Romper el patrón
Cal en los tacos ·
La bipolaridad entre lo que ocurre en casa y fuera es una de esas situaciones sin explicación racional en el fútbol toda vez que en casa se gana aun jugando mal y fuera no por mejor que se juegueAcababa de sentarme para mi primer corte de pelo del año cuando Sergio, el profesional, me recordó mi vaticinio para el Mundial de fútbol. Fue ... antes incluso del 'siete' a Costa Rica, y le dije que veía a España campeona. Rio de lo lindo cuando lo reconocí, y aún más cuando mantuve que, por argumentos futbolísticos, los de Luis Enrique bien pudieron haber ganado por más justa que fuese la eliminación con Marruecos. Sergio estaba ya a punto de echarme a medio corte cuando me esforcé por hacerle ver que esto del fútbol es una cosa compleja.
Sigo convencido de que el Granada volverá a Primera división a final de temporada. Probablemente no de manera directa por su terrorífica regularidad de victorias en casa y derrotas fuera, pero subirá. No me cabe otro desenlace cuando miro su plantilla, que no es ni mucho menos perfecta como viene a demostrar el curso pero sí una de las mejores, si no la mejor sin más permiso que la del Levante. La dirección está obligada a firmar un delantero este invierno al quedar definitivamente desacreditado Matías Arezo y aún otro más es recomendable como mínimo, pero ahí está.
Quizás algunos no sean los futbolistas que nos habíamos imaginado y otros sencillamente estén ya lejos de lo que algún día fueron, pero la bipolaridad entre lo que ocurre en casa y fuera es una de esas situaciones sin explicación racional en el fútbol toda vez que en casa se gana aun jugando mal y fuera no por mejor que se juegue. Y eso no lo arreglan ni uno ni dos delanteros, ni un centrocampista nuevo, y quizás tampoco otro entrenador distinto tras el relevo de Paco López a Aitor Karanka.
Nadie sabe cuándo acabará el gafe del Granada lejos de Los Cármenes esta campaña. Ni cambiar el escudo por sorpresa de manera casi inapreciable bastó en el Ciudad de Valencia; cuando ocurra, habrá que aferrarse a cualquier ínfimo detalle susceptible de haber intervenido como superstición tal y como lo haría Bilardo. A los protagonistas no les queda otra que trabajar tanto como puedan, pero contra lo paranormal hay poco que hacer. Para terminar con el día de la marmota quizás convenga alterar el patrón de manera inesperada con algo que sí dependa del Granada. Algo como, no sé, dejarse perder en Los Cármenes con el Ibiza.
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