Simplemente gracias

El Granada femenino hizo historia, y además de la mejor manera posible. En ningún momento bajó los brazos ni tiró la toalla. En absolutamente ninguno. Ni siquiera cuando quedaban 15 minutos y estaba cinco goles por debajo. Ese espíritu de lucha, de trabajo y de superación hizo que marcara dos grandes tantos y que no dejara de intentarlo hasta el pitido final bajo el diluvio. Esas dianas no sirvieron para nada pero sí supusieron un premio a un gran trabajo, aunque el resultado fuera lo de menos. Nuestras futbolistas alcanzaron las semifinalistas de la Copa de la Reina y supieron competirle a todo un Atlético, haciendo que tuvieran que emplearse a tope para sellar su pase a la final, con muchos más problemas que el Barcelona al pasarle literalmente por encima al Real Madrid.

Aunque el equipo esté tocado ahora y repase mentalmente las ocasiones malogradas, o cómo llegaron los goles del rival, lo único que tiene que sentir es orgullo. Orgullo por representar el auténtico espíritu granadinista, que defiende con uñas y dientes el escudo que lleva en el pecho. Sus futbolistas hicieron soñar a una afición que está sufriendo demasiado y demostraron que merecen todo el apoyo tras la admiración y el respeto que han inspirado en todo el país, recibiendo incluso guiños de otras ligas europeas. Son muchos los clubes que ven en el Granada un ejemplo a seguir al probar que, con seriedad y mucho trabajo, también desde la modestia se puede luchar con un presupuesto bajo.

El sueño copero terminó, pero aún queda mucha liga, por lo que podremos seguir disfrutando del juego de este equipo que está demostrando que los límites están para superarlos. Hay que seguir apoyándolo y darle las gracias por todo lo que nos está haciendo vibrar. Que no pare la fiesta.