El pasado celtista de Diego Martínez
Adrián Rubio, viejo amigo del técnico, y Moncho Carnero, que los entrenó en las categorías inferiores del Celta, recuerdan sus años junto al vigués
Antes de convertirse en gurú del granadinismo, Diego Martínez fue un correcto lateral derecho. Apasionado del fútbol desde su infancia, el vigués jugó durante ... nueve años en las categorías inferiores del club al que se enfrentará por primera vez este domingo desde el banquillo contrario. El artífice de este Granada mamó gran parte de lo que sabe como canterano del Celta y tuvo el sueño, como tantos otros, de pisar el césped de Balaídos como futbolista de su primer equipo. Pocos llegaban entonces a ver cumplida su fantasía y Diego Martínez emprendió pronto, decidido, una nueva aventura mucho más al sur, en Andalucía, como estudiante de la Facultad de Ciencias del Deporte de la Universidad de Granada. Sus primeros pasos hacia quien es hoy día.
Uno de sus mejores compañeros en aquella etapa vital tan entrañable fue Adrián Rubio, portero de los equipos de Diego Martínez durante ocho años, entre las categorías alevín y juvenil. «Teníamos cercanía, de hecho compartíamos coche porque vivíamos cerca el uno del otro. Fue un buen amigo», recuerda Adrián Rubio a IDEAL. «Actuaba como lateral derecho y era correcto, un chico muy trabajador y disciplinado. Era tranquilo, teníamos buena sintonía», lo describe. «Fueron años complicados en la base del Celta porque la promoción al primer equipo era casi nula y las instalaciones no tenían nada que ver con las de ahora, los campos eran de tierra (risas). Aún así, teníamos mucha ilusión», rememora quien todavía es su amigo.
Ambos fueron entrenados en una de aquellas temporadas, como cadetes, por Moncho Carnero, que luego escaló hasta el juvenil, el filial y el primer equipo de la mano de Txetxu Rojo en 1994. «Era un chico constante y disciplinado, y eso para un entrenador siempre es importante. Tenía una actitud hacia el equipo muy buena y fue creciendo. Jugaba como lateral derecho y además de ser muy disciplinado tenía calidad, salía bien por su banda y doblaba al interior en un sistema 4-4-2. Aportaba muchísimo en defensa y en ataque», se sumerge en recuerdos Moncho Carnero.
El entrenador
Ninguno de los dos vio venir, sin embargo, al entrenador que Diego Martínez guardaba dentro. «No sé si era porque en aquella época ninguno pensaba como entrenador pero tampoco le veía esa inquietud. Le gustaba muchísimo el fútbol, hablábamos mucho y tenía conocimiento de jugadores y equipos, pero no se le veía ese liderazgo, aunque sí mucha pasión», refleja Adrián Rubio. «No tenía todavía ese don de mando. No puedo decir que desde crío viese al entrenador, sería mentira. Si le pude aportar algo, sólo lo sabrá él... yo no me siento importante, pero sí muy orgulloso», asegura Moncho Carnero.
Aquella 'generación del 80' que compartieron Adrián Rubio y Diego Martínez se tuvo que buscar las habichuelas lejos de Vigo, lejos de Balaídos. El portero se marchó al Compostela, el lateral colgó las botas. «Como amigo mío que era, me sorprendió que se fuera a estudiar hasta Andalucía y dejase el fútbol tras tantos años en la base de un equipo de élite, aunque no sabría decir hasta dónde podría haber llegado porque era difícil en aquella época», afirma Adrián. «Era un grupo muy bueno e incluso competíamos contra equipos superiores, pudo salir algún jugador pero como cadetes era muy pronto para decirlo. Él tomó esa decisión de marcharse por sí mismo, buscó otro camino, el de entrenador, y le salió bien. Me alegra que triunfe en la vida», celebra, hondo y sincero, Moncho Carnero.
Admiración
Quien fuese entrenador de aquellos dos cadetes ya no dirige. Sí lo hacen sus pupilos, también Adrián Rubio, al frente del Mondariz de categoría autonómica. «Desde que empecé con los cursos le molesto un poco más con alguna pregunta, porque me gusta saber lo que piensa. Siento admiración por él. Es un entrenador metódico, un estudioso del fútbol. Una persona apasionada que vive con pasión todo lo que le está sucediendo», apunta. «Está muy cómodo en Granada, encantado con el proyecto y muy identificado. Sorprende que alguien tan joven como Diego tenga ese poso dentro no sólo del vestuario sino de la institución y de la ciudad. Posicionarte ahí es complicado, y me alegro muchísimo por él», lo alaba su amigo.
El entrenador de Diego Martínez en la edad cadete remarca como la principal virtud de su viejo pupilo «que sabe llegar al vestuario, y ahora mismo es lo más importante en el fútbol». «Ha conseguido todo lo que tiene a base de trabajo, con esa personalidad y forma de ser por las que se hace querer. Ha construido un equipo que no se rinde hasta el último minuto, y es otro de sus méritos», le aplaude Moncho Carnero. «Van a dar mucha guerra», añade Adrián Rubio, que lo ha llamado estos días. «No tiene WhatsApp pero nos mantenemos en contacto. Es un tipo alegre, con buen sentido del humor, y no se olvida de sus orígenes ni de sus amigos. Cuando viene, aunque sea pocos días, quedamos para tomar algo, charlar un rato sobre los viejos tiempos y hacernos unas fotos. Mantiene los pies en el suelo», refleja.
Moncho Carnero, que conoce los vaivenes del fútbol, pide a la directiva del Granada que «sea consecuente con lo que hizo el año anterior». «Esto va de resultados y en una semana se pasa de ser un dios a ser criticado. Ha demostrado que es una persona válida y con carisma. Le tengo mucho cariño, ojalá siga siendo Dios allí por mucho tiempo».
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