Se hizo con el equipo gracias a su disciplina

Internacional en las categorías inferiores de Serbia y acostumbrado a jugar en escenarios de auténtica tensión, es junto a Collado el refuerzo invernal que mejor se adaptó a la situación del equipo en el final de temporada y, por tanto, el que mayor protagonismo ha tenido en una demarcación muy complicada. El centro del campo era un solar a pesar del talento de sus hombres. Gonalons y Montoro estaban de baja, Eteki se encontraba desaparecido junto a un Isma Ruiz huérfano de confianza. Y Luis Milla estaba más dubitativo que nunca y en el ojo del huracán. Esos eran los socios para un joven serbio que tardó algunos partidos en desvelar sus virtudes.

Tuvo minutos en el Bernabéu y el Reale Arena. Tampoco dio lugar a mucho en su debut en Los Cármenes, ante el Villarreal ni el descalabro a pesar del punto ante el Cádiz en un partido que ahondó en la crisis de juego del equipo. El último servicio de Robert Moreno sería, a la postre, poner a Petrovic de titular en Mestalla. El primer tiempo que realizó el balcánico en Valencia fue soberbio. Era el aterrizaje real de un jugador del que se prometía inteligencia en las ayudas defensivas, intensidad durante los 90 minutos, carácter y pegada.

Desde entonces, Petrovic fue titular en prácticamente todos los partidos con Torrecilla y Karanka. Encontró acomodo en cualquier esquema y acabó siendo el soporte físico para que el resto del equipo acariciara el milagro de la salvación. En Segunda puede ser terriblemente diferencial. Juega a favor de su continuidad el hecho de que no sea internacional absoluto con una Serbia que irá a Catar. Pero su lugar es Primera.