Dos clubes movidos por el sentimiento
Tanto el Granada como el Celta se aferraron a los vínculos emocionales para reforzar sus equipos durante el mercado
«Vine al Granada porque me dijeron que era una familia». Fue la frase del verano en la Ciudad Deportiva rojiblanca a lo largo de ... las distintas presentaciones oficiales que se sucedieron en julio, agosto y hasta septiembre. 'Isto vai de corazón', acuñó el Celta de Vigo para su campaña de cara a la nueva temporada, para la que pretendían disparar la ilusión tras un durísimo curso anterior. Ambos clubes, que se enfrentan este domingo, han compartido un cierto paralelismo en su política de fichajes, apegados al vínculo emocional que los futbolistas deseados ya tenían inculcado o al que podían inculcarle en el caso de los ajenos. Ambos, Granada y Celta, persiguieron la construcción de una familia en el vestuario y el diseño de un equipo que conectase sentimentalmente con la afición. Lo han conseguido. Tanto en Los Cármenes como en Balaídos se respira entusiasmo e identificación.
Una idea que parece tan lógica a priori y que sin embargo no suele respetarse demasiado a menudo en el cambiante fútbol del siglo XXI. Apostar por lo propio, lograr que los futbolistas «lo sientan como algo propio», algo que también se ha subrayado entre las filas nazaríes. En Granada se trajo de vuelta a Darwin Machís, que sólo quiso vestir de rojiblanco pese a que clubes con mayor entidad y mejores condiciones como el Villarreal se interesaron por él. Forzó a Pozzo y el italiano cedió, a pesar de su resquemor con Jiang. Sabía que no tenía nada que hablar con el venezolano, empecinado en regresar a la ciudad de su mujer, de su hija y también suya. También se apostó por la continuidad de Fede Vico y por una nueva cesión de José Antonio Martínez, a quien le volvió la sonrisa a la cara al llegar desde Eibar, aunque no se pudieron celebrar las vueltas de Alejandro Pozo o Fede San Emeterio, tan deseadas. Con otros como Carlos Fernández, Yan Eteki o Yangel Herrera se aprovecharon las amistades comunes en la plantilla, como en cursos anteriores entre andaluces, o el trato en el pasado con Diego Martínez. A Domingos Duarte, Gonalons, Neyder Lozano, Soldado o Köybasi, hermanos de otras madres estos dos últimos, se les ofreció una familia, un vestuario de fieles camaradas que ya disfrutan.
'Operación Retorno' céltica
A esta misma política de fichajes se la bautizó en los medios de comunicación de Vigo como la 'Operación Retorno'. El equipo de Fran Escribá ha firmado a Denis Suárez por casi 13 'kilos' desde el FC Barcelona, a Santi Mina libre desde el Valencia en la operación por Maxi Gómez y en forma de préstamos a Rafinha, también desde el club azulgrana con opción preferente a la conclusión de la campaña, y a Pape Cheikh, desde el Olympique de Lyon. Se quedaron con las ganas por Nolito, a quien Lopetegui ofreció en el Sevilla una segunda vida. En total, cuatro fichajes de renombre y con pasado en la cantera celeste. Una implicación garantizada.
«Estamos en un momento dulce en cuanto a recuperar jugadores. Sin el esfuerzo tremendo de ellos no hubiese sido posible. Todas las temporadas son ilusionantes, pero para nosotros esta es la que más porque vemos también al aficionado muy ilusionado», constató ayer Carlos Mouriño, presidente del Celta, en rueda de prensa. Varios de ellos, además, siguen el ejemplo que marcó en su día Iago Aspas, el héroe de Balaídos. Regresar a casa para ofrecer la mejor versión de uno mismo tras no haberse encontrado allí en lo desconocido. Denis Suárez, por ejemplo, vuelve allí donde se formó hasta la adolescencia tras no encontrar continuidad alguna en el Arsenal de Unai Emery.
Esa complicidad entre vestuario, directiva y afición se pudo reflejar el último día del mercado, el pasado 2 de septiembre, cuando la cuenta de Twitter del Celta ofreció en público al propio Aspas que apretase el botón para el anuncio de la vuelta de Rafinha. «Ya estabas tardando», bromeó Denis Suárez con el centrocampista brasileño, adjunta una fotografía de ambos en su infancia en las categorías inferiores celtistas y otra reciente ya como culés. Ambos, curiosamente, deseados por el caótico Valencia este verano. El hijo de Mazinho, mítico futbolista del Celta, se crio en su filial y ya jugó en Balaídos bajo las órdenes de Luis Enrique en la 2013/14 con un gran rendimiento.
El cuadro celeste, que en junio se propuso que más del 60% de su equipo titular hubiese pasado por la cantera, podría reunir esta temporada un 'once' formado por Rubén Blanco, Sergio Álvarez o Iván Villar bajo palos; Kevin Vázquez, Hugo Mallo, David Costas y Lucas Olaza en la defensa; Pape Cheikh, Rafinha, Denis Suárez o Brais Méndez en el centro del campo; y Santi Mina, Iago Aspas y hasta el propio Juan Hernández, futbolista que llegara a desempeñarse en el juvenil del Granada, en el ataque. Era lo que se buscaba y es lo que se tiene. En su último ascenso, en la 2011/12, fueron siete los titulares que mamaron el celtismo desde pequeños. Apenas permanecen Aspas, elevado a lo divino, y Hugo Mallo como primer capitán.
Desde el club vigués, no obstante, se opta por calmar ese entusiasmo desmedido después de haber sufrido hasta el final por conservar la categoría el curso pasado. «Me equivoqué cuando dije que podíamos ir a Europa y luego pasamos esos apuros que nadie pensó que íbamos a pasar», reconoció ayer Carlos Mouriño, el presidente con la trayectoria más dilatada al frente del Celta. De ahí que, como el Granada de Diego Martínez, persigan primero la consecución de esa permanencia como primer objetivo. Luego, a soñar.
Frustración común
En la comparecencia de Carlos Mouriño ante los medios de comunicación se habló de la gran frustración y polémica del extenso mandato del presidente: la obra de Balaídos. «Estamos dejando a Vigo en ridículo delante de todo el mundo», aseveró. Mouriño, que quiere comprar la instalación al Concello de Vigo, sostiene que el actual estadio «incumple los criterios de la UEFA», de ahí que mantenga su amenaza de «buscar una alternativa» fuera de la ciudad si el equipo aspirase a clasificarse para competiciones europeas ya avanzada la temporada. Reclama cubiertas para la lluvia y el sol y ascensores para las zonas más elevadas, a beneficio de todos los aficionados. A John Jiang le ocurre algo parecido en Los Cármenes, donde también quisiera meter mano. El fútbol dictará sentencia.
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