El partido cumbre

Los rojiblancos se siguen adentrando por terreno desconocido. Nunca jamás habían competido en Europa en sus casi 90 años de trayectoria, una efeméride que alcanzarán en abril. No era sencillo considerar que, en su primera participación en el segundo torneo continental, podrían aspirar a clasificarse para los octavos de final. Es otro duelo para la posteridad, uno más para este equipo singular. Un nuevo capítulo que contar cuando la mundanal realidad de los clubes modestos retorne a Los Cármenes. Estirarlo mientras dé de sí.

El campo contempla las hazañas de su equipo huérfano sin su público. El acceso sigue clausurado para la afición. Tendrá que conformarse con seguir el choque por Gol, al menos en televisión en abierto. Ayer, la instalación abrió sus puertas a los medios para contemplar, durante 15 minutos, el último entrenamiento previo al enfrentamiento con los napolitanos. Una de las novedades ya había quedado desvelada por la mañana. Ángel Montoro corroboró, en la sala de prensa, que estaba recuperado para disputar el envite.

Al grupo de trabajo se sumó Germán Sánchez. Al parecer, su dolencia en el aductor no era grave. Ejercitándose aparte se quedaron Quini, Milla y Soldado, que salieron más tarde que los demás. Salvo que el técnico gallego planee una estratagema propia de un trilero, ninguno de estos tres estará para llegar a la cita por sus respectivas lesiones, pero cualquiera sabe ya. El parte médico no siempre es fiable.

Diego Martínez tiene que compensar las bajas en ataque de Luis Suárez y el mencionado Soldado, salvo que se haya ocultado algo con el valenciano, que no parece. El vigués sí podrá alinear un centro del campo de gran calidad, con Montoro al lado de Max Gonalons y Yangel Herrera. Los dos últimos superaron el test frente al Atlético de Madrid. Tal vez no estén para 90 minutos de esfuerzo, pero el deseo compensará la falta de ritmo. Para la defensa, queda la duda de si Germán Sánchez estará para desempeñarse en el 'once' o si dejará su hueco a Jesús Vallejo. El resto, los habituales en las grandes noches, seguramente con Machís y Kenedy en los extremos. Los canteranos Isma Ruiz –pivote– y Arnau –portero– acompañaron a los 'mayores' y completarán la lista.

Una entidad humilde como la rojiblanca rememora diversos pasajes desde su existencia. Ascensos a Primera, permanencias en la máxima categoría, aquella final de Copa en 1959 y los dos sextos puestos en los 70 conformaban, hasta hace bien poco, la antología de hitos. El Granada actual reverdeció los laureles de hace casi medio siglo con su séptimo puesto liguero y la oportunidad de entrar en la Europa League. El pase se celebró en Malmö y el esplendor de la fase de grupos posiblemente llegó en Eindhoven, ante otro campeón como el PSV. El equipo pugnó para pasar a las rondas de emparejamientos y ahora mide su fortaleza mental una vez más.

La herida que abrió la eliminación copera frente al Barça parece cicatrizada. Aunque el desenlace tuviera paralelismos, no fue igual que la del curso pasado con el Athletic. Apeado del torneo del KO, con 30 puntos en Liga y nueve de margen con el descenso, el Granada quiere prosperar en la UEL ante un Nápoles superior sobre el papel, con el que querrán equilibrar los argumentos con mentalidad, rendimiento y un buen plan táctico. Jugar para agrandar el prestigio y disfrutar de lo inhóspito.

Habrá tiempo de retornar a la cruda realidad, a sufrir para mantenerse en la élite, pero lo que no puede quedar es el lamento de una oportunidad tan exclusiva. Nadie sabe cuándo el Granada volverá a pasear por un escaparate semejante, echando pulsos a equipos con tamaña solera. El Nápoles también lamenta muchos lesionados y algunos positivos por covid-19, pero sigue presentando una formación terrorífica, con integrantes muy cotizados. Ante ello, la pasión rojiblanca durante 180 minutos, si es que no hay prórroga o penaltis. O si el Vesubio erupciona.