Sentido y sensibilidad

El fútbol mezcla sentido común y sentimientos. Nadie duda que los duelos entre rojiblancos y madridistas cuentan con estos últimos como permanentes favoritos. La racha de doce victorias consecutivas ligueras madridistas pesaba como una losa, aunque el sentimiento rojiblanco siempre confiaba en la sorpresa de un buen resultado. Para ello, el Granada debía estar muy acertado, y desafortunado el Madrid. Ni una ni otra cosa ocurrieron en la tarde encapotada de Los Cármenes. El Granada regaló el primer gol, con una pérdida evitable y un pobre repliegue, y facilitó el segundo, con una pasividad defensiva que recordó las cuitas de las primeras jornadas. Aunque un disparo del bravo Suárez, con la fortuna del rechace en Nacho, permitió acortar el marcador, un contrataque con una lesión muscular del último hombre de cierre rojiblanco, Víctor Díaz, precedió al tercer tanto rival que cerró el partido. El epílogo llevó a la expulsión de Monchu y el tanto de Mendy, experto en golear al Granada.

Es previsible perder ante un todopoderoso Madrid, pero las buenas sensaciones rojiblancas de los últimos partidos se disiparon ante la escuadra de Ancelotti. Volvieron las facilidades defensivas, la inanidad en la presión, la aparente falta de actitud competitiva. El Granada estuvo lejos de presentar batalla al Madrid, que jugó demasiado cómodo. Fue lo peor, junto a lo lejos que algunos jugadores rojiblancos parecen estar del nivel de Primera, caso de Puertas y Monchu, especialmente desafortunados.

Es juicioso preocuparse por las carencias reiteradas de un equipo rojiblanco que se encuentra al borde de los puestos de descenso y que nota en demasía ciertas ausencias, como la de Milla. En cuanto al aspecto sentimental, duele seguir escuchando pitos al inquilino actual del banquillo local antes de empezar el encuentro, y observar cómo, algunos de los que le silban, aplauden como posesos la retirada de Modric a vestuarios. El sentido futbolístico hace admirar a un jugadorazo como el croata, pero los sentimientos sufren al observar que para algunos el granadinismo se acaba ante sus verdaderos ídolos madridistas.

La novela de Austen tiene un final feliz, con ambas hermanas felizmente casadas. Esperemos que aunando el sentido común de unos y la sensibilidad de otros, el Granada pueda alcanzar la permanencia.