Seis exponentes de cinco etapas de La Masía dan color a Getafe y Granada
Collado en los nazaríes, y Cuenca, Sandro y Aleñá por los azulones, son hijos de la misma cantera, preparados para otras luchas pero involucrados con la que les ha tocado
Fran Rodríguez
Granada
Miércoles, 19 de enero 2022, 00:30
En ocasiones la vida te prepara para unas batallas y luego, irremediablemente, te conduce a otras bien distintas. Puede ser el caso de seis jugadores ... que se verán las caras mañana defendiendo los escudos de Getafe y Granada, aunque se han forjado bajo la sombra de otro. Rubén Rochina, Monchu Rodríguez y Álex Collado están en el barco granadinista de Robert Moreno. Por su parte, Sandro Ramírez, Carles Aleñá y Jorge Cuenca están a las órdenes de Quique Sánchez Flores en Getafe.
Todos ellos soñaron con formar parte de ese gigante que es el Barça, pues son hijos de su masía. Ahora, asumen con cariño, dedicación e involucrados una lucha bien distinta, la de dos clubes mucho más humildes que miran más hacia el hoyo que hacia el cielo. Cotas distintas, mismo talento.
A alguno de ellos el barco del Camp Nou como local se les escapó hace tiempo. Es el caso, para bien, de Rubén Rochina. El mediapunta del Granada, que trabaja para volver de una lesión que le ha mantenido varios meses fuera de escena, tuvo su momento azulgrana en aquellos primeros años de Guardiola. El valenciano era un jugador disruptivo, que mamó muchos conceptos del 'ADN' culé y los mezcló con virtudes mucho más polifacéticas que le han hecho cuajar en muchos equipos, aunque ninguno como el Granada, al que regresó este verano. No llegó a jugar partido oficial con el Barcelona.
Algunos años después emergió, ante la falta de jugadores de ataque en el primer plantel de los catalanes, Sandro Ramírez. El canario llegó a La Masía en edad juvenil y logró asentarse hasta el punto de que sigue siendo el Barça el equipo con el que más partidos oficiales ha disputado (32 para siete goles). Sin embargo, el suyo ha sido un solo trayecto de idas y venidas que le han llevado a sitios tan dispares como Málaga, Sevilla, San Sebastián, Valladolid, Huesca y, ahora, Getafe. Se trata de un extremo con capacidad para actuar mucho más centrado en solitario o de segunda referencia. Definidor nato, es de esos arietes que primero disparan y luego preguntan.
No mucho después llegó al primer equipo Carles Aleñá, un joven interior que tanto se asemejaba a lo que el Barça quería en su plantilla que no tuvo hueco. No terminó de explotar, aunque dejó patentes sus cualidades, potenciadas por el propio sistema de los culés pero gris como todo el club de la ciudad condal en los últimos años. Tras una cesión al Betis y otra al Getafe, ha recalado en los azulones a tiempo completo. Asume como suya una lucha por la permanencia que le parecía lejana cuando portaba el '10' en el Torneo de Brunete de alevines. Era, más que un Messi, un calco de aquel mini 'Pelusa' de Argentinos Juniors. Quedó muy lejos de este después, por supuesto, y ahora pugna por quitar la razón a los que ven en él a un jugador incapaz de producir en otro equipo que no sea el culé, donde sumó 44 duelos.
Es la misma guerra personal –y heredada de jugadores como Sergi Samper– con la que conviven otros tres jugadores de periodos mucho más recientes de la cantera azulgrana. Confiaba en asentarse en una defensa azotada por los años el joven Jorge Cuenca. El central no llegó de niño a la Masía, sino que lo hizo ya en su último año juvenil, saltando rápidamente al filial y los entrenamientos con los Piqué, Umtiti y Lenglet. Debutó con el primer equipo en Copa, un solo encuentro. De buen pie y excelente colocación, acabó vendido al Villarreal y cedido por este al Almería y, ahora, al Getafe.
Los dos últimos, ambos del Granada, son los que más relación guardan aún con el Barça, que de hecho recuperará en julio a Collado. Sobre el extremo siempre ha brillado un foco, comparado a Messi por su perfil zurdo, encarador, de goles imposibles y regates maravillosos. La ilusión con la que ha llegado a Los Cármenes puede revitalizar a un Monchu gris al que no falta un talento diferente al que suele dar La Masía. Más pegada que golpe, aún por estrenar aqui.
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