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Una resistencia sobrehumana
El Granada salva un empate frente al Levante tras jugar durante 75 minutos con un futbolista menos por expulsión de Gonalons
Rafael Lamelas
Granada
Domingo, 1 de noviembre 2020, 20:33
Hay empates que se rumian como una victoria. El del Granada fue así, un ejemplo de resistencia sobrehumana. Salvó un punto tras jugar con ... un futbolista menos durante 75 minutos por expulsión de Gonalons. Los rojiblancos mandaban en ese momento después de un contragolpe espectacular que precisamente inició el francés y que convirtió Machís. El Levante se topó con el viento a favor ante sólo diez rivales, pero sus integrantes aún no sabían que se iban a estrellar contra la auténtica muralla china. Vezo logró reventar una almena, pero el daño no pasó del 1-1. Hubo toda una segunda parte de angustioso reagrupamiento, de exaltación de la seguridad. Un ejercicio solidario que dejó en el casillero una unidad con más desgaste que muchos triunfos.
No hay manera de echarle el guante a los de Diego Martínez, aún menos cuando golpean primero. Sólo el Atlético de Madrid les ha hecho torcer la rodilla en este soberbio arranque de temporada. Da igual las bajas importantes, que se han cebado en la posición de lateral derecho, ni el desgaste evidente en una plantilla que no tiene apenas pausa entre compromiso y compromiso. Pero cuando se cree ciegamente en una idea y se mantiene una mentalidad positiva, hasta lo más difícil cobra sentido. No hay sorpresa en el arrojo de esta prolífica generación que tantas alegrías sigue deparando a su parroquia.
Granada
Rui Silva; Domingos Duarte, Germán, Vallejo; Puertas, Montoro (Yangel Herrera, m. 57), Gonalons, Luis Milla (Eteki, m 80), Carlos Neva; Darwin Machís (Soro, m. 80) y Jorge Molina (Luis Suárez, m. 57).
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Levante
Aitor Fernández; Jorge Miramón (Son, m. 60), Vezo, Postigo, Clerc, Melero, Malsa (Radoja, m. 68), Bardhi, Rochina (De Frutos, m. 68), Morales (Sergio León, 60) y Roger.
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GOLES 1-0, m. 8: Darwin Machís; 1-1, m. 34: Rubén Vezo.
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ÁRBITRO Santiago Jaime Latre (comité aragonés): Expulsó con roja directa a Gonalons (m. 14), a instancias del VAR (mostró primero amarilla). Amonestó a los locales Germán (m. 68) y Luis Suárez (m. 68); y a los visitantes Malsa (m. 35), Paco López (entrenador; m. 35), Postigo (m. 47) y Vezo (m. 61).
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INCIDENCIAS Partido correspondiente a la jornada 8 de LaLiga Santander, disputado en el estadio Nuevo Los Cármenes, sin público en las gradas.
Hay partidos que, como ciertos platos, entran por los ojos e invitan a saborearlos pero, cuando se empieza a tragar, el deleite se esfuma y se sufre alguna indigestión. Arrancar con un gol parece un preludio de una tarde apacible, más con este Granada que no conoce la derrota con Diego Martínez siempre que se ha adelantado en el marcador. A los ocho minutos, ya se alteró el luminoso, en una acción preciosista en la distancia corta y larga. Se desembarazaron los rojiblancos de un Levante pegajoso con varios pases cortos atrás entre Rui, Germán, Puertas y Milla, hasta que la pelota le cayó a Gonalons y decidió ponerle un sello transfronterizo. Intuyó a Machís en la posta dispuesto a batirse en carrera y le colocó un envío de más de 50 metros al espacio enemigo que era un caramelo para el extremo. Jorge Miramón le persiguió azorado, pero cuando el venezolano serpenteó hacia el área, picó y le dejó cordel, demasiado para una amenaza semejante. Como en el Philips Stadion, tiró para afeitar la escuadra.
No iba a ser, pese a ello, una tarde rutinaria en la oficina de Los Cármenes. Rochina, siempre bullicioso en sus regresos a su otra casa, se protegió ante Gonalons en un balón dividido y el francés le gravó los tacos como si fuera una res. No hubo intención violenta de Max, pero sí fue demasiado aparatoso. Parecía quedarse todo en una amarilla anaranjada hasta que Sánchez Martínez, en el VAR, invocó a Jaime Latre para que echara un vistazo a la repetición de la jugada. El aragonés rectificó y censuró al galo, que agachó la cabeza y ni protestó en su retirada.
Hacía siglos que los nazaríes no jugaban con un hombre menos. Fue en el Camp Nou la campaña pasada, con aquellas dos amarillas a Germán, obviable la segunda. Había que retroceder a un mal gesto en un forcejeo de San Emeterio contra el Extremadura para encontrar otra roja directa así. La situación diezmaba a los locales y envalentonó a los granotas, que defienden con debilidad pero arriba multiplican sus recursos. Cabalgaron los laterales en paralelo y bailaron sus hombres de vanguardia, con varios tiros que iban raspando el espacio hacia la portería. Rui tuvo que acentuar su atención, porque cada bola llevaba pimienta. Bardhi y Rochina no vieron la rendija por poco.
No hubo modificaciones en la formación de Diego Martínez, más juntos Milla y Montoro. Vallejo había sido la novedad como lateral derecho, restablecido Domingos Duarte como pareja de Germán. Hubo un disparo de Neva que pudo encontrar meta y sobre todo un giro de Puertas en una acción salida del tubo de ensayo en la que el almeriense se giró para chutar con blandura.
Tras aguantar en las acciones continuadas, el tanto levantinista llegó en un córner, donde la desigualdad se percibe menos. Vezo quebró la resistencia aflojando la marca de Montoro. Al contrario que Rochina la campaña anterior, este sí celebró su diana, como si aquel año del descenso no hubiera pasado por aquí. Se entienden sus ganas de borrar de su mente aquel papelón.
Molina hacía de pértiga en el frente y hasta reclamó un penalti que el colegiado no contempló y su colega en la realización escrutadora tampoco. A los rojiblancos les tocaba afrontar un segundo tiempo con firmeza defensiva pero sin quedarse acantonados en la profundidad bajo el empuje de los valencianos.
Rui sacó una retahíla de balas de Bardhi y otra de alto calibre de Roger que exigieron todas sus habilidades felinas. Había que evitar el hundimiento y recuperar pulso ofensivo, por lo que Diego citó a Herrera y Luis Suárez, argamasa para la media y reprís en el horizonte. El colombiano se llevó un sopapo de Vezo en una carrera que supuso una falta esquinada, en la que Germán intentó entrar a rebato, sin éxito.
Por momentos, el Granada parecía guarecerse tras la línea Maginot, alambre de espino implacable para un Levante al que se le iba agotando el tiempo de remontar y la paciencia. La abnegación rojiblanca proseguía sin quebrarse y los visitantes, desesperados, quisieron convertir un braceo involuntario de Soro con el hombro en pena máxima. Dos minutos, pese a todo, llevó el chequeo por auricular de Jaime Latre.
Cada llegada era un retortijón, pero la pared se hizo infranqueable para el adversario. Después una maratón de enfrentamientos que habrían reventado a cualquiera, estos jugadores sacaron fuerzas de flaqueza para mantener intacta la marca más extraordinaria del proyecto de su entrenador: jamás perdió si los suyos marcaron primero. Hasta con diez se puso a prueba y no se emborronó.
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