El silencio y las grandes

Dicen los economistas que la competencia en el mercado se autorregula sola. Es lo que dirían hoy los técnicos en activo sobre el juego que ofrecen sus equipos, tratando de eludir su participación directa en tanto adocenamiento falto de brillantez.

El juego que se está presenciando en la Eurocopa es un reflejo del que se viene practicando, salvo alguna excepción puntual. De los terrenos de juego se ha erradicado el talento y si algún jugador da síntomas de inspiración desde la individualidad, se le aparta del escenario, ocupado mayormente por la robotización y la previsibilidad.

Resulta sin embargo paradójico que los estadios se continúen llenando de aficionados sin una mínima exigencia en la calidad del juego que practican sus equipos. Es cierto que en fútbol solo vale ganar, pero si se lograse con un poco de brillo sabría mejor la victoria y los propios futbolistas no se aburrirían viendo jugar a sus colegas.

Lo preocupante es que en la Liga Hypermotion esta mecanización se acentúa más aún con la intensidad y el tono físico exigido. Una manera de jugar que solo podría ser superada por la calidad individual o colectiva, hoy desaparecida. Una tarea, la de confeccionar un equipo acorde, a la que se enfrenta el director deportivo del Granada.

Entre tanto, el club se ha asomado a la ventana para presentar la campaña de abonados como tema principal. El resto de noticias que pudieran levantar la ilusión del aficionado, sobre todo los fichajes, permanece aún detrás de los cristales. Pero como decía el filósofo escocés Thomas Carlyle, el silencio es el elemento en el que las grandes cosas se unen. Esperemos que así sea.