Dos obreros para tapar el socavón en el centro del campo
Diego Martínez juntó en la medular a Yan Eteki y Ramón Azeez, que cumplieron ante las sensibles ausencias en la sala de máquinas
Chema Ruiz España
GRANADA
Martes, 16 de junio 2020, 02:08
A Diego Martínez se le complicó la alineación antes incluso de terminar el encuentro ante el Getafe. Yangel Herrera recibió su décima amarilla, que acarreaba ... sanción en el Villamarín, y Gonalons acabó con molestias en el pubis. Los peores augurios con el galo se confirmaron en la misma mañana del duelo, cuando el Granada le incluyó en el apartado de bajas al anunciar la convocatoria, aún a falta de someterse a pruebas diagnósticas que determinen el grado de la avería. Ambas ausencias, unidas a la prolongada de Montoro, produjeron en la medular un socavón mayúsculo. Pero el técnico reinventó una combinación ya conocida. Juntó a Yan Eteki y Ramón Azeez, una pareja que auguraba un parche de músculo y garrote, pero que resultó ser una medida de contención que anuló el juego interior bético.
El suyo fue un trabajo invisible. No sólo porque desempeñaran una labor eminentemente defensiva, sino porque apenas entraron en contacto con el balón. Su tarea era principalmente posicional, cerrando líneas de pase entre los hombres más creativos del conjunto dirigido por Rubi, restando oxígeno a sus posesiones en los costados y conservando una colocación estratégica cuando los nazaríes cabalgaban hacia el campo rival.
No se emparejaron con los volantes verdiblancos, a pesar de que la disposición de ambos conjuntos invitase a ello. Mantuvieron una contención en zona que sólo abandonaron si la ocasión requería salir a la presión o para evitar la superioridad local en los flancos. En esta última faceta los dos mediocentros africanos realizaron una labor fundamental, empujando contra la cal al plantel bético. En una acción similar, en la que Eteki realizó una cobertura, Joaquín erró en el pase horizontal. Azeez anduvo avispado para recoger el balón suelto, deshacerse de Édgar con el control y emprender un contragolpe que bien habría firmado el Real Madrid de Mourinho.
Fue una de las poquísimas ocasiones en las que alguno de los dos mediocentros jugó el balón hacia adelante en todo el partido. Sacaron desde entonces la mezcladora para construir un muro invisible que impidió las conexiones interiores del Betis. Se les unieron Víctor Díaz, primero, y Martínez, después, en los minutos de la locura final. Azeez, que no jugaba desde febrero, acabó sustituido por Antoñín.
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