Catastróficas desdichas en Lugo

Pasan muchas cosas en la etapa de Paco López y no todas son agradables, sobre todo al salir del Zaidín. No parece casual que en seis partidos de Liga con él, en cuatro no haya acabado alguien en inferioridad. Para los suyos, en Leganés, muy pronto, y en Lugo, algo más tarde. En ambas citas, el Granada no se dejó ir y acarició el empate, pero no llegó a abrazarlo. Es un consuelo vago para un aspirante a todo. Miguel Rubio salió en las instantáneas de ambas inferioridades. Una, en tierras madrileñas, enmarronando a Raúl. En la de este sábado, vendido por Ricard, aunque con mucha torpeza en su quite.

Paco López insistió en su base con el remiendo de Víctor Díaz por el ausente Ignasi Miquel. El capitán se puso a barrer la zona, pegajoso sobre Chris Ramos. El goleador del Lugo varió el perfil y se fue hacia el sector de Miguel Rubio. El central sufre un efecto paralizador similar al de Uzuni fuera de Los Cármenes. Del zaguero espléndido de casa a un mar de dudas lejos del hogar. Lo del albanés también es clamoroso, todo nervio entre aplausos, inadvertido cuando pita la hinchada del enemigo.

El Granada siguió mutando entre sistemas, del 4-3-3 al 4-4-2 para despistar a la retaguardia gallega. Callejón arrancó a la derecha pero pasaba a la izquierda también. Melendo pululaba por aquí y por allá, con escasa participación de Uzuni y algo más de Molina. Estaban los visitantes al mando de las operaciones cuando los anfitriones cantaron un bingo inesperado. Zé Ricardo, acosado en la banda, se quitó el balón de encima y este aterrizó en las inmediaciones de la corona del área. Intuyó el destino Loureiro, que marcó el mejor gol de su carrera como profesional hasta la fecha. Un misil amenazante que olía a gol desde su lanzamiento, con un efecto explosivo que hizo inútil la estirada de Raúl Fernández.

Como en Málaga, una diana maravillosa del rival derribaba la compostura del Granada, pero todo pudo equilibrarse acto seguido, en una rápida subida de Callejón. Sirvió a Uzuni y buscó las cosquillas de Whalley, pero este aleteó sobre la hierba. Entró Molina con la cabeza por delante, pero al alcoyano se le nubló la vista y remató desviado.

Fueron minutos de cierta reacción de los que iban de negro. Uzuni desaprovechó una mala salida del portero y Miguel Rubio se cargó con la primera amarilla del encuentro, la que le dislocó en adelante. Dudó en un repliegue posterior ante Señé y Raúl tuvo que salir a abortar el peligro, con unas décimas de segundo de demora.

No terminaba de ajustarse el equipo atrás, aunque tuvo un balón al poste en un despeje de Xavi Torres hacia su meta, tras llegada de Uzuni por la derecha y golpeo al aire de Molina que despistó al rival. Siempre aparecía un obstáculo.

Rubio volvió a tener dudas en una presión de Chris Ramos, aunque al final supo salir jugando, no sin apuros. La liada vino en una pérdida absurda de Ricard Sánchez que pilló separada a la retaguardia. Ramos voló hacia el área y Rubio le dio en el muslo cuando parecía que Víctor Díaz le había achicado las opciones. El árbitro cobró roja, aunque con el VAR comprobó que no era para tanto, solo amonestación, aunque acumulada con la anterior tuvo el mismo efecto: la salida precipitada del madrileño.

Paco López retrasó a Petrovic, pero no era una faceta sencilla para el serbio, pronto también en alerta ámbar. El Lugo pudo mejorar su renta en la falta lateral que ocasionó, aunque Molina la tuvo a su vez en un ataque posterior, antes del descanso, en el que ya se quedó en la caseta.

El entrenador del Granada configuró su bloque atrás con Cabaco y escoltó a Meseguer con Melendo y Perea. Asunción de riesgos con inferioridad que cargaron con tarjeta a Víctor Díaz. A los nazaríes les costaba asumir el control y el Lugo no cejaba en su empeño de sostener su marcador con intensidad en los duelos a la espera de alguna acción aislada con la que resolver. Arriba, Callejón y Uzuni se buscaban las habichuelas. Cargaban el área los de oscuro, pero sin precisión en esos últimos metros. El Lugo trataba de enfriar los ánimos con la pelota y tuvo una suelta en una subida de Cuéllar.

El Granada se agarró a Perea, al que no le quemaba el balón y al que acosaban a entradas. Whalley le sacó tres cohetes al manchego en ese lapso, imperturbable. López renovó su banda derecha con Quini y Bryan Zaragoza para la conclusión, pero quien avisó fue el Lugo en un córner, flojos los visitantes en la atención ya.

El malagueño no perturbó en demasía al Lugo, rocoso en su parte trasera y con peligro en alguna aventura aislada. El Granada se colmó de frustración y tendrá que desear que en 2023 le varíe el sino cuando se desplaza. Está muy bien seguir invicto como organizador, pero para que el salto no sea al vacío toca recaudar fuera de sus propias fronteras. Si no, 'play off' como mucho.