El líder de la defensa se desmorona con ella
GERMÁN SÁNCHEZ ·
El central gaditano ha sido uno de los pilares en la mejor etapa del club, pero la lesión de Duarte y su propio bajón físico le han condenado a sufrirFran Rodríguez
Granada
Miércoles, 15 de junio 2022, 00:52
Germán Sánchez terminó como suplente y dando la razón a aquellos que venían aventurando el ocaso de sus fortalezas. Así debió verlo nada más llegar ... también el técnico Karanka, que de carreras en defensa sabe un rato. Lo cierto es que el vasco puso de relieve el bajón competitivo del que ha sido, sin duda, el líder defensivo del mejor Granada de la historia.
Como cada verano desde que el club regresó a Primera, se apostaba por la suplencia del gaditano. Le ocurrió con la llegada de Vallejo hace dos años y con la de Abram hace uno. Pero Germán se creció ante la competencia una vez más y arrancó a muy buen nivel el curso junto a su eterno socio, Duarte. En su simbiosis con el luso estuvo el secreto del éxito y también la evidencia del fracaso. La explosión física y el descaro del portugués completó siempre al andaluz, mucho menos vistoso en esfuerzos pero siempre concentrado, amenazante y sereno. Por eso, cuando Duarte comenzó a bajo ritmo, Germán sostuvo la zaga como pudo. El partido en Vallecas fue el claro ejemplo.
Ni el peruano Abram ni el joven Torrente desbancaron al de San Fernando de su rol habitual. Brazalete anudado al brazo, Germán se mantuvo correcto durante el difícil primer tercio de la temporada. La importante lesión de Domingos Duarte en Vigo desencadenó un cambio de paradigma en la zaga que acabó por exigir de más al '6'.
SUS NÚMEROS
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PARTIDOS 33
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TITULAR 26
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MINUTOS 2.387
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GOLES 2
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AMARILLAS 9
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EXPULSIONES 1
El final del año fue un espejismo. Se recuperó cierto empaque defensivo y se puntuó en once de trece partidos consecutivamente. Nada de eso duraría. Germán empezó un bache individual del que no se recuperaría y en el que tampoco se vio arropado por el resto del equipo. Era el derrumbamiento de una defensa a la que él, como líder, ponía rostro.
La segunda vuelta fue un suplicio para los granadinistas. Jugó en una zaga de cinco con Torrecilla, sin éxito. La llegada de Karanka le mandó al banquillo, del que solo salía en los últimos minutos para pertrechar la defensa o acudir como torre al área rival. Nadie le podrá reprochar nada. Su renovación, automática con la salvación, quedó en el aire tras el descenso.
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