar indicaciones de la sala de vídeo. El árbitro no dejó seguir, aunque la repetición desveló que el colombiano estaba en posición legal, no así el compañero del pase en el inicio.
El Granada no se enchufaba, ni con la pelota ni sin ella. Bodiger volvió a sufrir ese pánico escénico del último encuentro, tomando decisiones comprometedoras, muy nervioso, despistado en el tanto sportinguista, en un córner en el que se le escapó Diego Sánchez, otro muchacho de Mareo. No fue sustituido. El francés es un tipo entregado, pero alterna faenas tan sumamente obtusas que lleva a cuestionar el criterio del míster.
Con la ventaja enemiga, los de Paco López al menos pasaron a cuestionar algo la posesión del esférico. Eso les permitió una llegada aparatosa en la que también se pitó fuera de juego de Weissman, aunque estaba bien situado. En cualquier caso, Cuéllar había respondido al tiro del israelí. No hubo muchas evidencias en ese tramo de Uzuni, alejado del contacto en el sector local. Melendo se enrocaba y Callejón parecía con jaqueca. Pol retornó a su versión más timorata y Bodiger chapoteaba entre los restos del naufragio. Los laterales andaban sin filo, anulado Ricard y con pie de plomo Neva. Hasta Víctor Díaz, a menudo eficiente, despejó fatal una bola que Otero envió a Jeraldino para que rematara ante Raúl, imponente en su parada, que terminó de alejar Ignasi Miquel, otro que estaba atolondrado.
Como pasó en El Plantío, lo mejor para el Granada era el resultado, adverso pero corto. Seguramente, la bronca de su entrenador estuvo a la altura de la de aquel encuentro en el que la inspiración de Molina enterró dudas.
Las tornas se alteraron porque el Sporting, que perdió a Guille Rosas en el descanso, se compactó retrasando líneas. Los nazaríes, sin tanto hostigamiento, espabilaron en sus conexiones, más reposadas, por fin evidenciando su calidad.
Callejón lo intentó de falta, pero topó con la barrera. En el saque de esquina posterior del motrileño, Cuéllar se lio con Weissman, pero al final hubo reacción del Sporting para expulsar el peligro de su zona. Más tarde, Callejón acompasó un disparo desde la frontal, pero se le marchó algo alto, con su equipo ya con una mayor armonía.
Abrió el entrenador la cámara de suplentes para colar a Perea, Puertas y Bryan Zaragoza, con la intención de revolver todo y empotrar al Sporting. Los balones ya sí empezaron a incomodar a Cuéllar. Uno de Perea se esfumó por poco y otro de Uzuni, algo después, lo blocó el arquero.
Los reemplazos inclinaron el campo. Bryan sacó a bailar al veterano a Cote, pero el malagueño estaba muy solo en sus escaramuzas. Uzuni se encontró con el larguero en un pase melódico entre las nubes de Melendo.
El fulgor era total y Neva erró una con el portero fuera de sitio en pleno frenesí de llegadas. Uzuni estaba cimbreando la piñata, pero no la rompía. Salió Diédhiou para no guardar ni un gramo de pólvora, y no llegó a una de milagro que rozó Bruno. Pero el Sporting resistía, ya con más fortuna que por orden, aunque los asturianos contragolpeaban con astucia, pero la mira desviada.
El Granada volvió a los temblores. Acumuló tropas en la avanzada, pero sin claridad para echar el sello y al menos salvar el empate. No fue así y retornan las lamentaciones de tantas salidas aciagas, justo ahora que sube la temperatura y no se pueden repartir obsequios.
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