SOS para Escribá

Se le pueden achacar decenas de cosas. Van tres por encima: tiene poco fútbol, menos motivación, ninguna alegría. Se diría, sobre todo, que le falta convencimiento, que le han despuntado el colmillo. Así está, tan vulnerable, sin cuajo justo ahora que ya se escuchan los tambores de guerra. Se oyen, sí. Suenan peor cuando el entrenador vuelve a hablar de partido en partido y espera que, justicia poética mediante, del cielo caiga el ascenso. ¿Será que ya no creemos?

Vaya por delante que la actual situación, con el Granada y Escribá a punto de despeñarse, tiene como máximos responsables a la actual plantilla, con los dos técnicos incluidos, y como artífice secundario al club con su pésima planificación. En Cádiz se escribió otro epígrafe más de una temporada desastrosa. Ya solo quedan once jornadas y el Granada sigue jugando igual de mal que cuando empezó el curso y lo que es mucho peor, está a cinco puntos del 'play off'.

A cada partido que llega se dice que hay que ganarlo, pero a cada uno que pasa se dice que no pudo ser. La afición está ya harta de la pésima situación del equipo. La plantilla al completo debería pedir perdón por lo que está haciendo, que no tiene palabras frías para explicarse. Y también sería de obligado cumplimiento que la presidenta y todos los integrantes de la cúpula directiva, incluido el cuerpo técnico, acompañaran con humilde sinceridad a los futbolistas y se manifestaran en los mismos términos. Unos deberían hacerlo por educación, por respeto y por la vergüenza de la que vienen careciendo toda la temporada.

Se acabaron las terapias de vestuario adentro y las coladas de la ropa sucia sin que se tienda al sol de la verdad. De nada sirve ya que los jugadores digan o juren que van a seguir trabajando porque precisamente en Cádiz volvieron a faltar a esa obligación, ni que quienes les pagan o los contrataron y están a sueldo de la institución hablen con tibieza de una situación insostenible.

La catarsis para luchar por el objetivo ya no pasa por el juego porque este Granada nunca ha sido un equipo de fútbol. Solo le queda su gente al conjunto granadino, un aval suficiente para creer aun en pleno periodo de ateísmo, desconfianza y sólidas dudas. Si pierden a la afición, este muerto será un cadáver. La entidad rojiblanca ha decidido que Escribá se siente este sábado en el banquillo para recibir al Oviedo tras la calamidad ante el Cádiz, aunque su crédito está ya bajo mínimos.