Jueces de sí mismos
LA CONTRACRÓNICA ·
El Granada se ha ganado un epílogo de campaña tranquilo, feliz, salvado con cinco jornadas de antelación y con opciones de repetir en Europa hasta las tres últimas en su primera participación; siempre dio la caraNi el Real Madrid depende ya de sí mismo para ganar la Liga ni el Granada tenía opciones de repetir por Europa la temporada que ... viene cuando saltó a Los Cármenes, por el triunfo anterior del Villarreal. Los de Diego Martínez no eran, pues, jueces de nadie más que de sí mismos. No tenían que hacerle el trabajo a nadie. Cayeron goleados en un partido que sirvió para poco, si acaso para que Alberto Soro volviera a sentirse futbolista casi tres meses después. El legado de 'matagigantes' se vio honrado esta temporada en el Camp Nou por primera vez en la historia del club, pero imponerse también al Real Madrid pareció una empresa demasiado ambiciosa con motivaciones tan diferentes entre contrincantes. Con todo, este equipo saca pecho. Que le quiten lo bailao' en este año de ensueño.
56 partidos se dice pronto. Una salvajada para una plantilla justa que si jugó tanto fue precisamente porque hizo de la ambición en el día a día su premisa, no solamente en los días grandes. 37 lesiones y doce casos de covid-19 después, el Granada se ha ganado un epílogo de campaña tranquilo, feliz, durante el que los gregarios de la plantilla puedan contar con los minutos de calidad de los que no han podido gozar hasta ahora. Porque si algo se ha reivindicado, y no falta razón, es que el gran éxito de este equipo se explica desde la competencia interna de sus miembros, que van con el cuchillo por la Ciudad Deportiva como Rambo por la selva. Hubo quienes creyeron que habría problemas para mantener la categoría al alternar los jueves por Europa. Luego pareció que repetirlo era posible, pero la hazaña real ha sido estar en la pelea.
Este equipo ha demostrado que lo imposible solo es un poco más difícil y ahora se ha ganado un descanso, suponga este un fin de ciclo o no. La campaña merece una ovación cerrada de Los Cármenes a rebosar, pero la fase de alerta 1 parece una utopía para la Andalucía desenfrenada. El recuerdo será perpetuo y eso lo llevarán siempre consigo quienes han contribuido a que el Granada se gane el respeto de todo el continente futbolístico como ejemplo de competitividad. Incluso anoche hubo unos minutos efímeros en los que pareció que del tanto de Jorge Molina podía llegar una reacción que apretara las tuercas a todo un Real Madrid en su lucha agónica por el título. Pero ni fue tal ni falta que hacía; no tienen que demostrarle ya nada a nadie.
La temporada se estaba haciendo larguísima y los hombres de Diego Martínez iban a reventar tarde o temprano. No se puede decir que no hayan alcanzado la orilla, salvados matemáticamente a falta de cinco jornadas como si eso fuese algo habitual en esta santa casa rojiblanca. Las tres derrotas consecutivas contra Cádiz, Betis y Real Madrid, precedidas por la gesta del Camp Nou, ponen punto final a una campaña épica en el que el Granada demostró que no era menos que nadie si se lo creía. Por el camino remontó al PSV en Eindhoven, sobrevivió a un acoso y derribo en Nápoles y pisó Old Trafford, entre otros 'hits' continentales. De este curso mítico siempre se recordarán los jueves, con partidos que fueron lo más parecido a ir de fiesta cuando no se podía salir de casa, pero también se compitió los domingos. Al Granada solo puede juzgarle su gente.
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