Inferioridad con desequilibrio
El 'doce' ·
No se acierta a entender que el planteamiento de partida en el duelo ante el Girona fuese suicida, y aún más, que vistos los primeros minutos no se reaccionase para evitar la debacle que sobrevinoEduardo Zurita
Granada
Martes, 19 de septiembre 2023, 12:15
Nadie que presenciara el encuentro Granada-Girona puede discutir la superioridad manifiesta del equipo catalán, merecidísimo ganador del lance, que dominó de cabo a rabo. ... Solo la actitud reactiva de los locales en la segunda parte, producida por orgullo deportivo, hizo soñar durante breves instantes en una remontada heroica de la distancia que el Girona había fijado al descanso, un 3-0 que era corto para los méritos y oportunidades que había tenido.
Parece obvio que la plantilla del Granada se encuentra entre las más limitadas de Primera. Toca una travesía dura por la élite, agravada por una planificación lastrada por diversas circunstancias, entre otras los límites autoimpuestos con los compromisos adquiridos de aumento de salarios con el ascenso -para elementos que poco o nada aportan, casos de Perea y Weissman, entre otros- o por inversiones anteriores fallidas –caso de Arezo-. Hay un reconocimiento tácito de las carencias del plantel, sobre todo en jugadores específicos de contención.
Dijo Paco López que sus jugadores deben dar todo de sí para competir y no perder. Nadie puede dudar de la voluntad de los suyos por hacerlo lo mejor posible –eran dignos de conmiseración los esfuerzos denodados de Ignasi Miquel en los estertores del partido por incorporarse al ataque, y sus regresos agónicos hacia la defensa con las capacidades físicas ya muy mermadas-. De casi milagroso, vista la capacidad futbolística de los equipos dispuestos, puede tildarse que se redujese la ventaja de tres goles a sólo uno a falta del último tramo de partido. Pero la realidad es terca, y el definitivo cuarto gol visitante volvió a mostrar la fragilidad en la contención, con datos dantescos en la recepción de goles, ocho en casa y ocho fuera, dieciséis en cinco partidos, una estadística insoportable.
Si existe una inferioridad cualitativa, reconocida por el propio entrenador al exigir a sus jugadores estar casi por encima de sus posibilidades para competir, no se acierta a entender que el planteamiento de partida en el duelo ante el Girona fuese suicida, y aún más, que vistos los primeros minutos no se reaccionase para evitar la debacle que sobrevino. Los carrileros del Girona pusieron en jaque rápidamente al Granada, y un equipo que coloca en bandas a Callejón y Bryan, y desguarnece su contención en el mediocampo, dejando solo a Gumbau con posibilidades de cortar algún avance –no está entre las cualidades de Melendo, por físico y concepción de juego, el ser un medio de corte-, está llamado a acabar goleado.
Es evidente que los jugadores que se disponen deben dar lo máximo en intensidad y concentración, pero ello es también exigible al banquillo, que debe reflexionar para no desequilibrar a los suyos, reduciendo las potencialidades del rival y agrandando las propias.
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