'Mellor non tocalo'

Insistir en los efectos nocivos que la Covid-19 ha dejado en la plantilla sería prolongar el victimismo. Si hasta el domingo eran las inclemencias externas las que habían desestabilizado la buena marcha, en Vigo los desequilibrios tuvieron su origen en decisiones endógenas.

Diego Martínez goza de total reconocimiento. Merecido, pues aúna más virtudes que defectos. Tantas que alcanza un alto grado de sabiduría, pero como todo sabio también se equivoca.

Lo llamativo es que yerra de nuevo, volviendo de inicio a un sistema que históricamente solo le ha traído desventuras en el juego y en resultados –el de tres centrales o cinco atrás–. Prescindir sin esperarlo del esquema que le había traído hasta aquí, tanto en la Europa League como en LaLiga, ha sido cuando menos atrevido y arriesgado.

El de los tres centrales es un sistema engañoso que aparenta protección, cuando en realidad acrecienta la vulnerabilidad por la confusión que genera entre tanto defensa en tan poco espacio. En Balaídos no fue Iago Aspas, con todo lo bueno que es, quien descompuso al equipo. Fue el inesperado cambio de sistema.

El año pasado lo cambió en su escuela de posgrado, Sevilla, después del revés sufrido en Getafe. Este año lo ha hecho en Vigo, su tierra, donde por cierto existe también la frase de que lo que funciona 'mellor non tocalo'. Pues eso.