El Granada de siempre
De rebote ·
Allí estaba de nuevo el equipo preso de los nervios e impotente en la remontada, como ese amigo de toda la vidaJosé Quesada
Granada
Martes, 5 de noviembre 2024, 00:25
El pasado fin de semana quedé con unos viejos amigos, de esos que ves cada dos o tres años. Es ciertamente curioso lo que te ... hacen sentir las amistades de toda la vida, porque, después del correspondiente saludo inicial, es como si el tiempo transcurrido entre ese preciso momento y la última vez que quedé con ellos no hubiera pasado. Es verdad que siempre hay novedades –algunas más importantes que otras–, que hay más canas, alguna que otra arruga nueva y que a los críos apenas los reconoces desde la última vez que los viste. Pero poco más. Tras las primeras palabras y la enumeración de las novedades más relevantes, es como si el tiempo no hubiera pasado. Te sientes como siempre.
Mientras recordaba anécdotas del pasado y relataba alguna que otra nueva aventura, comenzaba el partido del Granada en Zaragoza. Y este parece que tampoco tardó en ser el de siempre. Así lo demostró desde antes de que se cumpliera el primer minuto de juego, cuando, como era habitual la pasada campaña, un fallo defensivo nos situó por detrás del marcador. Después vino lo de siempre: la incapacidad de atacar, los nervios y la impotencia. Siempre la impotencia. Era como si la racha triunfal del inicio de la etapa de Fran Escribá no hubiera sucedido. Como si todas las buenas sensaciones se hubieran esfumado por arte de magia. Como si nada de aquello hubiera ocurrido realmente. Como si nada hubiera pasado.
El partido del Granada fue como ese retorno esperado del amigo de la infancia. Como si todos los años transcurridos después de la última cita no hubieran transcurrido. Como si todos los cambios vitales se redujeran a la nada. Allí estaba de nuevo el Granada en el césped, preso de los nervios e impotente en la remontada. Como ese amigo de toda la vida que, tras relatarte alguna que otra nueva aventura, se mostrara como el chico sencillo de siempre.
Fue como reencontrarse con el Granada de siempre.
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