La salvación pasa por Mallorca

No hay partido más importante en la historia del fútbol que la final de cualquier Mundial de selecciones. Si acaso este, el de la salvación con el telón a punto de bajarse, guarda un macabro parentesco. Por lo que corresponde al Granada como club y a su afición, este es ese encuentro casi definitivo, claustrofóbico y trascendental como ninguno. La permanencia en Primera pasa por una victoria en Mallorca, lo que otorga un significado vital para la supervivencia deportiva y económica de una entidad con 91 años de historia. Que la vida está en juego suena ya a migaja, porque también lo está la muerte.

Todo está en manos de los futbolistas. Habrá que creerles cuando afirman que se dejarán la piel en Son Moix. Habrá que creerles, sí, porque la plantilla ha asumido la cita como un momento al margen de la Liga, como si hubiera finalizado; una oportunidad exclusiva que les ha deparado el destino para que decida su suerte en 90 minutos, a un único asalto en el que será obligado el intercambio de golpes, sin protección alguna, sin tiempo para cauterizar heridas pasadas y presentes.

El Granada afronta en terreno mallorquín otro partido de gran exigencia tanto mental como física, otra final por seguir con vida, y ante un rival que contará con el apoyo masivo de sus seguidores para tratar de conseguir el triunfo que le permita dejar encarrilada su permanencia en la élite esta temporada. Lo mismo que le hubiera sucedido al conjunto granadino en caso de haber ganado en la anterior jornada al Celta, con su estadio lleno, pero volvió a fallar y ahora debe demostrar una buena capacidad de reacción en el choque de hoy.

La final por la salvación está servida. Puede que en su fondo subyazca la letal cicuta del descenso o el elixir de la permanencia. Pero habrá que jugarla ebrio de responsabilidad, compromiso y respeto por el Granada.