Ideas propias
Bajo control ·
La diferencia entre Robert Moreno y Diego Martínez, es que Diego se encontró un solar y Robert un edificio bien construido que deberá mantener en pieJUAN TORRES COLOMERA
GRANADA
Jueves, 9 de septiembre 2021, 00:29
Vicente del Bosque consiguió alzarse con el campeonato del mundo de selecciones gracias a sus virtudes, sobre todo a su inteligencia. Se percató enseguida de ... que Luis Aragonés había creado una obra maestra con aquel grupo de futbolistas pequeños y limitados físicamente.
El fútbol es una fábrica de egos y cualquier otro seleccionador hubiese intentado dejar su impronta cambiando el sistema de Luis y convocando a otros jugadores de su predilección, posiblemente más altos y más fuertes.
Pero Vicente del Bosque dejó todo tal y como lo heredó, salvo el doble pivote Busquets-Xabi Alonso, pero poco más. Su inteligencia, enorme, cargada de humildad y sapiencia, devoró el deseo humano de cuestionar al antecesor de turno cambiándolo todo. Con ese proceder evitó un posible fracaso personal y, sobre todo, España no hubiese sido campeona del mundo.
Viendo el partido Suecia-España, me pareció ver de nuevo el Rayo Vallecano-Granada. El equipo granadino fue un calco en vulnerabilidad, ineficiencia y descontrol de la España de Luis Enrique.
Robert Moreno viene de ser su segundo, paréntesis galo aparte, y ha reconocido que se encuentra a gusto con el sistema que utiliza. Está en su derecho. Pero los jugadores de este Granada están más acostumbrados a juntarse que jugar a campo abierto.
La diferencia entre Robert Moreno y Diego Martínez –es inevitable en estos momentos hacer alguna que otra comparación aunque sea odiosa–, es que Diego se encontró un solar y Robert un edificio bien construido que deberá mantener en pie.
Si el de Hospitalet mira a su antecesor en el Granada debería emular en lo posible a Vicente del Bosque.
Si su espejo es la selección española de Luis Enrique, quizás debiera reflexionar sobre la posibilidad de cambiar algunas cosas.
Aún tiene tiempo. Pero en fútbol todo va muy deprisa y, si el equipo genera dudas, lo mejor es disiparlas cuánto antes. Aunque sea a costa de sacrificar las propias ideas.
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