Opinión Granada CF

Arnáiz y el peso del entrenador

Desde la salida de Matteo Tognozzi, el club comenzó a explorar un perfil más reconocible de jugador de Segunda división: experiencia en el fútbol español, recorrido y cierto margen de crecimiento competitivo. Los nombres que han trascendido en los últimos días –por Arnáiz, Aguado y Pascual— dibujarían una plantilla diseñada para competir desde el conocimiento del terreno. La media docena de jóvenes jugadores que llegaron antes —o que están cerca de hacerlo, caso de Piñeiro— tienen una función distinta: refrescar un vestuario cargado de pesimismo que se movía como un boxeador sonado, acostumbrado a caer. A la espera de conocer el desenlace de las operaciones abiertas, el enfoque actual ofrece una mayor previsibilidad que en etapas anteriores.

El verano pasado empezó con el arriesgado fichaje de Guille Abascal, un técnico sin trayectoria en España, y con la configuración de una plantilla diseñada desde un enfoque más experimental. El resultado fue una acumulación de errores que aceleraron la caída. El escenario parte ahora de otro lugar. Pacheta ofrece una reputación sólida, una trayectoria conocida y una influencia real en el mercado. Su presencia facilita el trabajo de captación y multiplica las opciones de atraer perfiles que, en otras circunstancias, podrían haber desechado la oferta rojiblanca.

Los amistosos de pretemporada funcionarán ahora como una primera evaluación del grupo. Más allá del rendimiento inmediato, el foco estará en comprobar si algunos jugadores del año pasado pueden reactivarse tras un año complicado. Stoichkov, por ejemplo. La plantilla aún está en construcción, pero empieza a esbozarse un equipo con lógica interna. A falta de certezas absolutas, el Granada de Pacheta apunta hacia algo sensato. Y eso, en este contexto, ya es una forma de avanzar.