Hay que dar gracias por el empate final
El 'doce' ·
No puede quejarse el Granada de la suerte que le acompaña en los últimos tres partidosEduardo Zurita
Granada
Lunes, 13 de marzo 2023, 13:02
No puede quejarse el Granada de la suerte que le acompaña en los últimos tres partidos. En todos, el equipo goleó in extremis y lo ... que pudieron ser dos empates ante Málaga y Burgos, y una derrota ante la Ponferradina, o sea, solo dos puntos de nueve, fueron dos victorias y un empate, es decir, siete puntos.
La fortuna en la llamada 'zona Cesarini' no puede ser eterna, y bien haría el conjunto rojiblanco en repasar sus tres últimas actuaciones, dos en casa y una a domicilio, donde los minutos grises fueron cuantiosos. El problema sigue estando en el control del juego y la generación de fútbol, o sea, en la línea medular, donde no se dominan los encuentros con calidad, y en el escaso aporte de las bandas adelantadas, escaso en la creación y rácano en el corte. Antonio Puertas y José Callejón están bajo mínimos de prestaciones y los dos mediocentros sufren al encontrarse solos en el repliegue y con demasiado espacio vacío para la conexión con los delanteros.
Aun así, sin desarrollar un juego fluido, tras unos primeros minutos de disparate posicional de ambas escuadras donde lo extraño fue que no se moviese el marcador, la iniciativa y las oportunidades en la primera parte fueron granadinistas. Hubo ocasiones suficientes para adelantarse por parte de los locales, pero faltó tino y sobró buen hacer del cancerbero Amir de la Ponferradina, al que la fortuna acompañó en un lance ante Myrto Uzuni.
La segunda parte tuvo una primera fase muy similar al final del primer periodo, con un Granada olfateando el gol y un Amir omnipresente impidiéndolo. Tuvo que ser una vertical y punzante penetración de Bryan la que permitiese, tras su derribo –en un penalti de los que unas veces se cobra y otras no– abrir el marcador con esa garantía desde los once metros que es Uzuni. Cuando se había hecho lo más difícil, el Granada no supo enfriar el partido, y permitió un innecesario intercambio de golpes, donde encajaría, en apenas dos minutos, sendos tantos –el primero, de los que duelen, en un error garrafal de marca a la salida de un córner–. El gol agónico de Perea impartió justicia, aun dejando un regusto amargo en los parroquianos, alegres por mantener la imbatibilidad en casa, pero preocupados ante el juego rojiblanco, demasiado plano y previsible en los dos últimos enfrentamientos en casa ante rivales hundidos en la clasificación.
Hay algo que no carbura en el equipo, que desaprovecha el potencial ofensivo con que se cuenta, que provoca que goleadores como Weissman resulten intrascendentes, de titulares y de revulsivos, porque no les llegan balones con suficiente claridad. Parece estarse más cerca en puntos que en sensaciones de los dos puestos de privilegio.
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