La herida no sutura
La otra mirada ·
La cirugía de Fran Escribá en defensa no está teniendo resultados o por lo menos no son visibles a efectos prácticosJusto Ruiz
Granada
Domingo, 26 de enero 2025, 00:08
No damos el nivel y se nos empieza a escapar el objetivo». Esta frase no la dice el de la fotillo de arriba, al que ... algunos aficionados del Granada catalogan como derrotista, pesimista y agorero. El enunciado es de Sergio Ruiz, uno de los jugadores más destacados del conjunto rojiblanco, y en ella manifiesta con total claridad la pésima situación que vive el equipo. Lo peor de la derrota sufrida ante el Levante no es el terrible paso atrás que supone, por mucho que la tabla dicte que la vida sigue más o menos igual, sino la sensación de orfandad y desasosiego. El Granada volvió a mostrar miserias que en Valencia se convirtieron en horrores, en una imagen inadmisible para un conjunto que –no se olvide– se juega la vida a nivel deportivo con la única meta de luchar por el ascenso y que fue rebajado a la vulgaridad por un rival superior en pegada, en sentido colectivo, en intensidad, en ganas... A los rojiblancos les quedan 19 finales en su pelea, pero a este nivel son carne de cañón y no evitarán el fracaso.
Desde el primer día que llegó al banquillo del Granada, Fran Escribá proclamó a los cuatro vientos que la clave del objetivo estaba en cortar la sangría de goles encajados, pero su cirugía no está teniendo resultados. O por lo menos no son visibles a efectos prácticos. El conjunto rojiblanco sigue recibiendo golpes casi a borbotones. El problema se mantiene y no hay manera de que la herida suture, de que comience a cerrarse un poco. La derrota en Valencia dejó muchas conclusiones y casi todas negativas, tanto en el aspecto individual como en el colectivo. El rendimiento de la mayoría de los jugadores fue realmente malo y algunos como Ricard o Rubio quedaron muy señalados. La defensa volvió a ser la de las peores tardes, el centro del campo no construyó ni tuvo peso en el desarrollo del encuentro y la delantera se diluyó irremediablemente a la espera de una aparición mágica de Boyé. La historia reciente del campeonato presenta a un equipo aún con opciones, pero que en cualquier momento puede salir despedido por la ventanilla de su enorme y aceptada vulgaridad. Se sabía que el regreso a Segunda iba a ser complicado; ahora, la dificultad ha aumentado monstruosamente. Que esté arriba no es garantía de gran cosa si continúa restándose credibilidad. Además, cuando fallece la razón y se hace de la pelota un objeto para el maltrato por decreto o por incapacidad, se extiende la teoría de que lo importante no es jugar bien sino vencer. Ese pensamiento miserable es el prólogo del fracaso.
El Granada lleva tres partidos sin ganar y las sirenas de peligro no suenan. Ha habido coartadas para que esa alarma no se disparase del todo. Este domingo, en su partido ante el Sporting de Gijón, las excusas se acaban y el botín del triunfo es obligado. Hay que ganar para retomar una senda de la victoria que es imprescindible para evitar que la zona VIP se aleje un poco más. Sí, quedan 19 jornadas, pero es tan mala la pinta... Ha llegado la hora de que comparezcan los chicos. Con dos pelotas y con un balón.
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