Un oasis en el desierto del Granada
Sería tan injusto decir que el triunfo contra el Alavés no tuvo una profunda intervención colectiva como obviar que le pertenece a Batalla
Justo Ruiz
Granada
Viernes, 19 de abril 2024, 00:09
El bueno de José Ramón Sandoval ya tiene cocinada su primera victoria al frente de los fogones rojiblancos. Después de once jornadas sin hacerlo, el ... Granada más homogéneo y creíble dentro de la moderación consiguió ganar. Fue como encontrar un oasis en el desierto o agua bendita para el calvario. En contra de todas las previsiones y gracias sobre todo al delantero Boyé y al meta Batalla, el conjunto granadino sumó un merecido triunfo que le permite restar un solo peldaño de la dura escalera hacia la permanencia. Los rojiblancos acudieron a la cita en su estadio ante el Alavés para reivindicar la dignidad en una situación tan delicada en la Liga como penúltimo descolgado y lo logró con honor y en no pocas ocasiones con fútbol inteligente, con decisiones acertadas, sin fantasmas en la gestión de la ventaja en el marcador.
Si alguien reniega de su destino en un equipo de fútbol, ese es el portero. No le queda más remedio porque el suyo es un mal porvenir desde la cuna. Ha nacido para que le fusilen, marquen, batan, acribillen y golpeen y en pocos partidos consigue, al menos una vez, evitar el banquillo de los acusados bajo denuncia familiar. Todos locos, jugadores y aficionados, por hacer un gol y ellos, en su bendita demencia, empeñados en evitarlo. Sin duda son los personajes de este deporte que en menor tiempo recorren la distancia entre héroes y villanos. Para entender el porqué de su vida bajo sospecha solo hay que repasar sus biografías, donde a duras penas se hallan los elogios por encima de los errores por escasos que sean. El meta rojiblanco Batalla sabe muy bien a qué lugar pertenece. Sin embargo, el portero argentino se ha ganado el respeto y la admiración de los granadinistas, que se preguntan qué demonios hace un extraterrestre en una plantilla tan corriente.
El pasado domingo, el Granada regresó a la senda de las victorias después de una deserción de más de tres meses y medio. Sería tan injusto decir que el triunfo no tuvo una profunda intervención colectiva como obviar que la tercera victoria de esta temporada le pertenece a Batalla. A medio camino entre los méritos de la tribu y los del hechicero, el portero argentino, que se había pasado los últimos once encuentros yendo a recoger el balón dentro de la red, detuvo con intervenciones portentosas todos los disparos malintencionados del Alavés.
El Granada volvió a recuperar la sonrisa de la victoria y ante el Athletic esta noche hay en juego poner la segunda piedra para creer en un milagro harto difícil si se mira la clasificación. La gesta es de órdago e invita a no pensar a largo plazo, por lo difícil que es la tarea, sino a mirar el día a día y hacer de cada partido una final de ineludible victoria. Empezando por la de esta noche en San Mamés. No ha sido capaz en este curso de encadenar dos triunfos seguidos y vive lejísimos de la zona de la salvación. Es verdad, los números no están con el Granada, que parece haber recuperado fe y confianza en sí mismo, pero que está demasiado alejado de la tierra firme y que vive en el caos que supone sus dirigentes.
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