Entre la lógica y la imaginación

Montoro, vestido de azul en esta ocasión, volvió a desenfundar el violín y sobre el césped de Los Cármenes deslizó como antaño suaves melodías. Pero no sonaron de la misma manera. Puede que para él tampoco, pues en este escenario y con la horizontal rojiblanca dio los mejores conciertos de su carrera.

Al final del partido fue inevitable que la nostalgia hiciera acto de presencia y sus excompañeros lo arroparan para recibir de la afición el homenaje pendiente. Se escenificó la añoranza de un vestuario único e irrepetible del que formaban parte, junto a él, Germán y Víctor Díaz, principalmente, y a los que últimamente se unió Jorge Molina. Cuatro magníficos.

Pero como sucede con el tiempo, el fútbol jamás se detiene y el equipo se ha situado en la 'pole position' de la clasificación con un vestuario, el actual, que parece una reminiscencia del anterior.

Frente al Oviedo se consiguió una victoria épica en un partido en el que la sombra de Uzuni –y en menor medida Weissman– fue demasiado alargada. Un partido discreto en el que el déficit exhibido habría que cargarlo quizás en el debe de los jugadores, pues, en mi modesta opinión, Paco López actuó con bastante lógica ante la adversidad indicada.

Si el equipo llegó a las postrimerías del encuentro con opciones de vencer fue porque esta vez se mantuvo el orden general con un Pol gris, sí, pero que se esforzó por conservar la posición hasta que fue sustituido por Meseguer, quien cuajó sus mejores minutos desde que llegó.

Decía Einstein que la lógica te llevará desde la A hasta la B y la imaginación a todas partes. En este momento se trata solo de llegar a una parte. Al ascenso directo.